Ocio corporativo

El despacho de la intendencia está tranquilo y esa situación atenta contra la salud mental. Hay mucho tiempo para pensar, para idear cosas locas, para procesar pensamientos demorados, para empezar a creer en mitos.
Se me ocurre que la gente, cuando no tiene ninguna urgencia, se dedica a cometer errores, a romper la paciencia a los demás o a gastar plata que no tiene.
Pienso que un grupo de personas puede llevarse bien, en la medida en que sus acciones como conjunto y los resultados los beneficien a todos, aunque estoy al tanto de casos de gente que destila veneno, hablando pelotudeces o diciendo mentiras acerca de los demás, activando el radio pasillo. En el ocio este tipo de necedades encuentran terreno fértil.
Pasa que el ocio laboral activa un mecanismo de dispersión de vicios. No lo digo por los demás, a mi también me pasa que tengo un ratito libre y ya afloran actos involuntarios o empiezo a hacer cosas que estando ocupado jamás haría.
Además, hay algunos que duermen parados y con los ojos abiertos. Es interesante observarlos, mirando al vacío o fijan la vista en el monitor y pasan casi 5 minutos sin pestañear.
Para los más activos y creativos, las bromas es la primera tentación que sufren. Si tienen conocimientos y disponibilidad de tecnología, son bastante peligrosos; si son imaginativos, serán odiados por las potenciales víctimas.
Esperen… Se me ocurrió una genialidad para una maldad!! (Grande Señor Lanata!!)
Ahora vuelvo!!