Felipe de Quevedo y López marchaba solitario por entre el monte bajo que circunda el fabuloso castillo de Montagout.
Cierto es que Felipe está casado con Margot, la hija del Conde; una joven capaz de cortarle la respiración a más de un valiente escudero.
Cierto es que a Felipe, dueño de grandes feudos y una extraordinaria herencia que le fue legada por su padre, Soberano de Quevedo, reino que a su vez es gobernado por Lope de Quevedo y Sánchez, hermano mayor de Felipe, no le faltaban dinero ni joyas. Ése no era el problema que lo aquejaba y que lo mantenía en vela desde hacía tres noches.
Hacía algún tiempo, Felipe, aún soltero, participó en una campaña contra los históricos, acérrimos rivales de Quevedo, los infames de Navarro. Allí, en la capital, durante su asedio y ocupación, el noble de Quevedo penetró en una catedral y en la nave central distinguió una silueta que oscura y solitaria oraba con los brazos elevados al cielo pidiendo vaya a saber que favor personal. Felipe caminó hacia la figura y ésta, al escuchar sus pasos se levantó súbitamente del suelo y giró para enfrentar al noble quevediense. Felipe se encontró de frente con una joven de gran estatura y cuerpo esbelto, ojos tristes y cabello claro hasta la cintura. Su cuerpoestaba cubierto de una túnica larga y marrón; su primera reacción ante Felipe fue escapar corriendo pero luego, al observar la armadura y el escudo del noble, se detuvo.
Felipe continuaba parado en el centro de la nave, mirando fijamente los pardos ojos de la joven doncella. Ésta, sin pronunciar una palabra, despojó al joven de sus atavíos de guerra y luego se quitó la túnica; su hermosura, digna de los dioses, deslumbró a Felipe. Luego de poseerse, allí en la catedral, la doncella se vistió con su manto y desapareció.
En los días siguientes, ya conquistada la ciudad, Felipe retornó a la catedral con la esperanza de encontrarse nuevamente con aquella joven; todo en vano pues ella no vovlió a aparecer.
Más tarde, las tropas se retiraron de Navarra y así Felipe perdió las esperanzas de encontrarla.
Mucho después, conoció a Margot de Montagout y se casó con ella, luego de un matrimonio estratégicamente arreglado por sus padres.
Él, creyó ver entre los concurrentes aquél rostro de ojos pardos que le hizo conocer el verdadero amor pero fue un desengaño.
El joven soldado quevediense no pudo encontrar solución a su problema entre sus pensamientos; caminó lentamente hacia sus armaduras y luego de tomarlas entre sus manos, las arrojó al foso que rodea el castillo.
Luego, se despidió de su corcel que lo saludó con un triste relincho y se dirigió a la cocina. Tomó uno de las dagas del chef y escondiendo el arma entre sus ropas subió a su habitación.
Jamás comprendieron el porqué de su muerte. Sólo hallaron su cuerpo sin vida envuelto en una túnica marrón, que brillaba tenue, persistentemente.
A medida que seguía el relato, aparecían en mi cabeza olores…
ResponderEliminarsi “olores”…
… a barro
… a metal
… a telas húmedas
(como en una película)
Ayyyyyyyyyy!!!
ResponderEliminarETIENNE,vos querès que yo me muera de la tristura???
Mirà,gracia' Dior que el nivel etìlico hoy al menos no me deja ni parpadear que si no moqueo la pantalla... =(((((
Sòlo puedo sentir que aùn en medio del desierto,no todos los oasis saciaràn nuestra sed (?)
P.D.:Te doy mi palabra de lady que tomorrow fresquita como un lechuguìn,volverè y serè lucidez!!
BESITUS ACONGOJADOS
Mate, a mi me ocurre a veces también cuando leo párrafo que describen ciertos momentos del día, lugares específicos del campo o la ciudad, o como en este caso épocas (aunque acá me invento los olores...)
ResponderEliminarBesos!!
GABU, nooo, no quiero que te mueras de ninguna manera, por favooor!!
Pase y vuelva cuando quiera, aunque la opinión de los beodos, junto con la de los chicos y los insanos, es altamente apreciada por su brutal nivel de honestidad.
Besos y te espero de vuelta!!
Les confieso que el título me da vergüenza. Es muy pedorro! Se ve que mis hormonas adolescentes influyeron ahí.
Muy bueno me gustó como fuiste relatando los hechos, una historia muy triste pero me gustó mucho leerla.
ResponderEliminarAbrazo
Y ahora sì,mucho màs recuperada aunque seguimos de ronda,cumplo con mi palabra y te digo...
ResponderEliminarMencantò!!
Posta,posta,tiene mucha sensibilidad,esa que nos gusta a las mujeres y pocos caballeros saben manejar tan exquisitamente como en tu adolescencia...
P.D.:Vos crees que el tìtulo es pedorro??
Yo noup,porque ese tìtulo es una consecuencia de lo que expresaste en el relato,tal vez,ahora,con el paso del tiempo lo veas con todo ese bagaje que años atràs adolescias,no??
BESOS (re)LOADED ;)
Intendente, sólo paso para decirle q' la historia me gustó. Para ser escrita por alguien en su adolescencia, está bien realizada. A mi las historias de caballería y gallardía, me gustan...
ResponderEliminarAbrazos
Lux, realmente es triste la historia pero bien mirada ocurre actualmente también, aunque no llega a los extremos filosos...
ResponderEliminarGracias por tu visita!!
Abrazos!!
GABU, que bárbaro lo tuyo, seguís de caravana!!
El título intentó resumir el porque de la decisión del personaje, aunque hacerlo no fuera la solución. Caballerosidad ante todo...
Adolescía y aún adolezco de varias cosas!!
Besos!!
Artus, por esa época descubrí las rimas y leyendas de Bécquer y ellas me inspiraron bastante, sobre todo en el ambiente. Los caballeros son personajes intrigantes, misteriosos, únicos en su accionar e idiosincracia, ideales para un par de relatos...
Abrazos!!