domingo, 5 de junio de 2011

De regreso a la batalla

En esa ciudad hay una avenida de esas con un bulevar en medio. Algunas cuadras tienen un diseño elaborado de especies autóctonas, otras simplemente un estacionamiento. Las que a mi me gustan tienen gramilla y árboles de tilo a los costados.
Nosotros éramos cuatro amigos que vivíamos en la misma manzana. Yo era el mayor, por quince días. Nos pasábamos la tarde imaginando escenarios épicos, aventuras que resultaban verdaderas puestas en escena, con villanos y fortalezas inexpugnables. A veces en la terraza de la casa de Diego, a veces en el patio generoso de la casa de la abuela de Ricardo, muchas veces en la calle y en la plaza. Allí las batallas eran sobre dos ruedas, enfrentando un circuito fantástico, extremadamente complicado y con caminantes ajenos a nuestros deseos de ganar.
Nos unían las veredas en común y también el colegio. Diego fue conmigo desde primer grado hasta cuarto o quinto; ahí repitió pero lo pusieron con mi hermano y seguimos en contacto de esa manera. Incluso en la juventud compartimos la ciudad universitaria, aunque ya no éramos los mismos y nos mirábamos con extrañeza.
El primer tilo empezando desde el extremo oeste de la rambla tiene una forma particular: se parece a una nave espacial. Si te subís, previa apertura de la puerta deslizante, te vas a encontrar con el sillón del capitán, la cabina del piloto y la del artillero y un par de ramas más arriba están las cuchetas y la cocina. Ahí subidos conquistamos muchos mundos y ganamos innumerables batallas.
El tiempo pasó raudo, los caminos de nuestras vidas se bifurcaron, porque así suele ser la existencia. Cada uno tomó sus propias decisiones, soportó las complicaciones de ser vivo, de estar en el sistema. Y él, un día en que nadie se lo esperaba, tomó un cinto, se lo enroscó alrededor del cuello y cerró los ojos al abismo.
Si alguna vez alcanzás a ver a un adulto trepado a un árbol, enfrascado en una batalla interestelar contra una raza brutal, hacele la venia y pedile permiso para abordar que seguro está necesitando con urgencia un ingeniero para reparar el escudo protector.

14 comentarios:

  1. Me indujo a recordar las peligrosas misiones cumplidas con mi primo.
    Gracias capitán.

    Un abrazo.

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  2. Qué triste que la misma inofensiva altura que sirve para conquistar imperios imaginarios infantiles sea la misma que para deponer armas.
    Es raro lo que sucede con la gente cuando crece en muchas ocasiones, como diría Mafalda "quién se cree que es la vida para hacerle esas porquerías a la gente"
    Besos!

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  3. vaya historia.
    y lo más sorprendente es que el pasado, los recuerdos y lo vivido con anterioridad no nos detiene ni nos previene en el presente. Estoy pensando en Diego y en los motivos que le llevaron a suicidarse del tilo que representó su infancia, sus juegos y sus amigos.

    Me gustó leerte.
    me has animado a escribir sobre el suicidio.

    un abrazo amigo

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  4. Amigo, que recuerdos lindos y duros a la vez. Lindos por la inocencia de la infancia, duros cuando las vidas se bifurcan justa o injustamente, pero las cosas son por algo.
    La vida es como un "Elige tu propia aventura", y hay gente que decide darle el final antes de lo previsto.

    Besotes amigo, sabés que estoy!

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  5. Que bellos remembers!!!!

    Aunque en el aprendizaje siempre hay dolores que nos marcarán la existencia misma...

    P.D.:Dentro de mi alocada cabecita muchos recuerdos pemanecen,si,pero como dentro de una neblina y mejor que al menos por un tiempito más permanezcan ahí...

    BESITOS EN LA LUCHA :)

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  6. Lothar, si fueron misiones cumplidas me quedo más tranquilo; su primo seguro que era un eximio capitán y usted el mejor comandante!
    Abrazos y no me agradezca los recuerdos!!

    Lola, supongo que la vida nos hace eso para que podamos aprender algo y lo recordemos aunque sea mirandonos al espejo.
    Las aventuras infantiles deberían ser patrimonio intangible, mire lo que le digo!!
    Besos!!

