Antes que el polvo de la desmemoria
nos cubra y quedemos en el mutuo olvido,
me gustaría inmortalizar con palabras
que aunque no resulten memorables,
serán por quien las reciba, bien merecidas.
Aquel día te reconocí físicamente (te conocí mucho antes),
nuestras sendas se cruzaron en más de una oportunidad
pretendí reconocer en el fondo de esos ojos
de mirada hipnótica, de mirada profunda
esa química que une a las personas,
esa magia que los sagitarianos (y muy pocos más)
sabemos cultivar tan bien.
No quiero evocar caminatas,
ni botones desprendidos,
ni corbatas por el piso.
Tampoco quiero recordar cuerpos (no interesa)
y mucho menos un día perdido,
tal vez porque esas anécdotas
no me tienen como protagonista,
tal vez porque no quiero ser egoísta.
No pretendo recordar nada,
tal vez porque el presente nos una solamente por un instante.
No pretendo asirte contra mi,
tal vez porque prefiera añorar que ser olvidado.
Simplemente pretendo abrir la expectativa,
abrir una ocasión futura en la cual compartir el cielo,
conversar de todo y de nada,
y por qué no,
pretender hacer realidad esa química que nosotros los sagitarianos
hacemos tan merecida gala.