jueves, 10 de julio de 2025

Ausencias

Algunos dicen que vivamos
el presente,
que no lloremos por el pasado
que no pensemos en el futuro.
Otros dicen que ahora
estamos todos
y que en un futuro próximo
quizás no estemos,
que nos invadirá una ausencia
la cual calará hondo en nosotros
y lloraremos,
y gemiremos
por un poco de compasión
pero por sobre todo
por un poco, solo un poco
de compañía.
 
 
No te vayas todavía
no me dejes con tu ausencia
solo me hará sentir un poco más solo.
No quiero ver
que me invade la oscuridad
que todo se vuelva hostil.
Tal vez me sienta herido
y no pueda razonar,
y no pueda sentir, 
quizás la sombra de tu soledad sea tan grande
es muy posible que me pierda en ese laberinto
ausente,
sin tu calor
ausente
sin tu compañía
ausencia
si tu no estás.


jueves, 3 de julio de 2025

Ciudad Abierta

Estimados lectores variopintos de este espacio, hoy les propongo dejar de lado las estructuras, las formalidades. Hoy, la idea es apelar a la verdad, a la libre expresión que habita en sus cuerpos.
Hace mucho tiempo, en un canal de televisión (les recuerdo que antes del streaming, hubo algo que se llamaba así) por cable (si, había canales de un largo listado y algunos de ellos eran gratis, incluso) hubo un recordado programa que consistía en posicionar una cámara en la calle digamos en la boca del subte o frente a la salida de un supermercado en el que el ciudadano común accedía a un micrófono y contaba, decía, enumeraba, gritaba en algunos casos, lo que en ese momento le pasaba por su mente.
Después, evolucionó y se convirtió en un delivery en el que enviaban el equipo a tu casa, trabajo o donde sea que estés para poder expresarte más cómodo. 
Es probable que haya en la profundidad del archivo de internet algún rastro de ese programa que si les satisface la curiosidad, pueden buscar.
Ahora, instigado por la necesidad, reformulo el formato para el monitor blogger y los escasos transeúntes que se congregan en la vereda de este espacio.

Piensen que es una pared limpia, escriban sus graffittis y coloquen sus estenciles. Piensen que es un cartel que hay que vandalizar. 

Tal vez, puede ser una audición para una película o una sesión de psicoanálisis, ustedes adapten este espacio y tomen posesión.
Si quieren dejar su frase célebre, su firma o cualquier cosa, algo, lo que sea (dentro de las convenciones que permite el formato), este es el momento.

Si quiere en cambio ignorarme, bueno, también es aceptable como forma de expresión.

viernes, 27 de junio de 2025

Taxiii...!!

Soy una persona que gusta de caminar bastante, que no utiliza con frecuencia los medios motorizados de transporte, excepto que los trayectos sean extensos; hago caminando la ida al trabajo, los trámites, las visitas a los amigos y las compras en el mercado y para eso me calzo una mochila con lo necesario y salgo a la vereda.
Sin embargo, este último tiempo, por cuestiones netamente laborales, tuve la oportunidad de conocer a fondo a diferentes individuos de esta fauna particular que son los taxistas.
Me tocó uno que se creía nacido en Italia: decía que los padres habían ido por trabajo y que al momento de regresar, la madre de siete meses, rompió bolsa antes de abordar el avión. Por supuesto, dice tener ciudadanía de la Unión, cosa que no sé porqué no aprovecha.
Otro había tenido la mala suerte de haber sido asaltado y golpeado, hacía no más de una hora. Luego de ese trance, y de regreso a la base, el jefe le dijo que le importaba muy poco si tenía fractura craneal o lesiones en la materia gris, que se dedicara a devolverle el dinero desaparecido.
Dos o tres me tocaron que me preguntaban a mi, por dónde ir: Señor -me dijeron- vamos por Avenida ... o por Autopista?. ¿Y qué sé yo? Yo soy el pasajero y usted el chofer, manéjese.
Hubo uno que me explicó por qué se pelean los remiseros con los taxistas y ahora con los choferes de las aplicaciones, otro que tenía la solución para salir de la eterna crisis y otro que no me dirigió la palabra, pero aturdió a todo el mundo con la bocina e hizo del idioma español, un único rosario de insultos y malas palabras.
A veces, la culpa del comienzo de la perorata la tuve yo. Como el silencio es molesto para mí, suelo iniciar la conversación con preguntas como: ¿Hasta qué hora trabaja?, ¿Realizan los choferes de taxis algún deporte? o una simple e inocente ¿Usted es el titular de la unidad?, generando cataratas de respuestas.
En general el tono es prepotente, poco cordial, aunque son de entrar rápidamente en confianza y uno no termina de saber con certeza si todo lo que dijeron es verdad o es puro cuento.
Así pasé cierto tiempo subido a diversos modelos de autos, cada uno mimetizado con su conductor en cuestiones de higiene, gustos musicales y modos de andar.
Lo que los identificó a todos es el tremendo apuro que les da cada viaje, ninguno se tomó el trayecto con tranquilidad y así, no hubo vez que me baje relajado del auto.
Así las cosas, tal vez deba mantener la boca cerrada y mirar por la ventanilla.

