martes, 28 de diciembre de 2021

Jirón extraviado de memoria

La noche era cerrada y húmeda; se sentía la piel fría y la cerrazón nublaba la vista. La ropa no hacía más que estorbar los movimientos adhiriéndose al cuerpo. Al cobijo de la penumbrosa luz de la luna, iba el grupo abigarrado de estudiantes, como un cardumen de ciegos alevinos en busca de su alimento. Al frente el mayor de ellos y el más confiado indicaba el posible camino que no era mejor que los demás, lo guiaba el instinto de sobrevivir; los otros, dos chicos y tres chicas, apenas podían ver la huella que el pie del de adelante hacía en la arena húmeda. Los brazos enlazados en la cintura del compañero brindaban seguridad y ahuyentaban el miedo que se asomaba tras los párpados.
De repente, un penetrante aullido que caló la negra cortina de la noche se escuchó, fuerte y sobrecogedor a la izquierda, sobre las ramas de un álamo añoso; parecía un animal salvaje y a juzgar por lo gutural y potente del grito, muy grande. Todos se agacharon y bajaron la cabeza. Apenas un segundo como para tomar coraje y enseguida salieron corriendo lo más rápido que pudieron hacia la fuente del sonido, sabiendo que era la única posibilidad. En un movimiento coordinado, que ya había sido ensayado, rodearon el árbol y le clausuraron la posible escapatoria.

Con esa captura, la del Chancho, la patrulla 4 (la de color verde) ganó el juego "El Grillo" en el parque municipal, con un total de 45 puntos. De ahí el grupo se fue a cenar junto al fogón del campamento, a escuchar guitarras afónicas y declaraciones utópicas y tratar de abrazar alguna cintura amigable...

domingo, 5 de diciembre de 2021

El peso del mal

Abrí los ojos que tenía apretados con excesiva fuerza, miré hacia el horizonte y vi oscuras nubes que derramaban su acuosa carga, dejando ver tras la cortina gris la dorada bola de fuego, apenas su acariciante luz traspasa y se pierde sobre la superficie de la tierra. 

Giré la cabeza por sobre mi hombro apenas húmedo por las gotas que empezaban a caer sobre mí; miré en búsqueda de algún refugio que el cordón de la vereda no podía ofrecerme y a lo lejos divisé una cortina de álamos que indicaba la presencia de una chacra y tal vez, una acequia por la que seguramente fluía un hilo de agua con la que se riega la verde mata de cereal o el árbol de fruta. 

Me levanté y sin mirar los hoscos rostros de los automovilistas apurados montados en sus vehículos veloces crucé la calle con pasos largos y rápidos convencido de que ahí lo encontraría. Al llegar, sin perder un segundo busqué entre las raíces de los árboles, entre las ramas de los arbustos del boulevard, bajo la alcantarilla, detrás de la compuerta del derivador. 

Después de tanta búsqueda inútil, de tanto creer en su existencia, con el brazo extendido y la mano mojada por el agua del pequeño canal, mis dedos tocaron el material frío y siniestro de ese objeto que siempre supe que encontraría.

Lo saqué del agua y lo miré. La fuerza del mal contenida me pesaba en la mano, mis rodillas temblaron y estuve a punto de resbalar. De pronto escuché una voz que me preguntaba si me pasaba algo. Y yo, poseído por esa fuerza desconocida y sin tiempo a reflexión, levanté los ojos, vi un rostro que no reconocí y simplemente apreté el gatillo.

viernes, 19 de noviembre de 2021

Desquite

Iba con los ojos entornados, castigados suavemente por la claridad del sol de media tarde que entraba por la ventanilla del auto, y pensaba que no había casualidad en nada de lo que le pasa a las personas, que de todo se saca una enseñanza y está en uno aprovechar ese conocimiento extra que la vida se digna proveerte, y me dije que no estaba mal hacer lo que nos hace sentir bien y tratar de olvidar aquello que pesa en la conciencia y que enturbia los sueños.

