Esa noche no podía dormir. Trató de relajarse, de dejar su mente en blanco, pero mientras más lo intentaba, más rumiaba ideas que no alcanzaba a entender con exactitud.
Buscó un anotador y apoyó la punta de la birome sobre la hoja en blanco, como si esperara a que las palabras emergieran por sí solas. Sin embargo no encontró la manera para que la tinta azul trazara más allá de un punto. El cansancio la invitaba a dormir. Se acomodó otra vez en la cama y apagó la luz. Pero cuando sus ojos se cerraron su mente se llenó de imágenes confusas. ¿Eran recuerdos, sueños o imaginación?
El ruido de la agujas del reloj despertador la irritaba, la aturdía. El zumbido del vuelo de un mosquito la ponía en alerta. Daba vueltas enredando las sábanas entre sus piernas. Presa del extraño presentimiento de que esa noche no iba a ser una noche más, decidió prender la luz, sin imaginar lo que estaba por suceder.
Por encima de su hombro alcanzó a ver el frenético movimiento de la birome azul que hace un momento tenía en su mano sobre el bloc de hojas, las cuales unas vez completas eran arrancadas y flotaban lentamente hasta depositarse en orden en la bandeja de plástico negro donde apilaba fotos viejas, facturas impagas y sobres cerrados de correspondencia que nunca leería. Las agujas del reloj, giraban locamente, sin ritmo ni velocidad, un par de vueltas hacia un lado, otro par de vueltas hacia el lado contrario, hecho que la hizo sentir alternativamente cansada y con los párpados pesados y despierta y fresca, liviana y lúcida. En ese momento, el mosquito aferró con sus patas la última hoja y en vuelo rasante se lo colocó frente a su nariz para que lo pudiera leer; ella se tomó un minuto para releerlo y asintió lentamente con la cabeza, sin emitir sonido alguno.
De esa escena solamente tuvo como recuerdo vívido una roncha en el hombro de una picadura de mosquito. No quiso forzar más sus recuerdos, decidió dedicarse de lleno a la firma de sus libros, recién salidos de la imprenta.
Los últimos dos párrafos fueron mi continuación al juego propuesto por Julia en su blog de Las Historias de Julia (madlita sea, no sé poner enlaces en los comments!!) hace ya un tiempito.
ResponderEliminarLo publico ahora para que los que no me votaron se arrepientan miserablemente (?) de no haberlo hecho.
Saludos y feliz fin de semana largo!!
Monsieur Intendente, para poner enlaces en los comentarios mire acá
ResponderEliminarParece bastante sencillo.
Ya otro día aprenderemos a ponerlos en colores y demás vaciladas.
Recién me entero del concurso, pero puedo decir que no se nota la diferencia de estilos, así que dése por cumplido, gane o no.
ResponderEliminarAl margen, super optimista el final. ¿Cuantos mosquitos se bancaría uno con tal de tener un libro propio recién salido del horno, no?
oia, yo como siempre ni me enteré de nada
ResponderEliminarme gustó, sisi, me gustó y mucho
besitos
hay mas??
Rafa, gracias por su derroche de sabiduría, ya lo leí y prometo practicar, parece que es la práctica lo que hace al hábito, no?
ResponderEliminarAbrazos!!
Lola, debo decir que ni figuré ni en las menciones pero no era ése el objetivo, sino simplemente terminar la historia (por lo menos mi objetivo).
No soy exigente con mis escritos porque no soy escritor...
Besos!!
Laura, me alegro mucho que le haya gustado.
He participado en dos o tres concursos que proponen otros blogs más prestigiosos, párrafos que he publicado en su debido tiempo. Si me anoto en otro, te vas a enterar!
Besos!!