    Esil, es el día de hoy que buscamos esos motivos, aún vanamente. Los recuerdos se archivan, pero no crean precedentes.
    Besos para vos!!

    Conta, cada uno elige de acuerdo a sus deseos, a sus momentos. Sería demasiada coincidencia que todos tomásemos las mismas decisiones (sería aburridísimo) en la vida y nos pasaran las mismas cosas.
    Siempre serán para mi los mejores recuerdos, a pesar del final...
    Sé que estás, te quiero mucho por eso!!

    GABU, uno elige que estado darle a sus recuerdos, que importancia y que claridad. Supongo que no siempre se usa la mejor escala para evaluarlos, sino lo que tenemos a mano.
    Tranqui, si no los sacudís demasiado, no se despiertan asi que no te preocupes!!
    Besos en el recuerdo!!

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  7. Todavía recuerdo las carrera en formula 1 sentado en el piso de tierra y con un acelerador hecho con la ramita verde del paraiso, el mismo que nos proveia de las letales buluquitas con las que se desarrollaban batallas galácticas de rayos interestelares y los lentes de carton para tranformarse en Ultra 7, ahora me es dificil sacar a mi hijo de la compu y hacerle comprender que los Sims nada tiene que hacer al lado de un buen amigo y una historia imaginaria.
    En fin, yo tambien recuerdo a Marcelo un tipo alegre, alma de toda fiesta y que un día sin previo aviso cargo un arma y dio por terminada la fiesta.
    Saludos.

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  8. Flaco, no sé por qué razón pero suele ocurrir que esos personajes payasescos tiendan a tener esos abruptos finales. Capaz que son, como los personajes cómicos, tristes y trágicos en el fondo.
    Los pibes de hoy se pierden lo mejor de la vida, crear historias de la nada, jugar bajo la luz del cielo y discutir con el amigo imaginario.
    Abrazos!!

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  9. Querido intendente:

    Este post me ha traido enormes recuerdo de una infancia en una calle con boulevard y juegos imaginarios. Desde policias y ladrones a grandes conquistadores intergalácticos.

    Y si bien no me ha tocado el dolor de que alguno de esos amigos haya partido, si he perdido el contacto con un par de manera tan brutal que nos sería dificil hoy encontrar puntos comunes; aún en ese pasado compartido.

    Le agradezco como siempre que ponga en negro sobre blanco las cosas que uno quisera expresar y no puede.

    Y le prometo que si me cruzo con Diego en algún árbol, además de ayudarlo en su misión y dejarle saludos suyos, le entregaré una antorcha que lo proteja de los males intergalácticos.

    Thamaz
    La antorcha es Dios y Cecil es su profeta

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  10. Jajaja
    si, afortunadamente somos diferentes y no tenemos que vivir y convivir con todos... pero a veces resulta tan complicado franquear el camino.

    un abrazo para ti.

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  11. Thamaz, cada vez que releo su comentario un chuco me recorre a espina, tal vez por la enorme nostalgia que implica un lazo cortado por una sinrazón de un amigo entrañable.
    Y me emociona también su devoción a la antorcha, su fidelidad. ¿No quiere hacerma la campaña electoral? Jaja!
    Abrazos!!

    Esil, somos un individuo y eso acarrea cosas buenas y no tanto. Las situaciones que se nos pueden presentar podrán ser complicadas pero una vez superado el trance siempre dejan un aprendizaje.
    Abrazos para usted!!

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  12. hey...y mi comentario? aquí me parece que hubo una mano negra. Ya ni recuerdo lo que había puesto, ufa

    me pareció un hermoso recuerdo de infancia, yo no tuve boulevard como usted pero sí recuerdo los barcos que armábamos con los sillones de madera del jardín

    besote, espero no se desvanezca como el anterior


    hablaba del comment no del beso

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  13. Laura, tu comentario nunca llegó, lo que me hace pensar que más que una mano negra lo que hay es un cartero sin manos!
    Chiste malo aparte, cada uno guarda los recuerdos que selecciona de esa época muy especial. Lo mío eran las veredas y el bulevar (y hay otras cosas para otros relatos) y lo tuyo es el jardín.
    Te mando besos evanescentes!!

    Zeith, no llorés, te preparo un tecito??
    Besos!!

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