El Renault 12 aceleró en un espasmo de energía y la sonrisa irónica de Leonardo me devolvió a la realidad, En qué estabas pensando marmota? inquirió en forma poco sutil, En nada contesté con una mentira que luego aclararía, Lo que pasa es que si te cuento te vas a cabrear. Me miró como quien conociendo más de lo recomendable a una persona, penetra en forma casi instantánea en sus pensamientos y me dijo muy serio, Gordo, ni se te ocurra siquiera pensarlo. Al hablarme, giró su cabeza para enfrentarme y hacer ese gesto de pretender intimidar con la mirada que utilizaba en todas las discusiones en que el culpable era el de enfrente. Yo desvié mi atención hacia la rotonda de acceso a Puan que se aproximaba y dije Ya llegamos y empecé a hablar de un amigo y compañero del secundario que vivía por estos pagos.
Pasamos el centro desierto y nos dirigimos directamente al balneario, bajamos todo lo necesario y algo más, encendimos el viejo Johnson 25 y salimos, pensando navegar unos treinta minutos, lo necesario para llegar a la parte más alejada de la laguna, atrás de la isla, es decir el mejor lugar para asegurarnos una buena pesca.
Tiramos el ancla para evitar el gareteo de la embarcación y armamos en silencio las cañas. Pensaba que había evitado el enfrentamiento hasta que lo vi encender con parsimonia un Marlboro y mirando la punta de la línea de pesca me dijo Contámelo todo. Ante el pedido casi imperativo me resigné a entrar en detalles, Ok te acordás hace como tres meses más o menos que nos juntamos a comer un asado, creo que en la casa del Chato, Si era porque inauguraba la parrillera, Bueno la cosa es que me pasó la dirección de un tipo que buscaba un chofer para repartir encomiendas y paquetes y lo fui a ver, necesitaba el laburo y enganché para los fines de semana. Entonces, al tercer viaje tuve que ir a Saavedra a una farmacia a buscar unos bultos, iba a ser un trámite normal pero se complicó porque pinché una cubierta, Eso no es una complicación acotó muy firme, No pará, es que el celular no tenía señal y estaba en el camino viejo y se trataba de llegar a eso de las nueve de la noche para enviar el paquete a La Plata. La cuestión es que no llegué a tiempo... La caña de Leonardo tembló y el reel anunció la presencia de una buena pieza, un pejerrey que lo entretuvo por casi diez minutos, resistiendo con sabiduría la seguridad del pescador. Al terminar, me miró y me espetó casi enojado, Ahorrate los detalles ya se para dónde vas, yo hablé con el que debía recibir ese paquete, estaba realmente muy enojado, era muy valioso el cargamento que llevabas, Si ya sé, lo interrumpí, pero no hubo nada que yo pudiera haber hecho, incluso intenté caminar pero estaba lejos, de todos modos no iba a llegar a la hora que habíamos quedado, recordé en voz baja.
El sol poco a poco caía hacia poniente y mermaba la potencia de su luz y el abrigo de sus rayos y la tranquilidad que había sentido arriba del auto desaparecía y era reemplazada por una inacabada inquietud que me turbaba, que no esperaba de mi amigo. Me empezaba a sentir amenazado, en peligro aunque nada concreto lo hacía palpable. No estaba asustado, me deprimía el hecho de no poder identificar ese malestar, no había nadie alrededor.
Un total de veintiocho pescados engrosaron la bolsa de tela húmeda que habíamos llevado. Era una buena pesca considerando lo tardío de la temporada, hacía calor y no pensé que pudiéramos superar las quince piezas. Calculé eran las ocho y media de la tarde cuando lentamente Leonardo empezó a sacar el ancla del fondo, Lo que pasa Gordo, me dijo, es que arruinaste un muy rentable negocio y ahora se necesita una compensación de tu parte, al mismo tiempo que enredaba el cabo alrededor de mi cuello y me empujaba hacia atrás, Y tiene que ser así, dijo sin dudar aunque con una mueca de nostalgia en el rostro. Yo caí al agua de espaldas y sentí que el ancla volvía a buscar el lodo del lecho de la laguna, arrastrándome sin remedio. Miré para el interior del bote y vi a mi amigo con los ojos fijos en mi palma abierta, no me pareció que sintiera culpa alguna. No hubo lucha ni resentimiento, sino una insoportable sensación de que no valía la pena todo lo que me preocupaba, darle de comer a la tortuga, pagar el alquiler, llevarle flores a la tumba de mi hermano, maldecir al presidente de turno, hacer el amor tres veces por semana, todo eran ahora circunstancias pasajeras, banales, superficiales, nada me haría el favor de desquitarme de esta vida vacía que llevé y que nunca podré rehacer. Aspiré con fuerza el agua oleosa y oscura de la laguna y dejé que me llenara los pulmones.

viernes, 12 de noviembre de 2021

Como cada noche

 La copa de champagne sobre el piano... Do, re, mi... Mi, fa, sol. Mis dedos se deslizan sobre las teclas con miedo, como si las acariciara, como te gusta acariciarme, dejando que cada nota llene el salón. Sol, la, si... De golpe, volteo la mirada y estás ahí, parada en la puerta, con tu vestido negro, que hace juego con tus ojos en la penumbra, y comenzás a acercarte lentamente hacia el medio de la sala... Hacia el piano... Hacia mí.

Bebo un último trago y descubro la flor en tu mano. Jugás con la rosa como si fuera un florete y te alejás del piano y vas contra la pared. Contra el espejo. Y comenzás a hacer figuras apoyada en la baranda mientras te reís y bailás al compás de las notas. Y te movés y saltás y gritás y te acercás y te alejás.

Volvés contra el espejo y no puedo adivinar tu reflejo. Desaparecés en la oscuridad y reaparecés a mis espaldas. Pasás tus brazos a través de mi cuello y depositás la rosa en la copa. Re, mi, sol, fa, la, la... Y cantás. E inundás el salón con tu voz maravillosa mientras te subís arriba del piano y finalizás tu acto. Agradecés al inexistente público sus sordos aplausos y te agachás frente a mí y me invitás a bailar.

Y nos perdemos en un tiempo de tango. Tu mano derecha en mi nuca... mi mano izquierda en tu cintura. Las dos restantes juntas, a la altura de nuestros cuellos, con los dedos entrecruzados. Y tus ojos en los míos y los míos en los tuyos. Silencio. Que nuestra música nos lleve. Dos pasos a la derecha y uno atrás. Y un intento de ocho que termina con nuestros cuerpos en el piso, riendo como dos chicos. Y me ayudás a levantarme y te acercás al piano nuevamente y tomás la rosa en tus labios.

