sábado, 5 de abril de 2014

En el fondo de esos ojos, yo viviré...

La mirada se le perdía entre la cantidad de gente que caminaba por la costanera. No buscaba entender qué los motivaba a soportar con estoicismo el frío que venía desde el mar ni la humedad eterna que amenazaba con mudarse al interior de sus huesos. Tampoco había venido a buscar ahogarse en ese par de ojos marinos que lo buscaban desde el kiosko ni ensuciarse con el marrón terroso de su piel norteña, aunque tal vez pasara más tarde a buscar consuelo, aún no lo sabía. 
Su mirada tenía una intensidad, un fuego interno que la alimentaba y la llevaba a apenas pestañear. Más de una vez recibió de vuelta reproches silenciosos de transeúntes incómodos; no le importaba e incluso le producía un extraño placer pero no encontraba indicio alguno de lo que quería encontrar.
Caminó despacio, el bolso del mate le colgaba bajo el brazo con una leve oscilación que hacía las veces de recordatorio (nunca se sentó a llenar el cuenco de yerba y agua caliente) y llegó al extremo donde la calle se topaba con el muelle y la pequeña playa se truncaba para darle paso al hormigón. dio media vuelta y encaró de nuevo a la gente, ahora con el sol poniente que le cegaba y lo obligó a ponerse los lentes oscuros. Así, la búsqueda se hizo más difícil, el tornasol dificultaba detectar aquél brillo que sabía existía en alguna parte.
Volvería. No dejaría que esos ojos que lo encandilaron, se pierdan en el ingrato destino mediocre de una existencia fútil. Él se encargaría de hacerlos revivir...

1 comentario:

  1. Creo que al final todos/as encargamos de revivir, evocando y rememorando miradas de alguien especial, una sonrisa especial o algún gesto que lo identifica y diferencia del resto...

    Preciosas palabras. Me han gustado mucho.

    un abrazo

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