domingo, 19 de noviembre de 2023

La llave

 A pesar de las trabas,
los obstáculos,
los inconvenientes,
los hombres siempre avanzan
y los superan
basándose en su corazón,
en su mente y en su cuerpo;
pero a veces
reciben una ayuda desinteresada
de otros corazones,
de otros cuerpos.
Porque el hombre es una especie viva
que no puede,
que no debe vivir en soledad
y que sufre a sabiendas de sus limitaciones;
porque no puede sobrepasar su imperfección,
su ser plenamente mortal y frágil.
El hombre es un ser sociable
que no sabe asociar
la idea de convivir en sociedad
pero que a pesar de todo
él es el único
en la faz de esta tierra
que posee el secreto,
la llave
para poder descubrirlo
y acceder a sus ventajas y beneficios
enriquecerse con esos conocimientos,
esos contenidos de característica básica
aunque de sustrato elemental
y trasfondo sustancial
para vivir al lado de otro ser humano
la noble importancia
de la llave
que abre todo horizonte posible.

lunes, 6 de noviembre de 2023

A la carga mis valientes!

En esta ciudad hay una avenida de esas con un bulevar en medio. Algunas cuadras tienen un diseño elaborado de especies autóctonas, otras simplemente un estacionamiento. Las que a mí me gustan tienen gramilla y árboles de tilo a los costados, sombra y frescura por igual.

Nosotros éramos cuatro amigos que vivíamos en la misma manzana en la época en que no existía otra posibilidad que jugar en el exterior. Yo era el mayor, por escasos quince días. Nos pasábamos la tarde imaginando escenarios épicos, aventuras que resultaban complicadas puestas en escena, con villanos y sin doncellas que rescatar, fortalezas inexpugnables y naves espaciales capaces de grandes proezas. A veces en la terraza de la casa de Diego, a veces en el patio generoso de la casa de la abuela de Ricardo, muchas veces en la calle y en la plaza. Allí las competencias eran sobre dos ruedas, enfrentando un circuito fantástico, extremadamente complicado y con caminantes ajenos a nuestros deseos de ganar.

Nos unían las veredas en común y también el colegio. Diego fue conmigo desde primer grado hasta cuarto o quinto; ahí repitió pero lo pusieron con mi hermano y seguimos en contacto de esa manera. Incluso en la juventud compartimos la ciudad universitaria, aunque ya no éramos los mismos y nos mirábamos con extrañeza.

El primer tilo empezando desde el extremo oeste de la rambla tiene una forma particular: se parece a una nave espacial. Si te subís, previa apertura de la puerta deslizante, te vas a encontrar con el sillón del capitán, la cabina del piloto y la del artillero y un par de ramas más arriba están las cuchetas y la cocina. Ahí subidos conquistamos muchos mundos y ganamos innumerables batallas.
El tiempo pasó raudo, los caminos de nuestras vidas se bifurcaron, porque así suele ser la existencia. Cada uno tomó sus propias decisiones, soportó las complicaciones de ser vivo, de estar en el sistema. Y él, un día en que nadie se lo esperaba, tomó un cinto, se lo enroscó alrededor del cuello y cerró los ojos al abismo.
Hoy solamente te pido un pequeño favor: si alguna vez alcanzás a ver a un adulto trepado a un árbol, enfrascado en una batalla interestelar contra una raza brutal, hacele la venia y pedile permiso para abordar que seguro está necesitando con urgencia un ingeniero para reparar el escudo protector.