Y tus ojos vuelven a los míos, y la melodía nos vuelve a dictar los pasos. Y te hago dar una vuelta y te caés, entre cansada y borracha. Y tus ojos quedan en el techo mientras vuelvo a acariciar las teclas, casi dejando escapar las notas de aquella canción que tanto te gustaba. Y musito en voz baja la letra.

Y vuelvo como cada noche a tomar el último trago de la copa, que ya no sabe a champagne ni a rosas, sino a sangre. Y vuelvo a mirar, como cada noche, a la derecha del piano y te veo tirada con la rosa clavada en tu pecho. Y tus ojos vuelven a mirarme, por más que yo los esquive, y de pronto tu fantasma comienza a elevarse y pasea por toda la sala, volando, pasando sobre el espejo, colándose dentro del piano, acercándome un sonido de violines desafinados. Y llevo mi mirada a mi mano, y el cuchillo todavía está sangrando. Y escucho a tu amante que corre y salta a través de la ventana, pidiéndome que respete su vida. Y tus ojos muertos que continúan mirándome, expresando tu incomprensión. Y volvés a pasar tus brazos a través de mi cuello y te vas alejando, como cada noche, a medida que la canción termina y la noche se muere. Y yo vuelvo a gritar como un loco.

Termina la canción, y las primeras luces del alba se filtran a través de la ventana. Y tu reflejo vuelve a estar ausente. Sólo queda la rosa en el piso, y tu promesa al oído, como cada vez... Y el enfermero que vuelve a entrar por la puerta y el salón que de golpe se convierte en una habitación acolchada. Y la aguja de la jeringa que nuevamente me induce a la oscuridad. Y siento que mi camisa me aprieta un poco más, produciéndome un leve dolor.

Y, como cada noche, saludo tu fantasma, prometiéndote lo mismo: hasta mañana por la noche, mi amor.

jueves, 28 de octubre de 2021

El amor en una mirada

 La mirada se le perdía entre la cantidad de gente que caminaba por la costanera. No buscaba entender qué los motivaba a soportar con estoicismo la humedad eterna que venía desde el mar y amenazaba con mudarse al interior de sus huesos. Tampoco había venido a buscar ahogarse en ese par de ojos marinos que lo buscaban desde el kiosko ni ensuciarse con el marrón terroso de su piel norteña, aunque tal vez pasara más tarde a buscar consuelo, aún no lo sabía. 

Su mirada tenía una intensidad, un fuego interno que la alimentaba y la llevaba a apenas pestañear. Más de una vez recibió de vuelta reproches silenciosos de transeúntes incómodos; no le importaba e incluso le producía un extraño placer pero no encontraba indicio alguno de lo que quería encontrar.
Caminó despacio, el bolso del mate le colgaba bajo el brazo con una leve oscilación que hacía las veces de recordatorio (nunca se sentó a llenar el cuenco de yerba y agua caliente) y llegó al extremo donde la calle se topaba con el muelle y la pequeña playa se truncaba para darle paso al hormigón. dio media vuelta y encaró de nuevo a la gente, ahora con el sol poniente que le cegaba y lo obligó a ponerse los lentes oscuros. Así, la búsqueda se hizo más difícil, el tornasol dificultaba detectar aquél brillo que sabía existía en alguna parte.
Volvería. No dejaría que esos ojos que lo encandilaron, se pierdan en el ingrato destino mediocre de una existencia fútil. Él se encargaría de hacerlos revivir...

miércoles, 15 de septiembre de 2021

Viento que traes esos papeles

Hay que ver al viento y su incapacidad de quedarse quieto siquiera un momento, eh. Todo el tiempo haciendo de las suyas; la suya es menearse de acá para allá, es llevar cosas de un lado a otro y sin permiso de sus dueños. Llenar los cordones de la vereda de hojas, los zaguanes de papeles, las cabelleras de enredos es cosa de esos días. Y así, encontrar en los rincones prendas huérfanas de piel, diarios con sus lectores amputados, dibujos reclamando a gritos que los terminen de pintar, papeles sin dueño que como último intento de ser leídos salen flameando y rebotan en la cara de los paseantes.

De pronto y sin motivo, empiezan a girar y se mezclan con hojas amarillas que con crujientes lamentos llaman implorantes que las vuelvan a alojar en una rama cualquiera de cualquier árbol, con tal de no estar a merced de ráfagas indescifrables de aire en movimiento. Pero no hay consuelo para esos papeles que reposan efímeros segundos en el piso para luego remontar vuelo en dirección al cielo, siguen buscando un dueño que los encarpete, que los lea y relea en ceremonioso silencio, cubriéndolos con una mirada protectora y no los deje bajo los caprichos del viento.

