sábado, 18 de abril de 2020

El antídoto

Olvidemos que el encierro es forzado y que disponemos de todo este tiempo por elección, y  que decidimos utilizarlo de la mejor manera posible. El escenario nos agobia, las paredes que nos rodean parece que cada vez están más encima nuestro, comienza a faltar el aire, no queremos estar más tiempo encerrados...
Hay una solución, siempre hay una salida.
En los estantes brillan las portadas de infinitos mundos que nos llaman a ser visitados, a hacernos amigos de sus habitantes y de ser partícipe de enormes aventuras, dolorosas decepciones, ausencias irrecuperables, forjar alianzas y entablar guerras por el honor. Todo eso y mucho más desde la comodidad de tu rincón favorito.
Antes, la excusa era no tener tiempo. Ahora, con esa variable a disposición, solamente es cuestión de tomar la decisión de qué mundo visitar, abrir la tapa y con paciencia, ir recorriendo los sinuosos caminos que la aventura te presente. Eliminar los límites a través de la imaginación, crear esos mundos sin moverse de tu casa y hacer de este encierro un viaje sin escalas. 
De propia experiencia les digo que en los momentos más solitarios, esos en que todo parece alejarse, incluso aquellos que parecen incondicionales, un libro te da el antídoto a la pandemia de aislación, miedo y desconfianza.
Aprovechemos a visitar esos mundos ahora que los pasaportes tienen próximo el vencimiento y renovemos la esperanza en esos indómitos personajes que alguna vez nos enamoraron y que siguen corriendo extraordinarias aventuras cada vez que los visitamos.

domingo, 5 de abril de 2020

¡Alguien por favor quiere pensar en los niños!

Se me amontonan las ideas, las propuestas, las acciones preventivas, las excepciones, las ayudas, las omisiones, el papeleo es infinito, las firmas no alcanzan. Quería evitar empezar la frase con la palabra NO, y les digo que me fue bastante difícil lograrlo. Miro por la ventana del despacho, empuñando la tacita de te verde y el meñique en alto, y veo gente que debería estar en su casa. Y veo las noticias que muestran a los abuelos todos amontonados en la vereda. Y no veo voluntades ciudadanas, no veo pensamientos sociales inclusivos, no veo actos desinteresados. La máscara aplaudidora se desmorona al primer indicio de que el vecino puede ser contagioso. Somos buenos actores simulando bondad, pero al corte de cámara no somos capaces de compartir el camarín. 
Ni siquiera una situación que se me antoja histórica nos lleva a dejar de lado mezquindades e hipocrecías y a pensar en serio en el otro. Siempre los especuladores, los vivos, los egoístas, la inmundicia del mundo estará atenta para aprovechar las debilidades del momento y salirse con la suya. El librito es previsible, pésimo, repetitivo; en las que aciertan, se ponen el traje de héroes y en la que le pifian (porque es lo normal) la carita de perro mojado tipo meme sale a la orden del día.
SOMOS REPRESENTANTES DE UN PUEBLO, que no se olvide. Y en ellos debemos pensar antes de tomar nuestras decisiones.