Amanece en el valle, una mañana muy fría y soleada. Las vides soportan impasibles el paso del otoño arrugando sus hojas secas y convirtiendo en pasas las pocas uvas que sobrevivieron a la vendimia estival.
En fila y aferradas a una guía, las plantas de malbec y merlot reciben los primeros rayos de sol a la espera de la poda que pronto los operarios llevarán a cabo; más allá las plantas de chardonnay reciben por goteo controlado la dosis exacta de humedad para que sus racimos generen el mejor varietal.
Pasos trémulos a la entrada de la bodega, vacilantes. El enólogo, embriagado de placer, prepara las botellas que el grupo de ejecutivos catará un poco más tarde; botellas que contienen vino de calidad de exportación serán abiertas y disfrutadas en un almuerzo de negocios. Mientras tanto, en la cocina, el chef realiza el maridaje más exquisito entre los vinos seleccionados y el menú exclusivo sabiendo de la importancia del evento.
Los comensales llegan de a poco de un paseo por el campo. Se ubican uno a uno en la mesa frente a las brillantes copas de límpido cristal; unas tablas de quesos y fiambres variados otorgan a la mesa un aroma campestre.
El vino tinto comienza a llenar las copas, los aromas recurren a recuerdos para buscar similitudes, los sabores se revuelven tumultuosos sobre la lengua y raspan gargantas delicadas. Los taninos, los sedimentos, los brillos y ese inconfundible color bordó tiñen de exóticos sabores los paladares de los comensales.
Finalmente, el color oro brilla dentro de las pequeñas copas. Dulce uno, un poco más ácido el otro, la calidad y el esfuerzo se saborea en finísimos elixires destilados con sabiduría.
Paseo por el viñedo, hotel boutique, finos vinos y excelente comida: una manera diferente de pasar un fin de semana...
si no fuese porque me generó tanto antojo, ¡¡¡¡te diría que me convertí en una copa de envidia!!!!
ResponderEliminarmala vida, eh.
Eres un sibarita... ésto es lo que pienso mientras ensalivo tras releer tus palabras. Me gustaron mucho. Muestran mucha exquisitez y refinamiento (y te escribe alguien a quien no le gusta el vino y las mujeres jaja).
ResponderEliminarun texto muy bueno...
un abrazo
Café, no te quedes con los antojos, sabés lo que dicen sobre eso...!
ResponderEliminarBesos!!
Esil, fue una reunión de trabajo que duró, digamos unas tres horas, el resto fue mucho de descanso y disfrute y relax!! Y buen vino! Dale una oportunidad al vino, tal vez acompañado con una buena comida te pueda convencer!
Besos!!
¿Donde? ¿ Donde? ¿ Porque no me avisaron?
ResponderEliminarAbrazo!
usted tiene un sarcasmo muy especial, lo sabe, no?
ResponderEliminarbesos
Dany, tenés que arrancar para el oeste, pasás la provincia de Buenos Aires, después La Pampa y llegás al Alto Valle del Río Negro; ahí perdida está la bodega!
ResponderEliminarDisculpá que no te haya llegado la invitación, se armó con poco tiempo, je!
Abrazos!!
Laura, sarcasmo es la herramienta y me la moviliza una maldad supina!!
Me hace ruido, después de tanto dicho, que me sigas tratando de usted, aunque sea en el comentario de un post!!
Besos!!
Hace unos meses me invitaron a conocer Mendoza, creo que tu entrada acabó por cerrar mi decisión.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
HD
Humberto, la bodega Bianchi en San Rafael está toda armadita, con recorridos explicativos y salón de ventas al final, pero me imagino que en Mendoza capital también deben de estar bastante organizados al respecto.
ResponderEliminarTe aconsejo los Tannat y algún Merlot que son buenos aunque reconozco que esto va en gustos...
Abrazos!!
Los enologos, son aquellos que si se "toman" el trabajo a pecho, piden franco al dia siguiente.
ResponderEliminarusted dice que mejor te tuteo? bueno, intento
ResponderEliminarGonzinko, bienvenido a la Ciudad, brindemos por los enólogos, probemos este Cabernet que parece estar bueno, salú!
ResponderEliminarAbrazos!!
Laura, estuve mirando mis comentarios en tus blogs y me di cuenta que yo tampoco te tuteo! ¿Somos personajes de nosotros mismos? En fin, tratá y yo trato...
Besos!!