Y no hay redención para quien sin pensar escribe y arroja, sin sentir se arruga bajo la manta que se menea con violencia. Hay que ver al viento y su capacidad de llevar lejos esos papeles arrugados y aún así filosos, casi virulentos, buscan indiscretos remitentes que acusen recibo en este giro dramático de la brisa invernal.

lunes, 23 de agosto de 2021

Lo malo del tiempo es que tiene roto el botón de "pause"

 Todos añoramos alguna vez volver a ser niños, a ser inocentes. Todos alguna vez fantaseamos con poder ser caprichosos, llorar y patalear sin complejos, torcerle la cola al gato y echarle la culpa al hermano menor o patear una puerta hasta dejarle un tremendo agujero porque tu hermana se escondió después de hacerte enojar. Y hacer una choza en el patio trasero, treparse a los frutales, tirar bombitas de agua, correr carreras de bicicletas en la plaza, jugar al fútbol en la calle con el portón del garage de arco, hacer un pijama party en la casa abandonada de la esquina, tirarse piedrazos con la banda de la otra cuadra, hacer juguetes con pedazos de madera y cartones, jugar al cuarto oscuro, destruir playmobils y duravits, cortarle el pelo a la Barbie de la hermana e imaginar que la bañera es una nave espacial sin sentir que somos unos desubicados o unos grandotes pelotudos.

Ese otro momento de la vida en que nos soñamos grandes, en que nuestros anhelos se ven lejanos y que no sabemos aprovechar sino hasta que se esfumó tras las hojas del calendario. Y atesoramos figuritas, fotos viejas, revistas destruidas, colecciones incompletas, pretendiendo robarle a la vida ese trozo llamado infancia. No lo logramos, pero por la ventana de los recuerdos nos espiamos y dejamos rodar una lágrima de felicidad.

De a poco el paso del tiempo nos va poniendo más serios y quizás más preocupados, aunque nos deja abierta una esperanza, una posibilidad de volver a ser niños otra vez, aunque sea por un ratito.

sábado, 7 de agosto de 2021

Oh, qué hay de nuevo, viejo!

 En tanto que la ciudad se empeñe en repetir

en modalidad de cinta sinfín
todos esos oscuros, pérfidos defectos
que hacen a su maltrecha naturaleza;
en tanto que ella me ignore con voluntariosa actitud
y no deje ni un mínimo espacio a mi expresión
de nada en general y de todo mi particular;
en tanto que aquellos que habitamos esta ciudad
no volemos los prejuicios, no dinamitemos los miedos,
no erradiquemos al virus del menosprecio,
en tanto nos sigamos manejando con hipocresía
a la hora de llenar el sobre con nuestra opinión,
en tanto sigamos siendo prisioneros,
seguiremos pagando deudas que no disfrutamos,
comprando comestibles que no alimentan
y votando representantes políticos que no nos representan,
que no trabajan para el pueblo.

sábado, 10 de julio de 2021

Como la vida se empeña en ser circular

 Agradeció al empleado de la estación de servicio por la información brindada, aunque no entendió por qué tenía cierta cara de enojo y sospecha, y salió caminando por la vereda destruida del baldío lindero, llegó a la esquina y dobló a la izquierda.


Aún no recordaba las razones por las que creía que ir a la tintorería, que ese lugar sería seguro y beneficioso para él, tenía esa rara sensación de estar viviendo algo como en una cinta sinfín, mirar los mismos paisajes, caminar la misma vereda y no avanzar ni un centímetro, aunque hubiera doblado nuevamente a la izquierda.

Le dolía la parte de atrás de la cabeza y tenía en los brazos una sensación de ardor, como si un gato lo hubiera arañado y la herida se hubiera infectado. Sentía un poco de calor, tal vez porque la campera que llevaba era demasiado gruesa para la estación pero por alguna razón inconsciente no se la iba a sacar.

De pronto, lo asaltó una duda. Se quedó mirando hacia el piso, con ojos vacunos. Se palpó los bolsillos y más tranquilo, decidió averiguar dónde quedaba la casa de su primo, una tintorería en la que habían quedado en encontrarse.

Dobló a la izquierda en la esquina y vio adelante una estación de servicio y decidió que allí sabrían decirle dónde quedaba la tintorería…

jueves, 24 de junio de 2021

Como una roca

Aunque caiga en la desesperación y deambule ciegamente chocando y rebotando; aunque me lo pidas una y mil veces y quede estático como una roca. Sordo, ciego, mudo, muerto.

Aunque se me quiebre el alma, se me detenga el corazón y mis pulmones no retengan el aire, ya mi mirada no sostendrá la tuya en una íntima conversación inexpugnable a cualquiera alrededor.
No importa que me traten de loco y que me rechacen obstinadamente puteando y gritando; no importa que no pueda ya ponerme de pie y quede estático como una roca, inmóvil, quieto, pesado, solo.
No importa que emprenda ese viaje que dicen es no retornable y ya no se me recuerde, ya mi vida no tendrá sentido para mi porque no tendrá la tuya para entablar esa charla sin palabras, llena de códigos y sobreentendidos.
Aunque crea que todo saldrá bien me estrellaré con pálidas y malas noticias, llorando y rogando; aunque me caiga y levante infinitas veces no seré yo el que eleve la bandera de la voluntad.
Aunque el desaliento me abata y quede estático como una roca, no me verán del todo vencido, ya todo tiene fin y principio, que nos llegará a todos, irremediablemente, sin poder evitarlo

