En la Ciudad ya se huele el fin de año... En todos lados se palpita el fin de año, algunos empezaron antes con los feriados y asuetos (y empezarán bastante más tarde el año nuevo también, suerte por
ellos...) y todos estamos pensando en el brindis de la última noche del
año, con la familia, con amigos, con gente que a veces no volveremos a ver.
El año se nos fue en un recorrido desparejo, con más prepotencia que
hechos, con más gritos que entender al otro, con vaivenes propios de
una sociedad que sufre como ninguna la rebeldía de la adolescencia, que
no se da cuenta que tiene la mejor mano para ganar sin siquiera recurrir
a la mentira y que sin embargo lo hace para pretender demostrarse
corajuda. Se pretende adulta pero se comporta como púber intentando impresionar a ese alguien que ni la hora le da. Lo
que importa no es en este caso el pasado, sino lo que viene y si no
podemos enfrentarlo con renovado espíritu entonces estamos sonados.
Pero
este fin de año es un poquito diferente: no puedo ver en la gente la energía que
se suele renovar en esta etapa, ese pensamiento positivo de renovar las
cuentas, renovar la vida. Al contrario, los escucho algo abatidos,
nerviosos y no quisiera decir desesperanzados. El tono de voz refleja
que la realidad en la que se ven inmersos ya ocurrió y que se está por
repetir irremisiblemente. Veo desazón, veo inquietud, veo infinita
resignación. Pero también brilla en sus ojos la certeza de que no
bajarán los brazos. (fin de la escena)
Sigo pensando (lo escribí ya alguna que otra vez y lo reafirmo) que el
espacio virtual da vida a muchísimas cosas que se cristalizan en la vida
real (o al revés, lo importante es que coexistan y no se aniquilen
entre sí) y que me han dado un apoyo que no sabía que necesitaba. Esto
es difícil de explicar, aún más cuando la intensidad de los contactos
disminuyó en estos últimos tiempos; esta ausencia se resiente más debido
a esto. Agradezco la persistencia, la lealtad, la presencia en mi
ausencia, realmente la valoro y aprecio mucho; como dije, lo más rico y valioso no son las entradas sino las reacciones y comentarios, lo que provoca en el que lee.
¿Deseos para el año que viene? Deseo que todos ustedes sean felices.
Cada vez que pasa una estrella, en mi cumpleaños, cuando pasa un coche
con los recién casados, todas esas ocasiones para pedir deseos, yo no
pido nada. ¿Qué puedo pedir si ya tengo lo que quiero?. Entonces pido
eso, que sean felices. O mejor, pido para ustedes lo que ustedes quieran pedir. Y
como dice en la parte de atrás de muchos camiones, te deseo el doble de
lo que vos me deseás a mi, tal vez un pequeño germen de comienzo para un pueblo mejor.
La felicidad viene de la mano de cosas que hoy están devaluadas (no, no
me refiero al peso argentino) y no tanto por las posesiones materiales,
así que está en uno poder descubrir ese tesoro que todos tenemos a mano.
Brindis, amigos, fotos viejas, tarjetas. Campamentos, lluvias, arena de mar, agua de lago. Cenas con velas, asados, llantos, abrazos, un buen libro. Cada uno encontrará en esas pequeñas cosas el valor de la vida y sabrá que no hay otra cosa que la reemplace, que el recuerdo podrá ser el último refugio frente a la necedad.
Brindis, amigos, fotos viejas, tarjetas. Campamentos, lluvias, arena de mar, agua de lago. Cenas con velas, asados, llantos, abrazos, un buen libro. Cada uno encontrará en esas pequeñas cosas el valor de la vida y sabrá que no hay otra cosa que la reemplace, que el recuerdo podrá ser el último refugio frente a la necedad.
Una de las tantas cosas que no podemos evitar es el paso del tiempo; entonces el 2026 vendrá y se colará como una realidad en nuestras vidas, como lo hacen los años caprichosamente con todas las personas. Deseo (realmente lo quiero) que no importa lo que contenga, lo que tenga para depararnos, lo que nos haga vivir, que sea de lo mejor que nos haya ocurrido en la vida.
Para todos, un inmejorable año 2026!
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