Hace algo de fresco y la noche está agradable; los aislados ruidos pandémicos en la oscuridad parecen ser más nítidos, más puros y por eso mismo más intimidantes. Y mirando por la ventana tengo tiempo de pensar, poner la cabeza en foco y dejarla fluir sin restricciones de cuarentena.
lunes, 26 de octubre de 2020
Momentos de suma importancia
viernes, 16 de octubre de 2020
El ejercicio de imaginar
Imaginar que vivimos en otro, diferente lugar, que nos rigen otras diferentes leyes, que nos contiene otro diferente cuerpo. Imaginar que viajamos rápida, solitariamente por otros paisajes y vemos árboles con forma de aves, insectos con forma de agua, rocas con forma de polvo. Pensar que el mundo no es esférico y que presenta forma de cuerpo amorfo (valga la paradoja) y varía cada tanto sólo para despistar, sólo por costumbre. Imaginar que las palabras que decimos salen sólidas de nuestra boca (con forma de dedo pulgar, por ejemplo) y se van volando por entre las nubes mientras las miradas se entrecruzan formando nudos complicados, queriendo entender vaya uno a saber que cosa. Pensar que nuestra realidad es de otros, y vivir viajando por nuestra imaginación, creando nuevos mundos, nuevos individuos, nuevas palabras; pensar que es real todo lo que nos rodea pero con otros nombres, otros efectos y otros olores. Imaginar un viaje con la imaginación donde lo increíble no lo sea tan solo para el que imagine que es posible porque de ilusiones vivimos rodeados, ilusiones que creamos con nuestras mentes, nuestras manos, nuestros prejuicios y que nos limitan hasta el extremo de no dejarnos mover con libertad, verdadera y concreta libertad de seres humanos con gran inventiva para crear obstáculos, para dificultar nuestra vida. Imaginar que el bien es tangible y verdadero, que el afecto no está en extinción, que el amor crece y se reproduce, es volverlos reales, visibles a todas las imaginaciones de los hombres y fáciles de sentir en toda la piel de animal que nos cubre. Crear con la mente lo que nos falta y volverlo corpóreo, completar ese casillero tan esquivo; desear que los recuerdos no se borren y la única imaginación poderosa nos lleve sin pausa al rincón más añorado del calendario. Imaginar, qué agradable sensación nos recorre el cerebro cada vez que viaja descontrolada nuestra imaginación.