viernes, 21 de mayo de 2021

Hilo musical en el encierro

En esta tarde gris, en la víspera de un nuevo encierro y con la tormenta por la ventana amenazando caer, sintonicé la radio en FM, subí el volumen al máximo y sin desearlo escuché nuestro tema que inundaba el despacho en profundas e hirientes, punzantes notas musicales. 
Me recliné en las profundidades del sillón, me encerré rodeado de mis pensamientos que iban rotando sin pausa del más agradable éxtasis de inmensa felicidad de tus recuerdos hasta unos indescriptibles nudos en la garganta (y en la espalda) de la angustia de todos los días. 
La canción que sonaba, sus acordes melodiosos fueron un viaje sensorial que me transportó muy lejos sin necesidad de levantarme de donde estaba, con los ojos cerrados con firmeza. Y de pronto, como salido de un sueño ajeno escuché tu única voz que imperiosa gritaba, que con dulzura susurraba mi nombre, que me empujaba y me elevaba. 
La radio, ahora molestando vendiendo electrodomésticos que se rompen al primer uso y dando  sin anestesia malas noticias en general me impedía poder saber de dónde venía ese dulce e irresistible llamado.
Entonces abrí los ojos muy lento, muy despacio, como acariciando, como disfrutando el movimiento; alcancé a percibir entre grises brumas y sombras tu rostro, tantas veces deseado, tu pelo perfumado y ya no necesité saber nada más. 
Lejos, muy lejos de mis sentidos, la radio aún anunciaba el siguiente tema. 

jueves, 6 de mayo de 2021

La verdad sobre la lluvia y mi escritura

 Miro la pantalla y transpiro. Me pasa eso cada vez que deseo escribir algo y la imaginación se ha tomado vacaciones dejándome sin recursos. De ahí que traspolo la culpa y la resignación y pienso en lo que haría un autor desesperado por encontrar la huella del texto, el rastro que inevitablemente está marcado para el alineamiento perfecto de las letras; mirar por la ventana es algo trillado, lo mismo que releer cartas lacrimógenas o golpearse el dedo chiquito contra la pata de la cama y hablar sobre eso. Tampoco sirve llamar a los amigos para que te cuenten sus vidas, de más está decir que sus problemas exceden a cualquier literatura medianamente racional.

Salir a mirar un puente bajo una lluvia torrencial o sentarse en un banco público de una plaza cualquiera podrían ser opciones que un artista podría considerar válidas, cosa que disto bastante de ser.
Aunque pensándolo bien, hablar exorcisa las cuestiones que abordan, las humaniza, las hace alcanzables y un poco menos imposibles. Lo difícil sería en este caso encontrar alguien que retruque, que movilice, que sea transgresor y original para compartir el experimento. Y lo es, no hay caso.
Miro la pantalla y no me gusta lo que leo. Borro y reescribo, sin éxito. Queda bastante más mal redactado y más vacío que la primera vez. Empiezo a creer que el camino no es ni tan claro ni tan inevitable. Por lo visto, estoy enamorado de una novia esquiva. Llover, no llueve y será imposible salir a mirar puentes.
Que se me haga un nudo en la garganta de emoción al ver una película más cercana a la comedia que al drama me perturba. Me estaré poniendo viejo? Cualquier cosa me inunda los ojos al punto que debo mirar para otro lado y hacerme el distraído para que no se me note. Podría aprovechar esa debilidad para empezar pero como soy medio caído del catre, pierdo el impulso inicial y dejo pasar el tren. Aparte, me delataría. Todo el mundo sabe que lo mío es medio autobiográfico y medio delirio.
Podía llover un poco así le echaría la culpa de que mi camisa esté empapada...

sábado, 1 de mayo de 2021

Esta gran ciudad impura

 "La gran ciudad absorbe todo, 

mi tiempo, mi pensamiento, 

me aleja de vos, de lo que siento.
Las inertes paredes de concreto
me cubren las espaldas
cuando camino por las veredas
ardientes y llenas de sol.
Los edificios de forma inhumana
se asoman amenazantes hacia mi
y la rutina de los horarios
me enloquece aún más.
Las calles inundadas de ruido
ensordecen mi sentir, 
las luces de los autos
enturbian mi mirada 
ya bastante ensombrecida por mis lágrimas
que se deslizan llevándose algo de vos. 
En esta gran ciudad invisible
arrastré mis pasos sin huella hacia el fin
de esta avenida polvorienta
sin saber siquiera si te importaba
sin recordar por qué estaba solo.

Esta gran ciudad agranda mi habitación,
estira las distancias,
favorece el olvido."

martes, 20 de abril de 2021

De vos depende

Hay muchas cosas que pueden paralizarte, negarte ese beneficio que es el movimiento, el poder elegir entre estar en un lugar o en otro, más allá de las distancias. Paralizarte la capacidad de levantar la mano, adelantar la pierna, cruzarte de brazos o mover la cabeza. Aunque bien mirada, en la imposibilidad del movimiento, el verdadero beneficio es en sí la elección.

El movimiento te lleva a conocer algo más que la cara, la fachada, el resumen; brinda un contacto más estrecho, cercano con la existencia.

Hay muchas razones que pueden motivar el movimiento y creo que son todas valederas; es cuestión de que cada uno encuentre la que motorice y justifique el esfuerzo que se necesita para que valga la pena. 

Creo que no es fácil tomar el camino y marchar kilómetros en busca de un futuro. Fácil es callar el compromiso, cerrar el alma a los problemas y voltear la cabeza hacia un costado.