domingo, 15 de junio de 2025

Ricos besos siniestros

Que este mundo está hecho para diestros es algo que no es novedad. Cuántos problemas hay con las tijeras que tienen el ojal preconfigurado, las asas de las tazas de café y algunos modelos de mates, para no hablar de los botones de las camisas, los cintos y un montón de cosas más de todos los días.
Y más. ¿Por qué a los malos se les dice que son personajes siniestros? Y siniestros son los desastres o los accidentes también, todo con una connotación negativa. Claro, los que son hábiles en algún deporte o en alguna técnica específica son muy diestros...
Y ni hablar cuando en ciertas escuelas los obligaban a escribir con la derecha, atándoles la zurda a la silla con el argumento de que era una monstruosidad y que iba en contra de los designios del creador.
Igual, dicen que para ciertos deportes, los zurdos tienen ventaja porque la orden enviada por el cerebro (desde el hemisferio izquierdo) tarda menos en llegar porque no tiene que cruzar todo el cuerpo; que será, digamos menos de la mitad de la mitad de un microsegundo. Vaya ventaja.
Pero quiero compartir con ustedes una verdadera ventaja que supe aprovechar con altos beneficios. Hay ciertos movimientos reflejos que bajo determinadas circunstancias son muy fáciles de adivinar.
En cierto domicilio de alguna calle perdida se llevó a cabo una fiesta y en ella una serie de juegos entre los convidados y entre la platea femenina había una en particular que me desvelaba. El juego consistía en apoyar espalda contra espalda y a una orden, girar rápidamente la cabeza hacia uno de los lados; si los rostros no coincidían la dama abofeteaba al varón pero si ambos miraban hacia el mismo lado, se coronaba la acción con un rico beso. Rápidamente me di cuenta que los diestros (hombres y mujeres) giraban siempre su cabeza hacia la derecha por lo que entre ellos había más cachetadas que amor. Aproveché mi condición de siniestro conspirador para recibir bastante cariño; solamente un lance se vio castigado y fue provocado a propósito para no levantar la perdiz de aquellos diestros incautos; del resto de la noche guardo aún el calor de esos labios deseados.
Y con esa sola ventaja me conformo.

jueves, 5 de junio de 2025

Masa anónima de encuentros casuales

En las ciudades modernas, por no decir los grandes amontonamientos inexplicables de gente, la múltiple diversidad de lugares en los cuales encontrarse a un conocido es increíble: en la fila del banco, en la espera del semáforo, en la góndola de los productos de perfumería del súper, en algún vagón o interno del transporte público, en el escritorio de reclamos de las compañías de servicios telefónicos y hasta a veces te los encontrás en la puerta del Mc Donald. Es decir, menos mal que uno nunca anda haciendo cosas reprobables, tales como pasear en horario laboral o explorando las vidrieras cuando deberíamos estar cumpliendo con nuestros deberes... En fin, sigamos.

