Pero esta vez es diferente: no percibo en la gente la energía que se suele renovar en esta etapa, ese pensamiento positivo de renovar las cuentas, renovar la casa, renovar la vida. Al contrario, los escucho algo abatidos, nerviosos y no quisiera decir desesperanzados.
El 2011 se nos fue en un balance desparejo, con altibajos, con vaivenes, como todos los años, como siempre. Lo que importa no es en este caso el pasado, sino lo que viene y si no podemos enfrentarlo con renovado espíritu entonces estamos sonados.
En la Intendencia la cosa es bastante inquietante: muchas cosas por hacer y muchos proyectos nuevos que exigen aprender todos los días, todo el tiempo. De las cosas que importan, de esas que llenan el alma y dibujan una sonrisa, hay muchas y ustedes las han ido sabiendo.
Sigo afirmando que el espacio virtual da vida a muchísimas cosas que se cristalizan en la vida real (o al revés, lo importante es que coexistan) y que me han dado un apoyo que no sabía que necesitaba. Esto es difícil de explicar. Quiero que sepan que son importantísimos, que sus palabras son válidas para mi.
Fue un buen año, si. Realmente me gustaría que el que viene sea mejor, para todos.
¿Deseos para el año que viene? Deseo que sean felices. La felicidad viene de la mano de cosas que hoy están devaluadas (no, no me refiero al peso argentino) y no tanto por las posesiones materiales, así que está en uno poder descubrir ese tesoro que todos tenemos a mano.
¡Desde el despacho intendencial de la Ciudad Visible, con la copa en alto (y el aire acondicionado a full), les juro mantener la locura, la indiscreción, redactar más decretos, más incoherencias, más politicadas para el año 2012!