Silvia, la Secretaria de Gobierno

Hoy está muy tranquila la Intendencia. Nada de contribuyentes amontonados en la caja para cumplir con sus obligaciones tributarias. Nada de gente ocupando mi tiempo en pedir subsidios, perdones varios y condonaciones a granel.
Tengo tiempo de prender un cigarrillo y fumarlo a conciencia. Miro por la ventana y percibo el helado viento que corretea por la vereda. La puerta se abre a mi espalda y entra con paso tranquilo Silvia, la Secretaria de Gobierno.
Silvia es una mujer de exactas proporciones. Es el promedio de todas las medidas que se les ocurran. Los adjetivos no le harían justicia.
Con una mueca pícara atravesándole la boca traba la puerta de acceso al despacho, en tres pasos cortos llega donde estaba yo, me arrebata el cigarrillo y me desarma.

Allá por el inicio de mi gestión, una mujer con mucha energía política y excelentes conocimientos de economía y administración, se acercó a la filial del partido con ganas de participar en un proceso histórico. En ese momento, mi puesto dependía del voto popular y necesitábamos nuevos aires, nuevas caras. No fue necesario el inmejorable resumé que traía con sus extensas referencias; tampoco era que teníamos muchas opciones. Teníamos que ganar, no había margen para el segundo lugar.

Recuerdo cómo inició todo, pero no lo puedo contar porque para ese momento ninguno de los dos éramos libres. Para los que piensan que atras de todo minúsculo hombre hay una gran mujer, es cierto. Ellas no nos construyen, nos sostienen; no nos crean una personalidad, nos la hacen creíble; nos alientan cuando bajamos los brazos y nos empujan hacia adelante cuando dudamos.

Y ahora, disculpas, pero estoy en una reunión...

Actualización: acá va una foto de la Ciudad envuelta en nieve... Para que vean que vale la pena una buena reunión!!