Lo cuestionable del futuro es que nunca llega. Vivimos pensándolo, incansablemente lo ideamos, lo recreamos, hasta lo soñamos. Y cuando creemos que hemos llegado, lo único que obtenemos es un efímero presente y un moroso y desconocido pasado; y un futuro de más kilómetros y sueños. Nos vemos obligados a sacudir el polvo de nuestros proyectos para ver si alguno sirve de algo.

Es inútil esperar que se presenten soluciones mágicas, sólo habrá soluciones prácticas para un problema concreto. Todas las aparentes soluciones carecen del componente mágico y de hecho son muy difíciles de conseguir; todas tienen una innegable forma terrenal. 

sábado, 10 de abril de 2021

Mateando antes del anochecer

Apenas escuché el suave murmullo del agua acercándose al punto en que ya hervida no sirve para la infusión, giré la perilla de la cocina para hacer desaparecer la llama y extinguir así su calórico poder.
Me quemé los dedos al intentar tomar la pava por la agarradera; tuve que servirme del repasador, rodear con él el mango y humedecer de esta forma la yerba en su cuenco original.
La bombilla, inmóvil en su lugar, sirve de puente y conector entre el fulminante sabor terrestre y su inevitable destino.
Miro fijamente la superficie espumosa mientras la música que suena envolvente me eleva con suavidad; el abrazo del sol y sus rayos fraternales me adormecen. Apenas se perciben los sonidos de la calle, ahogados por la altura, entumecidos por el leve fresco que de la mano del otoño se va adueñando del ambiente.
Sorbo de a ratos, el calor se transmite del mate a mi mano, de la boquilla a mis labios, del agua grumosa a mi garganta. La pava refleja brillante sobre la mesa la tranquilidad que le presta el prematuro ocaso blanquecino.
Se me turba la mirada, se me agarrota la garganta, la emoción barrunta mi espíritu. Te recuerdo tan nítida que a veces me equivoco y te cebo un mate pensando que estás en la ronda y me obligo a tomarlo, triste.
Miré de nuevo hacia la habitación, revisé el balcón y también debajo de la mesa; casi se me cae la yerba inclinado de rodillas al lado de la cama. Lo que no pude evitar que caigan fueron mis lágrimas al recordar tus mates dulces de edulcorante en la mañana, verdadero veneno para el estómago como tu amor para mi corazón.
Aparté de un manotazo esos recuerdos, tiré la yerba a la basura y salí del departamento dando un portazo.

miércoles, 7 de abril de 2021

Razones para escribir

 A veces escribo porque me brotan las palabras sin control, rabiosas, apuradas. Hay algo que dispara un pensamiento, un hecho que me provoca, me hace reflexionar. Y de ese pensar surgen frases hirientes, máximas absolutas, reflexiones que pretenden ser profundas y resultan superficiales y casi siempre textos tediosos, pretenciosos párrafos con ínfulas editoriales. Siempre dije que escribir me parecía más útil que ir a hacer análisis y bastante más barato. 

Otras veces porque un sentimiento que aflora en mi me genera algo que decir. Es difícil la traducción de sentimientos a palabras y para eso uso muchas metáforas y el diccionario. Casi nunca digo con exactitud lo que siento, no encuentro palabras para hacerlo. Muchas veces termino diciendo lo diametralmente opuesto, lo cual debo reconocer que no me frustra, digamos que cumple la función de exorcisar el sentimiento no importa cómo.

Pero la mayoría de las veces escribo porque es muy sencillo combinar las palabras en una frase sin tener que pensar que es un trabajo. Este espacio logra de por sí inspirar, la plantilla en blanco no es un desafío, es una invitación. Las palabras se suceden, se acomodan unas junto a la otra, se saludan y crean en conjunto un efecto de gran impacto. Escribo porque me gusta pensar que alguien lo leerá y de algún modo crecerá. Aunque eso nunca ocurra.

domingo, 21 de marzo de 2021

Vida entre fuerzas

En el mundo de hoy ser gris, ni blanco ni negro, ser intermedio, ni liviano ni pesado, ni oscuro ni claro, ni superficial ni profundo puede ser considerado peligroso. No tomar partido en forma clara y definitiva por alguna cuestión te puede dejar en una situación complicada, desprotegida.


No encontrar el lugar de pertenencia, una opinión que refleje nuestros pensamientos o una palabra que resuma el estado de nuestro alma te hace estar perdido en medio de una encrucijada sin saber hacia donde dirigirnos. Nos hace estar en un estado de ir adivinando en forma constante para donde ir, perdido el rumbo, descontrolada la brújula.


No ser fuerte, tampoco sensible; no ser locuaz, tampoco callado; no ser ignorante, tampoco un genio. Los extremos están tan lejos que vivir entre mareas que empujan poderosamente, que piden de mí más que demasiado se torna imposible de soportar.


Vivir entre cejas que asustan expresivamente, que exigen de mi mucho más que lo justo, perdido en la neblina del disconformismo tratando de escapar de la tirana mediocridad, de que te consideren tibio y no sabiendo que camino elegir aplastado por el miedo de optar por el erróneo, de no poder volver hacia atrás. De cometer algo que no se pueda reparar ni remendar.


