Yo siempre supe que iba a morir de cáncer, son esas cosas que uno intuye temprano en la vida cuando algunas señales se van acumulando, esas indirectas como contactos que comparten historias de gente con la enfermedad, propaganda de medicamentos y tratamientos paliativos, compañeros de trabajo que se van antes porque deben cuidar a un familiar o enterrarlo. Disculpen si resulta ofensiva la declaración, léanla como mi última voluntad y así será un poco más tolerable.
Al principio, me enojé. Es decir, nadie quiere saber cómo termina aunque lo digan. Decidí que esos mensajes no eran para mí y que no me iba a afectar, que los ignoraría. Con el tiempo uno tras otro se me presentaban sin objeciones, sin pausa y me iban torciendo la voluntad. El márketing de la enfermedad es malo y negativo, tiene muy mala prensa pero la repetición es intensa y se te termina metiendo en el cuerpo y lo terminás creyendo.
Si te duele la cabeza, va por ahí. Si cuando llueve, los huesos te duelen como si tuvieran terminaciones nerviosas, la conclusión es clara. Además, la comida superprocesada actual es propicia para pensar que los males estomacales en general, la mala digestión, esos ruidos que uno escucha por la noche (que no vienen del departamento de al lado) es el estómago sucumbiendo a los ataques infernales. Ni hablar del cigarrillo, el demonio en persona con halo de humo tabacal y boquillas delicatessen que te trae a tu propia casa la versión respiratoria con perspectiva de mochila y rapidez para el trámite. Y hoy sumamos al vapeo, que parecía ser la solución y en realidad te enferma más rápido y en peores condiciones.
Participar
de campañas para recaudar fondos para luchar contra este flagelo fueron
oasis en un desierto lleno de dolor y angustia. Ver caras
reconcentradas, existencias enteras sumidas en la tarea de alargar el
hilo de esperanza, en tratar de encontrar un destello de luz en un
horizonte tremendamente negro y poder alivianar un poco la carga de los
demás fue liberador y desde un punto de vista egoísta, redentor para mis
vertiginosos pensamientos.
Llegué a pensar en algún momento que el pronóstico oncológico no se cumpliría. Chocar tu vehículo de frente a poco más de sesenta kilómetros por hora no es algo que mucha gente termina contando. Esa película en cámara lenta que se produce, ese cliché que es verdad de ver toda tu vida completa como en diapositivas de repente no terminó y ahí me di cuenta que no escaparía de los designios que en profundidad estaban tallados para mi.
Recostado, miro por la ventana. Mis ojos acuosos, nublados por la morfina están fijos en la nada. Sería más fácil decir lo que no me duele, más corto por lo menos pero ni siquiera esa lista les daría una miserable idea de lo terriblemente dañina que puede ser esta enfermedad. Es la personificación de un estratega militar, de un boxeador que tras un golpe efectivo a la mandíbula huele próximo el knockout y así pensaba, la iba a esperar hasta el último día.
Miré hacia arriba como buscando una respuesta y así pude ver cómo una placa cementicia del techo cayó sobre mi cabeza aplastándome a mi y a mi destino final.
madre mía..nada está escrito no?
ResponderEliminarAl final,digamos que el cáncer no lo mató.
Terrible y precioso a la vez, este relato.
Me encantó.
Deja pensando acerca del poder del pensamiento, los flagelos de la civilización actual, con relación a la calidad de vida...
En fin, un texto muy trabajado y muy bueno.
Besos
Hola Luna! Acá estoy de regreso, tratando de estar un poco más presente. Si, acepto que hay mucho subtexto, mucho para leer entrelíneas y cuestionarse. Nos dejamos llevar por lo superfluo y nos estresamos por cosas que no valen la pena, apariencia, competencia, imagen, hasta que es demasiado tarde y pagamos alto precio.
EliminarBesos para vos!
Le debo un comentario, le dejo este cupón-comentario para la próxima entrada, a mí todo lo que sea con la palabra cáncer, no gracias, muchas de las personas que he conocido lo han tenido (tienen) y me duele el alma si quiera pensar en el tema, en fin. Le prometo leer su próxima entrada, digo, si no es sobre el cáncer.
ResponderEliminarHola Conejo! no todo lo relativo a esa palabra es tan así, hay muchos casos que se pueden superar. Después hay constelaciones, hay signo de zodíaco, no todas sus referencias son tan negativas.
EliminarAbrazo!!
Dios, comencé a leer sin saber si era literatura o narración del presente! No sé cómo llegué Etienne, pero me he llevado un susto en la noche jajaja
ResponderEliminarMe ha gustado tu rinconcito, te voy a seguir, espero nuestras letras se crucen pronto y no asustarme la próxima! jajaja Te dejo un saludo en esta noche que avanza veloz!
Hola Aquamarine! Espero que el susto no haya sido demasiado y te quedes por acá!
EliminarLa Ciudad ha cambiado como todo con el tiempo; al principio era una bitácora graciosa con posteos cada 2 días y ahora es un balcón en donde muestro lo que escribo. Es todo ficción, con un poco de realidad y a veces una realidad ficcionada.
Bienvenida y te retribuyo el saludo en esta mañana calurosa de viernes!
También soy relativamente nuevo en el blog de Etienne, no se arrepentirá de seguirlo se lo aseguro.
EliminarJuro que el Conejo es trabajador independiente y que yo no soy quien le paga el sueldo ni quien le cocina el cocido ni quien le remienda la ropa.
EliminarYa sabes, nunca sabes de que mala suerte aún peor te ha librado tu mala suerte... Un gran relato.
ResponderEliminarJaja, dentro de la frase en la que resaltan dos palabras "malas", no puedo dejar de entrever tu excelente sentido del humor ni tu inveterado optimismo! A veces es mejor aceptar las cartas recibidas que avizorar alguna mejoría.
EliminarNo todo es tan malo como aparenta, o por lo menos tiendo a querer creer eso.
Besooo de finde!
En el fondo, muy en el fondo, soy una persona optimista, pero es un optimismo un poco desencantado, digamos. Al final hacemos lo que podemos lo que tenemos, ni más ni menos ;)
EliminarDicen que quien va a morir ahorcado ve una soga y llora, así que todo es posible.
ResponderEliminarSaludos,
J.