sábado, 29 de agosto de 2009

Obstáculos

Muro sin derribar.
Cinta sin cortar.
Cadena sin romper.
Ligaduras sin desatar.

Palabras que no son pronunciadas, actos que son perpretrados, ley que no es cumplida, reglamento que no es atendido.
Miradas incomprensivas, gestoso odiosos, soledad infinita, malestar incólume.

Muro sin cortar; cinta sin derribar.
Cadenas sin desatar; ligaduras sin romper.

Ya no sé lo que escribo porque no sé lo que pasa.
Perdí la noción.

martes, 25 de agosto de 2009

El fútbol de la Ciudad Pública

Como ya es de dominio popular, los partidos de fútbol codificados son historia y el canal público ha vuelto a ser sede de las transmisiones deportivas locales. Y a mí, al Intendente, me eligieron para hacer la selección del Once Ideal de la 1º fecha.
Aquí están, estos son, los elegidos de Etienne:

Arquero:

Archie (Rosario Central): Buen desempeño bajo los tres palos, aunque a veces me dan ganas de darle con un palo (de puro gusto nomás), el formado en Richdale se mostró seguro en los centros y seguro contra terceros.
Puntuación: 7 votos.


Primer marcador central:

La Momia (Boca Juniors): Encararlo da miedo, con mirarlo nomás. Y si nos agarra medio dormidos sus quejidos podrían espantarnos. Buen timing, aunque algo lento para la salida, se lo notó algo rígido.
Puntuación: 7 votos.


Segundo marcador central:

Robin Hood: (Velez Sarsfield) Defensor (de pobres y ausentes) por naturaleza, muchacho de armas tomar y de árboles saltar, juega bien por arriba y zafa con los pies. Si le pedís, capaz que tiene una moneda para el colectivo y te la dá y todo.
Puntuación: 8 votos.


Lateral derecho:

Sargento García: (Newell's Old Boys) Poca salida y nulo recorrido pero fiel a la hora de marcar y complir órdenes del técnico y también de sus compañeros. Aguerrido, no suelta la presa una vez que la agarra (es decir, no tira un pase ni a golpes).
Puntuación: 6 votos


Lateral izquierdo:

Cabo Sabino: (River Plate) Amigo de la ley, aunque también se amigó con varias chinas de la tribuna. Seguidor como perro de sulky y molesto como tábano en verano, fiel exponente de la estirpe autóctona de jugadores (quiere irse del otro lado de la frontera).
Puntuación: 6 votos


Volante organizador:

La Urraca: (Huracán) Aunque es de piernas cortas tiene una rara habilidad para el juego. Considerada de mala calaña, yo prefiero tenerla en mi equipo, pues su sola visión genera dudas y mucho temor.
Puntuación: 7 votos


Carrilero derecho:

Asterix: (Estudiantes de La Plata) Agresivo, de pocas palabras y de mucha acción, veloz e incisivo, este jugador tiene todas las características de un 8 hecho y derecho. Imposible de frenar cuando encara con decisión.
Puntuación: 8 votos


Carrilero izquierdo:

Patoruzú: (San Lorenzo de Almagro) Fue difícil convencerlo de que hiciera pases pues tenía la costumbre de tirar el centro y correr a cabecear. Quiere estar en todos lados, corre como si el partido durara diez minutos (eso si, después en el asado no deja hueso sin roer)
Puntuación: 7 votos


Enganche:

Batman: (Racing Club) Sigiloso en su andar, como a hurtadillas, este exquisito talento (no dije está lento) aparece cuando se lo necesita a solucionar los problemas, sobre todo cuando el partido es de noche y se corta la luz. Cuando no tiene ganas de correr, manda a su mayordomo.
Puntuación: 8 votos


Wing:

Pierre Nodoyuna: (Gimnasia y Esgrima La Plata) Encarador, ágil y esbelto, con múltiples recursos, incluso de aquellos que no son del todo permitidos, se ganó el respeto de la tribuna. Siempre le pasa algo y debe ser reemplazado antes del término del partido.
Puntuación: 7 votos


Delantero centro:

Superman: (Independiente) Existen calificativos, pero ninguno le hace justicia a este eterno luchador, incansable paladín de gestas imposibles. Veloz, infalible, son algunos de ellos. Aunque los defensores contrarios suelen agarrarlo de su capa, el se las arregla para continuar.
Puntuación: 8 votos


Referí:

Frankenstein: No tuvo problemas en su trabajo, aunque el partido estuvo muy cortado.
Se lo notó fuera de estado, ya que apenas podía correr al lado de la jugada; necesitó mucha ayuda, incluso de los propios jugadores.
Puntuación: 6 votos

Imágenes gentileza Agencia Álbum de Figuritas Canchita

sábado, 22 de agosto de 2009

Patito, el Secretario General

Reconozco mi ausencia de esta última semana en los espacios públicos amigos, debido a los siguientes hechos, que paso a relatar:

Hace una semana, más precisamente el viernes a la noche, Patito, el Secretario General de los Empleados Municipales, nucleó a sus seguidores y me copó las instalaciones del Palacio Municipal, con la idea de reclamar determinadas cosas que consideraban justas y necesarias (?).
Todo el fin de semana e incluso el lunes, fueron de negociaciones. Estando ya tan cerca del fin de año, la mayoría de las partidas presupuestarias destinadas a reservas por eventualidades, están agotadas o predestinadas a otras tareas. Lo que él exigía y lo que yo les ofrecía estaban a años luz de coincidir.
El lunes a la tardecita, este individuo salió a hablar con los medios de prensa y ya saben ustedes cuán dañino puede ser esto para cualquiera. La presión mediática fue demasiada, incluso para un Intendente de un sitio virtual.
Reuní el martes temprano al Gabinete en pleno. Les dije que necesitábamos acercarnos a una cifra que nos permitiese negociar. Manos a la obra.
La reunión fue el jueves a la noche, primero a solas con el Patito. Le dije que si se arriesgaba, tenía lo que me pedía. Él decidió arriesgarse.
Al día siguiente, todo el Gabinete me acompañó en la rueda de prensa. Expuse en forma elocuente las razones por las que no se podía hacer un mayor aumento y, tras anunciar la cifra negociada (la cual causó un general asentimiento), comencé a enumerar de dónde saldría el dinero para costear dicho aumento. El Patito estuvo a punto de interrumpirme pero decidió quedarse callado.

El dinero para pagar el aumento convenido saldrá del futuro aumento de los altos sindicales (incluido el Patito), de la partida para el mejoramiento de esta página (bueno, no se necesita mucho) y del aguinaldo de mi Gabinete.
Veremos si llegamos a Navidad, y cuáles serán los pedidos.

Paso a saludarlos a domicilio y los espero nuevamente por aquí.

Cordiales saludos del Intendente Etienne

miércoles, 19 de agosto de 2009

Adelante


Avanzamos.

La carrera nos lleva hacia delante, aunque el cansancio nos obligue a bajar la mirada o las esperanzas nos lleven la vista al cielo.

Miramos el camino que transitamos y nos resulta borroso, fuera de foco. El espacio vacío que nos separa del inicio es desesperadamente igual al que nos falta aún recorrer.

Me siento al borde del sendero. Parar la pelota, serenarse es una necesidad vital, pero a pesar de eso no logro clarificarme.

Sigo mi ruta, poniendo un paso a continuación del otro. Nunca pierdo de vista de dónde vengo.

Pero aún así, avanzo.

