sábado, 10 de julio de 2021

Como la vida se empeña en ser circular

 Agradeció al empleado de la estación de servicio por la información brindada, aunque no entendió por qué tenía cierta cara de enojo y sospecha, y salió caminando por la vereda destruida del baldío lindero, llegó a la esquina y dobló a la izquierda.


Aún no recordaba las razones por las que creía que ir a la tintorería, que ese lugar sería seguro y beneficioso para él, tenía esa rara sensación de estar viviendo algo como en una cinta sinfín, mirar los mismos paisajes, caminar la misma vereda y no avanzar ni un centímetro, aunque hubiera doblado nuevamente a la izquierda.

Le dolía la parte de atrás de la cabeza y tenía en los brazos una sensación de ardor, como si un gato lo hubiera arañado y la herida se hubiera infectado. Sentía un poco de calor, tal vez porque la campera que llevaba era demasiado gruesa para la estación pero por alguna razón inconsciente no se la iba a sacar.

De pronto, lo asaltó una duda. Se quedó mirando hacia el piso, con ojos vacunos. Se palpó los bolsillos y más tranquilo, decidió averiguar dónde quedaba la casa de su primo, una tintorería en la que habían quedado en encontrarse.

Dobló a la izquierda en la esquina y vio adelante una estación de servicio y decidió que allí sabrían decirle dónde quedaba la tintorería…