Y comenzar de nuevo.-

viernes, 12 de marzo de 2021

Todo es relativo

Nada de lo hecho por cualquier hombre que pisara suelo terrenal tiene carácter absoluto.
Todo lo dicho por cualquier boca adornado con palabras coloridas siguen de cualquier manera siendo palabras comunes, negociables e intercambiables para nuestra conveniencia. Lo que hoy es argumento sólido, mañana será ignorado y reemplazado por otra razón igualmente vacía y superflua.
Todo lo realizado en algún momento de nuestra historia se comprenderá en su totalidad penetrando en la mente del hacedor y perpetrando sus intenciones. Lo que para algunos son instantes de gloria, inolvidables momentos que deberían ser recordados para la posteridad, para otros es una insondable pérdida de tiempo.
Todo lo sufrido en estos siglos de civilizadas guerras y de matanzas progresistas no son más que producto de meros hombres a los cuales les surgieron en la cabeza pensamientos equívocos, creyendo erróneamente que tenían el derecho y la obligación de comportarse como dioses.
Existen muchas diferencias en los objetivos que los hombres se plantean para sus finitas vidas; también en la manera en que éstos transitan su paso efímero en este universo y por esa razón los actos y dichos de un simple mortal adquieren relativa importancia para algunos y para otros muchos un relativo desconocimiento los rodea suavemente hasta el fin, ocaso de sus días que con seguridad transcurrirán con relativa felicidad.

viernes, 19 de febrero de 2021

En tu espera

¡Qué angustia y desasosiego genera la espera! Te espero y te demoras. El dial del reloj se despinta con mi mirada fija posándose sobre el; aún así su marcha es excesivamente lenta.

Qué impaciencia siento crecer dentro mío, mis pasos se acumulan uno tras otro pero no me acercan a ningún lado. Y es que parece todo en sintonía para que te espere. Mientras tanto, afuera nubes lentas, ramas del sauce meciéndose lento y la quietud de la tarde hacen eterna esta espera.

El abismo de mi alma se hace aún más profundo cuando te aguardo, más poderoso. Y me aguarda también, sólo que su paciencia es infinita y su triunfo seguro.

El hueco de la soledad se alimenta de nuestras esperas, de nuestros anhelos; como siempre esperamos más, deseamos más y lo que obtenemos sólo nos deja algo conformes, el hueco sólo se hace más insondable, la soledad más oscura y más vanas nuestras esperanzas.

¡Que inquietud se apodera de mí cada vez que te espero! Salen a relucir todos mis tics inútiles, movimientos rítmicos sin motivo, mirada ansiosa perforando el aire, mis pasos errantes alrededor de las paredes prisioneras.

En mi mente me asomo una y otra vez al zócalo de tu espalda, imaginando con vértigo mi desvelo; entreabro despacio la cortina de tu cabello suelto y paso a paso exploro el territorio que ante mi se presenta.

El tiempo que te espero es la eternidad y el instante en que llegas, otra eternidad.

viernes, 12 de febrero de 2021

Oscuridad como punto de partida

 La noche fue oscura, navegando en la insensatez del pensamiento nublado, cegado, pensamiento que no tenía rumbo ni destino. No tener noción del alcance de lo ocurrido generaba una cierta pesadumbre, un inquietante sentimiento de responsabilidad amputada. La soledad del pequeño cuarto era solo interrumpida por los haces de luz que penetraban desde los ventanucos rectangulares que coronaban las vacías paredes. Este vacío original cedió su lugar con el paso del tiempo y de los huéspedes, a voces sin redención que oyendo a los gritos de la rebeldía interna rayaban con lo que tenían a mano la pintura de color apagado que cubría el revoque calcáreo. Fechas, nombres, lugares, conformaban un inventario desordenado de almas trashumantes, culpables de vivir sin permiso, realizando promesas sin intención de cumplirlas. 

La pared que interrumpía el uniforme fondo de la habitación ocultaba a duras penas el hueco donde bullía el hedor de los desperdicios naturalmente humanos y servía de segundo capítulo para las peticiones desesperadas, inútiles súplicas sin sentido. 
El suelo frío, dudosamente hospitalario, recibió sin inmutarse el calor desamparado de mi cuerpo; me servía de compañía una manta y un colchón amistoso, recibiendo mis desvaríos solitarios, mis sueños caóticos, protegiendo mis ansias de libertad. El silencio agobiante es la peor de las características decorativas y el eco resultante de los errantes pensamientos bailan pesadamente en los mínimos metros cuadrados. El aislamiento es el peor castigo para los seres concebidos en sociedad. La imposibilidad de reconocerme en otro par de ojos me sumió en un estado de distancia intangible, de mutismo indolente, de terror oscuro. A través de la pesada puerta de impenetrable metal se suponía un mundo activo que continuaba girando, naciendo, desarrollando, muriendo. A ese mundo yo quería volver, quería pertenecer con poderoso deseo. Nunca más esta sórdida celda logrará seducirme.

jueves, 4 de febrero de 2021

Astros sin horizontes

 Sol, inmensidad,

quietud, sopor, soledad.
Estoy solo en este lugar,
no sé en qué pensar
me pierdo en tu rostro
cual un pequeño lobo;
fenezco en tu insondable sonrisa
luz y vida
de mi vida.