sábado, 15 de agosto de 2009

Control

Es que sabía lo que iba a ocurrir, por eso me dejó hablar. Pensaba que nunca se cansaría de decirle lo que tenía que hacer. Era una costumbre de los primeros años en la universidad en donde lo que decía nunca era tenido en cuenta para nada y se terminaba haciendo lo que yo quería. Era un poco su culpa también, ya que terminaba dándome la razón, pero esa vez fue diferente. Martín miraba por la ventana y pensaba en que en ese momento su mamá estaría dándole una inyección a algún anciano en el hospital municipal, en que su amigo daría otra cabina y que pase el que sigue y que Sabina terminaría exhausta su jornada de atención psicológica y que todo eso no era justo. Y más ahora en fechas festivas, diciembre lo ponía nervioso. Dio media vuelta y sin escuchar lo que le estaba diciendo, interrumpió, indeciso. Acaso fue la primer muestra de rebeldía en su apacible vida, pero le sentó bien, le gustó. Supo también que sería la última vez que lo haría y que no lo extrañará nunca. No se puede pretender como propio algo que nunca nos perteneció, aunque por un momento sintió que no habría nada ni nadie en el mundo capaz de igualarlo si se decidiera.
Lo miré enojado porque nunca me escuchaba cuando le hablaba y además ahora tenía que soportar que me interrumpiera. Le dije que todo era para mejorar, que cualquier cosa que hiciera, tenía que estar en control. Esa era la base de todo, tomar las propias decisiones. No podía ser, no era justo que su supervisor infringiera una y otra vez las reglas del juego y siempre a costa de él. Lo dejé reflexionando; me fui, ofendido y disgustado porque siempre hace lo que le parece, lo que me hace pensar que es inútil expresarle mis opiniones.
Siempre era lo mismo cada vez que nos veíamos, se ponía a revisar su correo, cosa que no me molestaba porque en definitiva él no disponía de otro momento para hacerlo y yo no pretendía modificarle su vida o se embarcaba en una descripción frenética de lo acontecido en el último tiempo, que bien podían ser dos días o dos meses. Y a uno siempre se le ocurrían miles de comentarios que él metódicamente ignoraba una y otra vez. Tal vez no quería perder el hilo del relato, o no le parecían pertinentes. No le modificaban el punto de vista final, que solía ser apocalíptico.
Al otro día se fue como siempre en forma más que puntual a su empleo que lo irritaba sobremanera, marcó el horario de entrada en su tarjeta en el reloj que estaba frente a la puerta de salida de emergencia, fue al camarín a cambiarse de ropa, ponerse la faja de seguridad y los botines punta de acero y se internó en el depósito de mercaderías pensando que ese día sería diferente.
Control, control, se repetía una vez tras otra dentro de su cabeza, la palabra que era frase, que se hacía idea. Caminó unos metros hacia el fondo del depósito, era un galpón enorme con deficiente iluminación y atiborrado de mercancías y se ocultó con el firme propósito de empezar a controlar su vida, no sabía cómo pero lo haría. Y estaba en esos rumbos del pensamiento cuando se cruzó inesperadamente con su supervisor, Qué hace acá González, inquirió descortés el hombre a cargo, Nada, recién acabo de entrar y estoy revisando las tareas que hay que hacer, Pues entonces apúrese porque han llegado dos camiones, uno de artículos de limpieza y el otro de gaseosas que hay que descargar, dijo el encargado en forma desagradable. Martín deseó en ese instante tener el valor de tomarlo del cuello, apretarlo lenta pero firme, con las dos manos hechas puños, ver las sucesivas transformaciones que le deformaban el rostro en horribles muecas, los cambios de color y los sentimientos que variaban conforme el aire abandonaba los pulmones, sofocar los gemidos desesperados y mitigar los sonidos que rebotaban y se hacían eco al golpear los botines en el suelo de cemento alisado. Vio cómo la luz se apagaba de los ojos ya inexpresivos, aquellos ojos que lo habían hostigado por tanto tiempo ya no lo molestarían más.
Esta recreación lo dejó agotado, le dolían las manos y los hombros e incluso le sangró la nariz, pero se sentía desahogado, liviano, con un confort que nacía en ese lugar que no se puede ubicar dentro del cuerpo y se expandía hacia todos lados, se le notaba en la forma de caminar, iba como flotando, no le costaba ningún esfuerzo trasladarse. Fue al baño a limpiarse, luego se aproximó al portón de acceso de la mercadería y con ayuda de la zorra, ese carro con accionar hidráulico que hay en todos los depósitos, comenzó a bajar pallets de los camiones y así estuvo todo el día, sin que nadie se metiera con él.
Se sorprendió a sí mismo entusiasmado, eufórico, independiente; sí, era eso, se sentía libre, sin ataduras, sin compromisos. Se creía capaz de todo, y así lo siguió creyendo de camino a su casa.
Desde atrás de las cajas de sidra y pan dulce que se colocarían la semana entrante, los párpados rígidos, abiertos del encargado confirmaban esa idea.

jueves, 13 de agosto de 2009

Otras ciudades [7]

Carmen de Patagones (BUENOS AIRES)

En la universidad me traté con varias niñas de esta ciudad que siempre me invitaban a conocerla y nunca tuve la oportunidad (tampoco el dinero, era un genuino estudiante gasolero). Y me quedó gustando la idea.
Ya ubicado en el mercado laboral (y con el cartoncito bajo el brazo) finalmente me apersoné en la ribera del Río Negro.
Conocí el casco histórico, el puente ferrocarretero, los talleres artesanales y culminaron las reuniones arriba de un catamarán navegando por el río.
Hay energía en la brisa, hay movimiento en las olas, hay juventud en las playas. Hay brillo en mis ojos.

Me habían dicho que era una ciudad quieta, mayor de edad. Me habían dicho que me iba a aburrir, que no había nada que hacer allá.
Mentira...

Este post va dedicado a Lili (no creo que se entere... ¿Alguien le puede avisar?)

lunes, 10 de agosto de 2009

Fracaso

El fracaso existe, es un fantasma que vigila, que nos ronda expectante esperando su oportunidad para apresarnos, para hacernos sus víctimas.

El fracaso no discrimina, no hace diferencia y no le importa que comamos a horario, que rezemos antes de ir a dormir, que cumplamos con la ley.

Pero tiene un defecto incorregible en su esencia y es que siempre hay otra posibilidad, una segunda vez en la cual salir airoso, porque la vida siempre da revancha, dependiendo solamente de una mismo dejar que el fracaso nos gane otra vez.

