martes, 8 de septiembre de 2020

En todas las ciudades hay veredas rotas

Siempre supe que esa niña me rompería el corazón.


Buscándola, me pasaba todo el día yendo al parque o rondando el centro a la tardecita cuando todo el mundo daba la vuelta al perro, evitando a mis amigos y sus bromas pesadas, pensando que la oportunidad con ella me estaba esperando. 

Otras veces, de tarde, caminaba con el sol en la espalda por baldíos y calles con adoquines, acortando la distancia que había entre su casa y la mía; pasaba frente a su puerta y sin animarme a golpear, seguía de largo hasta la radio para dedicarle esa canción que bailamos alguna vez. 

Desde la lejanía de su mirada esquiva, desde la inocencia de su vestido rosado con volados, ella estaba destinada a hacerme daño, ese dolor infinito que te marca a fuego, daño irreparable. Caminando bajo los tilos de la rambla rumbo al centro con sus amigas, esquivando las veredas rotas de la plaza, a la hora de la siesta o en la pileta, mirando con desdén las zambullidas mortales que nosotros intentábamos en los trampolines solamente para impresionarla, en cualquier escenario se mostraba inalcanzable pero siempre con un aura de imprescindible.


Pasó el tiempo, me humillé de mil maneras, públicas y privadas, incluso llegué a rogarle y ella, divertida y mirando hacia otro lado, rió con sus voz de cascabeles sin decir nada.
En la huida, tropecé con una baldosa suelta de una vereda rota y caí de rodillas rompiendo la tela del jean; miré hacia atrás y vi que ocultaba con disimulo una sonrisa tras su mano. Salí corriendo avergonzado sabiendo que jamás la tendría.

5 comentarios:

  1. Al final las cosas que un "hombre" hace por una mujer terminan dando ternura.
    y asì siempre!

    Abrazo

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  2. Magah, cuando lo que hacemos es guiado por sentimientos positivos, nos da cosita cuando no son correspondidos. Mirando desde la estadística, la coincidencia es casi imposible; crecemos a base de desengaños y rechazos, la clave es aprender de ellos y no sumirnos en la oscuridad.
    Besos con sabor a miel!

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  3. Bueno, al menos lo supiste siempre y la decepción así resultaba menos. Sin ese nivel de adivinación, el golpe habría sido peor.

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  4. me gusta tu estilo
    recién te conozco
    gracias por compartir
    lo que escribes
    abrazo desde Miami

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  5. Felipe, no sé si es bueno o no, porque uno intenta igual a pesar del seguro fracaso aunque sea por el aprendizaje...
    Abrazo!

    Mucha, no sé cuál sería mi estilo, lo que si le pongo al relato es memoria, nostalgia y alguito de misterio. Date una vuelta por capítulos anteriores (hay algunos repetidos) y espero que te gusten!
    Gracias por tu visita!
    Saludos desde la Patagonia!

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