Si este conocido ya ocupa un lugar en nuestra rutina, es fácil entablar alguna conversación, algún comentario, tal vez alguna mención a personas conocidas en común. Pero si el rostro solo nos es vagamente conocido y además, lo vemos sacado del contexto en que sí sería posible su rápido reconocimiento, pueden ocurrir confusiones lastimosas y a veces dolorosas... Es por demás común decirle un nombre que no es y confundirlo con su primo o directamente pensar que es el portero cuando en realidad es el marido de una compañera de trabajo. De ahí al ridículo, cuando no a la directa metida de pata hasta el cuadril hay una centésima de segundo. En esos encuentros salen a relucir nuestros dotes de memoriosos y relacionistas públicos, asociando parientes, recordando jefes o lisa y llanamente mintiendo acerca de cómo nos acordamos de la cena en que su sobrino se cayó de la silla. A su vez, la conversación suele ocurrir a voz en cuello por lo que se suelen recibir extraños aportes del resto de los paseantes, cosa nada agradable por cierto.
Mucha gente de los pueblos pequeños tiene la fantasía de pasear por una ciudad cosmopolita donde nadie los conozca, pasear sin tener que ir saludando a todos y asumir el anonimato de la masa, ni hablar de aquellos que salen de la mano con una pareja que no es la señora con la que dieron el "si" frente al señor gordo de túnica blanca y no quieren ser interrumpidos por un encuentro incómodo. Pero estas historias siempre terminan de la misma forma: siempre habrá alguien que comente: ¿A que no sabés con quién me encontré?


lunes, 26 de mayo de 2025

La vida misma

Todos alguna vez, se nos ocurrió la loca idea de volver a ser niños, a ser inocentes. Todos alguna vez fantaseamos con poder ser caprichosos, llorar y patalear sin complejos, torcerle la cola al gato y echarle la culpa al hermano menor o patear una puerta hasta dejarle un tremendo agujero porque tu hermana se escondió después de hacerte enojar. Y hacer una choza en el patio trasero, treparse a los frutales, tirar bombitas de agua, correr carreras de bicicletas en la plaza, jugar al fútbol en la calle con el portón del garage de arco, hacer un pijama party en la casa abandonada de la esquina, tirarse piedrazos con la banda de la otra cuadra, hacer juguetes con pedazos de madera y cartones, jugar al cuarto oscuro, destruir plamobyls y duravits, cortarle el pelo a la barbi de la hermana e imaginar que la bañera es una nave espacial sin sentir que somos unos desubicados o unos grandotes pelotudos.





Ese momento de la vida en que nos soñamos grandes, en que nuestros anhelos se ven lejanos y que no sabemos aprovechar sino hasta que se esfumó tras las hojas del calendario. Y atesoramos figuritas, fotos viejas, revistas destruidas, colecciones incompletas, pretendiendo robarle a la vida ese trozo llamado infancia. No lo logramos, pero por la ventana de los recuerdos nos espiamos y dejamos rodar una lágrima de felicidad.

De a poco el paso del tiempo nos va poniendo más serios y quizás más preocupados,  nos va haciendo creer que vivimos y aún así sentimos un indecible vacío. Lo que es cierto, es que nos deja abierta una esperanza, una posibilidad de volver a ser niños otra vez, aunque sea por un ratito, aunque sea de mentira.

viernes, 16 de mayo de 2025

Las tres de la tarde

En un pequeño pueblo de Escocia hay una más pequeña librería en donde venden libros con una página en blanco perdida en algún lugar del volumen. Si un lector desemboca en esa página al dar las tres de la tarde, muere. En un primer momento pareciera que son dos hechos que difícilmente ocurran al mismo tiempo, sin embargo las probabilidades son parecidas a cualquier catástrofe de índole cotidiana. Muchos suicidas, tiktokers y buscadores de aventuras se acercan para desafiar los coeficientes.
Por mi parte, las dos veces que estuve en ese pueblo fueron experiencias muy diferentes. La primera vez fue en un tour organizado por un instituto de inglés, no nos quedamos demasiado tiempo, aunque recuerdo especialmente el beso que te robé justo cuando bajábamos del bus para visitar un set de alguna película de la que no me acuerdo el título. La segunda vez, ya informado de la existencia de la librería, fui y compré una cantidad de libros en un último intento desesperado por olvidarte. Me puse a leer bajo un roble, sentado en sus raíces y cobijado por su ramaje. Abracé la idea de morir en ese lugar, con un libro en las manos; me pareció que tu recuerdo merecía un homenaje en tierras lejanas y pletóricas de historias de coraje y sacrificio. Pero avanzaba en la lectura y los libros se terminaron antes de que pudiera siquiera encontrar esa página huérfana de palabras. En otra visita a la librería, le quise hacer trampa a la maldición y me aseguré que tuvieran esas páginas asesinas espiando el contenido de los volúmenes. Aún así, los libros pasaron sin ni siquiera haber sentido un pequeño dolor de cabeza y no pudiendo hacer coincidir el reloj con la ausencia de palabras. El recuerdo de tus labios tibios dolió aún más.