La vida no termina en una derrota, en una caída, siempre hay otra oportunidad para reivindicarse, para seguir adelante.

viernes, 7 de agosto de 2009

Ampliá tu capacidad de escuchar

Toda ascenso en la jerarquía piramidal que otorgue prerrogativas de poder es directamente proporcional a la inhabilitación progresiva de la capacidad de escuchar.
O dicho de otra manera: cuánto más ascendés en tu carrera de poder, menos escuchás a tu alrededor.
Cuando inicia una carrera, estamos abiertos a críticas, consejos, puntos de vista, opiniones. Estamos en contacto con quienes nos pueden ayudar desde abajo, sin perder de vista a quienes nos pueden jalar desde arriba. Los escuchamos a todos.
A medida que nos acostumbramos a las mieles de los halagos y a defendernos de los ataques, cerramos filas sobre nosotros, inventando un discurso monocorde.
Y esa actitud de creer que todo lo que venimos haciendo es correcto, está bien y es lo que debe hacerse, es lo que en definitiva te desconecta de la realidad.
Lleno de supuestos, prejuicios y esa infame costumbre de adelantarse a los pensamientos ajenos, con una soberbia indecible, llegás a ofenderte sin siquiera pensar en solucionar el problema.
Al final, me estás diciendo que no te preocupa la gente. Mal lo tuyo...
Int. Etienne

miércoles, 5 de agosto de 2009

Literatura, ficción y más ciudades [6]

Una tempestad bajo el cráneo

De este modo se hablaba en las profundidades de su conciencia, inclinado sobre lo que podría llamarse su propio abismo. Se levantó de la silla y se puso a pasear por la habitación. - Vamos -dijo-, no pensemos más en ello. ¡Ya he tomado mi resolución! -Mas no sintió alegría alguna.
Por el contrario.
Querer prohibir a la imaginación que vuelva a una idea es lo mismo que querer prohibir al mar que vuelva a la playa. Para el marinero este fenómeno se llama marea; para el culpado se llama remordimiento. Dios mueve las almas lo mismo que el océano.
Al cabo de pocos instantes, por más que hizo para evitarlo, continuó aquel sombrío diálogo, en el que él mismoera el que hablaba y oía hablar, diciendo lo que hubiera querido callar y oyendo lo que no hubiera querido oir.

Los Miserables - Tomo I - (Víctor Hugo)

lunes, 3 de agosto de 2009

La culpa no es del semáforo

Los semáforos están hechos para ordenar el tránsito. Por caracter asociativo, se debe respetar los códigos que implican cada uno de los colores, a saber: rojo, no cruzar; amarillo, frenar que está a punto de cambiar; verde, adelante, tengo el paso.
Un lector envió una carta al correo de lectores de un diario y deslizó en su contenido que la culpa de los accidentes en intersecciones con semáforos es la ubicación de los mismos: supone que están mal ubicados cuando desde una calle A se pueden ver los de la calle B que la cruza.


A ver, yo entendí mal o ¿me está queriendo decir que los semáforos tientan a los conductores a arrancar cuando aún su paso está prohibido?
Me niego a pensar que este buen ciudadano haya tenido este pensamiento y que en su deseo de contribuir al descenso de accidentes haya cometido un involuntario error.
Desde este espacio, brindo mi apoyo incondicional a los semáforos y sepan que los objetos inanimados no pueden ser culpables de cosas que genera el propio ser humano.
Desde el despacho con vista a la esquina, los conmina a respetar las reglas de tránsito, el Intendente Etienne.

sábado, 1 de agosto de 2009

1995

Los 90's fueron una especie de bisagra tecnológica, cultural, social, entre muchos otros aspectos. No soy sociólogo ni nada que se le parezca para hacer un análisis de ese tenor, aunque sí voy a intentar un borrador personal.
La música tecno inundaba las radios y DJ Deró era una especie de dios profano que todos los veranos sacaba un compilado con una caracola en la tapa.
Estábamos en plena época de la pizza con champagne, de la mano del Charly.
Los celulares poco a poco se iban achicando y bajando de peso, lo mismo que las computadoras; el disco compacto se masificaba cada vez más y sustituía al entrañable cassette.

Personalmente, debo reconocer que fue si no importante, por lo menos relevante y notable:
Me enamoré de un imposible y un factible se enamoró de mi.
Resolví prontamente el trauma de todo adolescente, alumbrando los oscuros rincones de la iniciación sexual (sí, inicié tarde, cuál es?)
Conocí por dentro el quirófano y las mieles de la anestesia y su sueño.
Cada vez más me importaba que la camisa combinara con el pantalón, el cinto, los zapatos y hasta con el aroma del perfume.
Fue el final del secundario y el comienzo de la educación superior, viaje alocado de por medio.
Comencé a resolver mi divorcio con toda mi generación. Salvo una notable excepción.
Esa excepción profetizó mi futuro, realizando en trance, este dibujo:



Salvo por un par de detalles ínfimos, digamos que podría haber desbancado a Horangel y Ludovica juntos. Dejé un vicio, aunque los demás están intactos.
¿Recuerdan el año bisagra de sus vidas? Los escucho, o mejor dicho, los leo!