miércoles, 30 de marzo de 2011

Lo que inspira el futuro

Cada vez que pienso en algo, de eso tengo miedo; cada vez que hago una elección, por la espalda me corre un escalofrío.
Como si lo desconocido, el camino incierto, me provocara un temor irrefrenable que me paraliza al instante. Y lo que me aterra es el futuro con sus insospechados giros, el porvenir con sus ventajas y desventajas de ser todavía no vivido pero si imaginado.
El futuro que alberga todas las posibilidades imaginables, todos los sucesos deseados pueden convertirse en realidad en un mañana no muy lejano de nuestras finitas vidas.
Tiene mucho a su favor porque nos permite idealizarlo en un máximo esplendor, imaginarlo como se nos ocurra, pensarlo a nuestro antojo haciendonos héroes valerosos venciendo a villanos y rescatando bellas doncellas.
Tiene mucho en contra porque la realidad mediocre de todos los días confrontada con nuestros sueños de merecida grandeza produce un choque muy duro generando el temor a no poder salir de este atolladero que la vida cotidiana nos viene planteando desde nuestro pasado lejano y que seguirá apareciendo hasta que nos decidamos con firmeza, con determinación mejorar el futuro que nos hemos imaginado.

jueves, 24 de marzo de 2011

Literatura, ficción y más ciudades [20]

Palabras incomprendidas

Ginebra es una ciudad de surtidores y fuentes, de parques con glorietas en las que, en otros tiempos, tocaba la orquesta. Hasta el edificio de la universidad se pierde entre los árboles. Franz terminó hace poco su clase de la mañana y salió del edificio. De las mangueras salía agua pulverizada que mojaba el césped y él estaba de un humor excelente. Fue directamente de la universidad a casa de su amante. Vivía a un par de cuadras de allí.
Iba a verla con frecuencia, pero sólo como amigo galante, nunca como amante. Si hiciera el amor con ella en su estudio de Ginebra, pasaría en un mismo día de una mujer a otra, de la esposa a la amante y de la amante a la esposa y, dado que en Ginebra los matrimonios duermen en una misma cama, a la francesa, pasaría por lo tanto en unas pocas horas de la cama de una mujer a la de otra mujer. Creía que de ese modo humillaría a la amante y a la esposa y, al fin y al cabo, se humillaría a sí mismo.

La insoportable levedad del ser - Milan Kundera

lunes, 21 de marzo de 2011

Elementos personales

Normalmente, cuando espero en una fila de lo que sea me ensimismo. Me cuelgo en mi interior. Repaso cosas que tengo que hacer, recuerdo alguna recomendación, dejo que una melodía escuchada en algún lado me nuble la conciencia aunque después me persiga durante todo el día.
Pero siempre hay algo que sucede que me agarra del tobillo y me devuelve a la realidad, a veces cosas sin trascendencia, otras mejor olvidar y otras como esta, que vale la pena inmortalizar.
En todo viaje que penetra territorio patagónico, por tierra o por aire, hay lo que se denomina la barrera fitosanitaria. En ella se decomisan todo tipo de alimentos frescos con el fin de mantener la zona libre de ciertos flagelos como la aftosa y la mosca de la fruta.
Delante mío había una señora que pasaba sus equipajes de mano y bolsas de shoppings y mercados varios por el escáner de la fundación encargada de dichos menesteres. El personal le revisó sus pertenencias hasta dar con una figura de forma extraña. Se notaba que no alcanzaban a deducir de qué se trataba, estaban entre perturbados y curiosos, y la comenzaron a interrogar sobre la naturaleza de ese objeto, largo y no tan fino. La señora traía entre sus pertenencias varios chorizos secos, según me contó después y no quería que se los sacaran.
A la pregunta, tímidamente realizada, y aprovechando el vicio de la mente de perderse por callejones mal pensados, la señora replicó, imperturbable, que eran objetos para uso personal. Con el rostro rojo e incomodísimos, la dejaron pasar.

A mi me sacaron el paquete de criollitas, nomás por bronca.

jueves, 17 de marzo de 2011

Disenso

Todo lo que hacemos, lo que pensamos, incluso aquello que sentimos tiene una profunda implicancia en aquellas personas que nos rodean, que a diario nos acompañan.
Queremos lograr en ellos un entendimiento incondicional, un acompañamiento total de nuestras acciones a sabiendas del anticipado fracaso, del tropiezo doloroso. Nadie dejará de opinar en contra, nadie dejará pasar la oportunidad de sembrar esa duda maligna, ese malestar incómodo.
Todo aquello que nos forma como personas se transforma en substancia única, irrepetible, absolutamente intransferible.
La anuencia ásperamente tácita, irónicamente explícita (cualquiera de sus variantes) siempre se constituye en el previsible regalo traslúcido en los ojos de quienes nos ven esforzados en el imposible consenso, anhelando con silenciosa desesperación esas ariscas palabras de solícita comprensión.

sábado, 12 de marzo de 2011

Otras ciudades [20]

París (FRANCIA)




En la vida las cosas se aprecian con la perspectiva de cuando te ocurren. Y el primer viaje al continente europeo en la juventud te golpea en todo su significado cuando te han sellado el pasaporte de regreso a casa.
Pisar la tierra de la revolución, de la literatura romántica, esa tierra regada por la sangre en miles de batallas, en cientos de filosas ejecuciones; esa nación de espíritus tan orgullosos como fieros, tan modernos como atados a ancianos prejuicios, generó en mi una especie de salto personal, un hipo en el alma que despertó ciertos mecanismos estancados.
Honrar la sombra del bosque que tal vez haya cobijado mis antepasados fue como una lección de historia en breves segundos. Arrastrar los pies sobre la tierra que le dio de comer (apenas) al árbol familiar golpeó mis recuerdos oxidados.
Breve paseo académico por las rutas galas, brevísima visita por sus íconos de tarjetas postales pero eterna cicatriz en mi memoria.

martes, 8 de marzo de 2011

Bajo este pequeño lienzo

No soporto este encierro, no sé qué me pasa, ¿quien me salvará?.
He vivido mucho tiempo (desde que tengo memoria) soportándome a mi mismo y a mis cuotas de personalidad, pagadas siempre morosamente y con interés.
A fin de cuentas,
mi vida siempre transcurrió bajo este pequeño lienzo,
límite entre adentro y afuera, valiente y cobarde,
con y sin todos los valores, principios que existen,
aunque no los posea, creo que son míos
y así creyéndome no se quién (tal vez Superman)
arrasaré con este pequeño lienzo
y surgiré, apareceré radiante en la superficie
que me recibirá...



no sé cómo.

sábado, 5 de marzo de 2011

Condena en estado de inocencia

Es de notar la revolución aburrida, casi inoperante
que envuelve a un individuo en lucha,
con los demás, con su corazón, consigo mismo.
Contra lo que la mayoría supone es en esos momentos donde los principios cobran gran relevancia para amparar, aunque sea pobremente, a esa descarriada alma.
Y no sirve para nada profanarla convirtiendo en palabras su cavilar, es más,
cuanto más tiempo nos es exclusivamente nuestra, más pura y bella es.
Pero, y siempre hay un pero,
existen personas de todo tipo y características no muy bien definidas que las rodean, influyendo en sus vidas,
para bien,
para mal.
Y le deben a esas personas los estados de melancolía, de euforia, de felicidad, de nulidad total, de desorden, de creatividad impulsiva.
Esas criaturas condenadas aún inocentes, zozobran en la soledad, naufragan mirándose al espejo, se marchitan puertas adentro.