Luna, oscuridad,
frescura, inocencia, sinceridad.
Estás muy sola en aquel lugar,
no sabés si reir o llorar
te perturba mi mirada
cual alondra asustada;
sucumbís en mis brazos
refugio y amparo
de nuestro lazo.

Estrella, grandiosidad,
lejanía, brillo, soledad.
Está aislada en ese lugar,
no sabe como pensar
se siente sola
cual una suave onda,
se abstrae en su corazón,
invadido por la desazón
queriendo ser razón.

Tal vez esté enamorado el sol,
quizás la luna esté asustada,
a la estrella la agobia la soledad
pero en el corazón de cada uno
reposa la intuición,
se agazapa la esperanza,
brilla la humildad,
y la certeza
de creer en el futuro.

viernes, 22 de enero de 2021

Soliloquio en inconsciencia

 Llega el fin del viernes y una tranquilidad infinita se apodera de mi cuerpo, después de haber circulado la semana a máxima velocidad y sin parar. Percibo las cosas con una serenidad exagerada, más indolencia que otra cosa. Si la ciudad cayera presa de un hipnótico sueño a partir de este momento no podría ser más estática ni más invisible que lo que es ahora para mi.

Me asomo por el balcón a mirar hacia abajo y pienso que esas luces son intenciones y no vehículos, son invitaciones, son alegrías y tristezas, son voluntades buscando un camino.

Los amigos descansan lejos o se cansan de esperar y sin mirar atrás se marchan aún más lejos. Y no es porque uno no pueda brindarles nada, es porque la simple complejidad de lo cotidiano hace imposible una simple coincidencia (de coincidir, estar de acuerdo) y pasamos a depender del azar para comunicarnos.
De golpe y sin previo aviso, el acelerador se traba de nuevo llevando al extremo el vértigo. Me arrastra, me lleva a lugares donde no deseo estar; mi voluntad tiende a alejarse como magnetizado con el mismo polo, rechazando.
A la larga los individuos se acostumbran a determinados comportamientos extraños porque su repetición los hace tolerables. Aunque seamos honestos, es mucho más interesante no recibir cuestionamiento alguno que poner un esfuerzo en entender; mucho más sencillo enfrentarse a un espejo que me devuelve lo conocido que a un maniquí que nos enfrenta sin miedo.
Tal vez sea mucho hablar de diversidad, digamos disenso, digamos otredad. Total, nos vamos a quedar con la duda de todas maneras.

jueves, 14 de enero de 2021

Des-bloqueo del escritor

Esa noche no podía dormir. Trató de relajarse, de dejar su mente en blanco, pero mientras más lo intentaba, más rumiaba ideas que no alcanzaba a entender con exactitud. 

Buscó un anotador y apoyó la punta de la birome sobre la hoja en blanco, como si esperara a que las palabras emergieran por sí solas. Sin embargo no encontró la manera para que la tinta azul trazara más allá de un punto. El cansancio la invitaba a dormir. Se acomodó otra vez en la cama y apagó la luz. Pero cuando sus ojos se cerraron su mente se llenó de imágenes confusas. ¿Eran recuerdos, sueños o imaginación?

El ruido de la agujas del reloj despertador la irritaba, la aturdía. El zumbido del vuelo de un mosquito la ponía en alerta. Daba vueltas enredando las sábanas entre sus piernas. Presa del extraño presentimiento de que esa noche no iba a ser una noche más, decidió prender la luz, sin imaginar lo que estaba por suceder.

Por encima de su hombro alcanzó a ver el frenético movimiento de la birome azul que hace un momento tenía en su mano sobre el bloc de hojas, las cuales unas vez completas eran arrancadas y flotaban lentamente hasta depositarse en orden en la bandeja de plástico negro donde apilaba fotos viejas, facturas impagas y sobres cerrados de correspondencia que nunca leería. Las agujas del reloj, giraban locamente, sin ritmo ni velocidad, un par de vueltas hacia un lado, otro par de vueltas hacia el lado contrario, hecho que la hizo sentir alternativamente cansada y con los párpados pesados y despierta y fresca, liviana y lúcida. En ese momento, el mosquito aferró con sus patas la última hoja y en vuelo rasante se lo colocó frente a su nariz para que lo pudiera leer; ella se tomó un minuto para releerlo y asintió lentamente con la cabeza, sin emitir sonido alguno.

 De esa escena solamente tuvo como recuerdo vívido una roncha en el hombro de una picadura de mosquito. No quiso forzar más sus recuerdos, decidió dedicarse de lleno a la firma de sus libros, recién salidos de la imprenta.

lunes, 4 de enero de 2021

Pasado

Palabra con muchos significados
De variadas causas
Insospechadas consecuencias
No es una palabra más
Es una forma de evocar
Un conjunto de hechos
Que no se volverán a vivir
Un montón de sentimientos
Que no se volverán a sentir
Es el río que fluye inexorable
Es un baúl de enmarañados recuerdos
De frases inconclusas
De momentos efímeros
De instantes eternos
Imágenes congeladas
Palabra que guarda
Muchas personas
Muchas miradas, muchos abrazos
Y también muchos, variados errores
Es el verdugo de la memoria
El fantasma del presente
El tercero en discordia
El recuerdo lleno de deseado olvido
El olvido repleto de memoria.-