viernes, 19 de febrero de 2021

En tu espera

¡Qué angustia y desasosiego genera la espera! Te espero y te demoras. El dial del reloj se despinta con mi mirada fija posándose sobre el; aún así su marcha es excesivamente lenta.

Qué impaciencia siento crecer dentro mío, mis pasos se acumulan uno tras otro pero no me acercan a ningún lado. Y es que parece todo en sintonía para que te espere. Mientras tanto, afuera nubes lentas, ramas del sauce meciéndose lento y la quietud de la tarde hacen eterna esta espera.

El abismo de mi alma se hace aún más profundo cuando te aguardo, más poderoso. Y me aguarda también, sólo que su paciencia es infinita y su triunfo seguro.

El hueco de la soledad se alimenta de nuestras esperas, de nuestros anhelos; como siempre esperamos más, deseamos más y lo que obtenemos sólo nos deja algo conformes, el hueco sólo se hace más insondable, la soledad más oscura y más vanas nuestras esperanzas.

¡Que inquietud se apodera de mí cada vez que te espero! Salen a relucir todos mis tics inútiles, movimientos rítmicos sin motivo, mirada ansiosa perforando el aire, mis pasos errantes alrededor de las paredes prisioneras.

En mi mente me asomo una y otra vez al zócalo de tu espalda, imaginando con vértigo mi desvelo; entreabro despacio la cortina de tu cabello suelto y paso a paso exploro el territorio que ante mi se presenta.

El tiempo que te espero es la eternidad y el instante en que llegas, otra eternidad.

viernes, 12 de febrero de 2021

Oscuridad como punto de partida

 La noche fue oscura, navegando en la insensatez del pensamiento nublado, cegado, pensamiento que no tenía rumbo ni destino. No tener noción del alcance de lo ocurrido generaba una cierta pesadumbre, un inquietante sentimiento de responsabilidad amputada. La soledad del pequeño cuarto era solo interrumpida por los haces de luz que penetraban desde los ventanucos rectangulares que coronaban las vacías paredes. Este vacío original cedió su lugar con el paso del tiempo y de los huéspedes, a voces sin redención que oyendo a los gritos de la rebeldía interna rayaban con lo que tenían a mano la pintura de color apagado que cubría el revoque calcáreo. Fechas, nombres, lugares, conformaban un inventario desordenado de almas trashumantes, culpables de vivir sin permiso, realizando promesas sin intención de cumplirlas. 

La pared que interrumpía el uniforme fondo de la habitación ocultaba a duras penas el hueco donde bullía el hedor de los desperdicios naturalmente humanos y servía de segundo capítulo para las peticiones desesperadas, inútiles súplicas sin sentido. 
El suelo frío, dudosamente hospitalario, recibió sin inmutarse el calor desamparado de mi cuerpo; me servía de compañía una manta y un colchón amistoso, recibiendo mis desvaríos solitarios, mis sueños caóticos, protegiendo mis ansias de libertad. El silencio agobiante es la peor de las características decorativas y el eco resultante de los errantes pensamientos bailan pesadamente en los mínimos metros cuadrados. El aislamiento es el peor castigo para los seres concebidos en sociedad. La imposibilidad de reconocerme en otro par de ojos me sumió en un estado de distancia intangible, de mutismo indolente, de terror oscuro. A través de la pesada puerta de impenetrable metal se suponía un mundo activo que continuaba girando, naciendo, desarrollando, muriendo. A ese mundo yo quería volver, quería pertenecer con poderoso deseo. Nunca más esta sórdida celda logrará seducirme.

jueves, 4 de febrero de 2021

Astros sin horizontes

 Sol, inmensidad,

quietud, sopor, soledad.
Estoy solo en este lugar,
no sé en qué pensar
me pierdo en tu rostro
cual un pequeño lobo;
fenezco en tu insondable sonrisa
luz y vida
de mi vida.

Luna, oscuridad,
frescura, inocencia, sinceridad.
Estás muy sola en aquel lugar,
no sabés si reir o llorar
te perturba mi mirada
cual alondra asustada;
sucumbís en mis brazos
refugio y amparo
de nuestro lazo.

Estrella, grandiosidad,
lejanía, brillo, soledad.
Está aislada en ese lugar,
no sabe como pensar
se siente sola
cual una suave onda,
se abstrae en su corazón,
invadido por la desazón
queriendo ser razón.

Tal vez esté enamorado el sol,
quizás la luna esté asustada,
a la estrella la agobia la soledad
pero en el corazón de cada uno
reposa la intuición,
se agazapa la esperanza,
brilla la humildad,
y la certeza
de creer en el futuro.