Día 3:
Ya superado el jet-lag, comenzó la ardua tarea de forzar la entrada de 67 páginas tamaño A4 en un lapso de 3 días en el escaso espacio libre que queda en nuestros cerebros. Además, la pantalla se incrusta impiadosa en las retinas del grupo, voluntarioso y preguntón. La cabeza empieza a crujir, los estómagos se quejan y las pelucas se despeinan.
A la salida del curso, el vientito proveniente del río nos obliga a buscar cobijo. Ya es el fin de la temporada estival, y se está empezando a sentir.
En un apartado familiar, quien les habla tuvo la posibilidad de concretar una reunión con mi hermana. De una forma de ser completamente diferente, su espíritu independiente no la ata a ningún compromiso protocolar, por lo que tuve que prescindir de la guardia armada y el traslado en limusina blindada. Puestos al día con nuestros respectivos currículos, nos tomamos una Estela Artuá y comimos algo livianito al pie del monolito céntrico.
Del curso, ya no me acuerdo nada y no creo que sea capaz de poder hacer una transacción correcta. No importa. Pagarán por ello mis contribuyentes.
Correspondencia confidencial para los Ciudadanos.
Si levantabas la vista hubieras visto la ventana de mi estudio.
ResponderEliminarAbrazo
Una cerveza helada hace olvidar cualquier cosa...
ResponderEliminarbesotesssssssss
Lux, haceme señas la próxima vez. La semana que viene vuelvo y te cobro la cerveza que me prometiste.
ResponderEliminarAbrazo!
Blondita, es cierto, sobre todo cuando uno se excede con la medida!
Besos!!