Necochea (BUENOS AIRES)
De todos los veranos que pasamos en la costa durante más de diez años, uno más original y entretenido que el otro, hubo uno que quedó grabado en mi memoria por una excelente razón.
La playa de la ciudad es amplia, incluso en el sector frente a las peatonales. Durante la marea baja es posible armar un picado de fútbol sin molestar a nadie. Algunos días de viento obliga a los veraneantes a buscar refugio en los paradores, o en las playas de las afueras, bajo los tamariscos de los médanos.
El mar es frío, con olas que revuelcan a los osados bañistas y le dan diversión a los niños empujando los barrenadores.
Cada vez que entraba al agua buscaba ir un poco más adentro, buscando las olas más grandes y con más fuerza. Siempre con mi primo o mis hermanos, nunca entrábamos solos.
De repente, las aguas de un canal me arrastraron hacia adentro, perdí pie y la confianza. La costa se desvanecía de mi vista, las piernas se me acalambraban, exhaustas. Agitaba los brazos porque no podía gritar, la boca llena de agua salada, la garganta anudada del miedo. Fue una eternidad que duró algunos minutos, nunca supe cuántos en realidad. Las olas seguían en su intento de alejarme de tierra firme. En eso, sentí un abrazo poderoso, oportuno, en el mismo momento en que perdía el sentido.
Siempre tuve miedo que me pasara lo mismo; a pesar que nunca fui muy prudente en el mar.
ResponderEliminarAl margen, muy lindo cómo describís las playas argentinas: entre el viento, el mar que no es muy benigno precisamente y demás, para muchos (los brasileños, por ejemplo) esto de ir a la playa en argentina es un sacrificio más que un placer.
Eso sí, ahora nos quedamos con la duda acerca de quién fue el proveedor del abrazo salvador.
Debo reconocer que siempre fui una audaz a la hora de zambullirme en mi adorado mar...
ResponderEliminarP.D.:Pero recuerdo que una vez me peguè uno de esos sustones patrios y casi no cuento màs el cuento,fue entonces cuando mi padre (viejo lobo de mar) me dijo: "al mar no hay que temerle ni apurarlo,al mar hay que tenerle repeto",cuanta razòn contenida en sus palabras!!
BESITOS ESPUMOSOS :)
Ay, yo no conozco el mar, ni siquiera se nadar así ni loca me metería, excepto los piecitos. Una vez estuve en San Martín de los Antes (oh, qué paraíso) y hasta me dio miedo meterme en esas aguas que son deliciosamente cristalinas.
ResponderEliminarMenos mal que pudiste zafar y ser intendente :D!
Beso!
Etienne!! yo le tengo miedo porque no sé nadar, a cuidarse la próxima!
ResponderEliminarBesos.
Lola, yo nunca fui muy temerario, la corriente me agarró de sorpresa y no era que estaba tan profundo.
ResponderEliminarLa descripción es sincera, disfruto muchísimo de nuestras playas y me gustan extensas, llanas...
Nunca le pregunté el nombre o no me lo acuerdo, era un "baywatch" jajaja!
Besos!!
GABU, te juro que siempre lo respeté, me sorprendió la corriente lateral! Esos canales son muy traicioneros!
No solamente al mar hay que respetar, yo lo haría extensivo a toda masa de agua (incluso la bañadera llena, jejeje)
Besos mojados!!
Gaby, los lagos del sur también tienen su trampa, son de aguas muy frías y te generan calambres en las extremidades. Además se ponen profundas repentinamente...
Zafé! Ocuparé este sillón mucho tiempo más!!
Besos!!
Lima, si querés te reservo un cursito de natación con Chicharra, el profe. Pero vas a tener que madrugar, porque el viejo se levanta cerca de las 6 de la matina!!
Besos!!
ay diosss, yo que me ahogo en la bañera no sería capaz de meterme de esa forma
ResponderEliminarA mi me pasó igual en Gesell y la mano que recuerdo es la del bañero...
ResponderEliminarEn breve voy a contarlo en mi post, así me despido para siempre del respeto que alguna vez alguno de ustedes me pudo haber tenido.
besitos amigo!!!
Laura, nadar es una de las cosas más lindas que hay, meterse en el mar y sentir el poder de esas aguas turbulentas... Pero hay que respetarlas, como bien dijo GABU ahi arriba!
ResponderEliminarBesos!!
Blonda, vos te ganaste el respeto en base a otras cosas más sólidas, eso que no se ve y que se llama principios! Y alguien que los posee, bien puede no saber nadar!!
Esperamos esa anécdota veraniega!!
Besos!!