lunes, 14 de octubre de 2024

Límite para siempre

Hoy te pensé más de lo debido
te apoderaste de mi corazón sin piedad
te recostaste ante mis ojos
y te quedaste ahí
tan seria, con tanta determinación
que yo solo
me limité a observarte.

Hoy te extrañé más de lo debido
me ahogaste el recuerdo con tu sonrisa
me desmayé al caer en la cuenta
que no te tenía conmigo
y desesperé
y grité enroncando mi voz
lo mucho que te quiero.

Hoy te pertenecí más de lo debido
eché por tierra el orgullo
rompí las máscaras
del fanático y descabellado machismo
y me entregué
sin oponer resistencia
a tus brazos imaginarios.

Hoy te pensé, te extrañé
mi corazón lloró tu nombre
y mi voz se apagó prudente
y quise tu boca en mi boca
y extendí mis brazos buscándote
que atravesé los límites de mi razón
derribé mi orgullo y sometí mi vergüenza.

Aquel día entré en razón
caí en la cuenta
lo que para muchos es obvio
extrañarte más de lo razonable
es poner resistencia
cuando el sentido pierde el rumbo
y la razón su conciencia.

Durante todo ese día
traspasé líneas que durante mucho tiempo
me parecieron infranqueables
hoy, este límite de la vergüenza
ya no existe para mi, para vos,
más de lo debido
hoy, para siempre.

miércoles, 9 de octubre de 2024

Aquel hombre

 Aquel hombre había absorbido del aire una suave manera de hablar, sus palabras eran brisa fresca para el que las escuchara, sus dichos eran bálsamo para las almas perdidas. Podía con su tono de voz tranquilizar incluso al más nervioso.

Ese hombre de tanto mirar al bosque había adquirido una mirada añosa, de verde paz, que ahora reposa en sus ojos cristalinos. Podía con su pacífica mirada transmitir una tranquilidad infinita a quien se perdiera en el inmemorial tiempo de su pestañeo.

Aquel hombre había aprendido de la inacabable soledad, del insondable silencio, una manera de ser pacífica, muy serena y cansina que se transmitía a todo aquel que se zambullía a la experiencia de compartir con él un momento de su vida.

Este hombre había aprendido a saber cuando era el momento adecuado para todo, cuando había que callar, cuando había que hablar y en ese caso, sabía con claridad las palabras que debía decir. Todos recurrían a él en busca de consejo, buscaban en él un guía, tal vez un gurú honesto que los sacara de cualquier predicamento que a alguien lo aquejara. 

Este hombre ya se marchó pero dejó en la arena una clara huella que no se borrará tan fácil en la marea alta.