Al volver a casa, y sintiéndome abandonado por la misma Muerte, la encontré esperándome en la puerta.
- ¿Por qué me ignoraste? - pregunté, después de superar el sobresalto.
- No te ignoré, te di tiempo para que conocieras el verdadero motivo de tu muerte.
- ¡Yo quiero morir de amor! - protesté un poco decepcionado.
- Podés elegir casi todo en la vida, menos la forma de morir. Suena irónico pero es una verdad inmodificable- dijo la Muerte con un tono monocorde pero vibrante.
- Ah! ¿y los que se suicidan? ¿acaso no están eligiendo? 
- Eso podría parecer a primera vista, aunque la elección de ellos sería poseer lo que les falta- me pareció que algo la apuraba.
- ¿Tengo tiempo de reconquistarla?
- Lo lamento, son las tres de la tarde.

sábado, 10 de mayo de 2025

Preguntas que buscan respuestas

El domingo es día de fútbol, inevitable como el viento. ¿Por qué me preguntan si quiero ir al río a tomar mate si saben que allá no hay señal de wifi? Si voy con ustedes, sepan apreciar el gesto.

¿Por qué cuando queremos dormir la siesta, viene alguien a casa con algún proyecto desaforado, inevitable?

¿Por qué cuando tenemos ganas de cocinar esa receta que venimos postergando por falta de tiempo, siempre nos falta algún ingrediente?

Si alguien me dice: "Más tarde, paso por tu casa", ¿tengo la obligación de quedarme esperándolo o le puedo pedir que me precise cuánto más tarde?

¿Por qué la gente concurre a casamientos a los cuales no fueron invitados? Vale también bar mitzvah, divorcios, fiestas de descubrimiento de sexo del bebé e inauguración de nuevo comercio.

¿Alguien sabe por qué se llaman "jabón de tocador"?

¿Por qué no hay bancos en los bancos?

miércoles, 7 de mayo de 2025

El gaucho

Profundo y sostenido, desde el alma, con el alma, fue el alarido que el gaucho profirió en medio de la noche oscura.
Había en esta vida muchas cosas que desconocía y por esas no se preocupaba, no era ésa la razón de su pesadilla.
Había en este mundo muchas injusticias, incluso él mismo sufría alguna que otra aunque no lo incomodaba en demasía.
Había también cosas que no entendía y eran estas incomprensiones las que lo desvelaban en las noches calcinadas de la pampa estival.
Escapaban a su entendimiento, por más empeño que le pusiera, por más tiempo que le dedicara a examinar la cuestión, llegaba en cada oportunidad al mismo callejón sin salida de su campera reflexión.
No era limitante su escasa instrucción, sustituida por un agudo sentido de la realidad; no era obstáculo la soledad del horizonte acentuada por la huida de su compañera, siempre encontró predisposición en su perro para auditorio de sus meditaciones.
Nunca se imaginó que la idea se le hiciera carne y al momento siguiente a su alarido infernal que cortó con filo inapelable el silencio sacro de la noche infinita comprendió su condición de célula, de pequeño ser en la grandeza de un mundo que lo excluía con firmeza y se perdió en el camino que remontaba la loma del sur rumbo al corazón del monte huraño, quizás para siempre, quizás sumido en sus cavilaciones.

lunes, 28 de abril de 2025

Elixir, antídoto, pociones y demás

Amanece en el valle, una mañana muy fría y soleada. Las vides perfectamente alineadas en prolijos surcos soportan impasibles el paso del otoño arrugando sus hojas secas y convirtiendo en pasas las pocas uvas que sobrevivieron a la vendimia estival.
En fila y aferradas a una guía, las plantas de malbec y merlot reciben los primeros rayos de sol a la espera de la poda que pronto los operarios llevarán a cabo; más allá las plantas de chardonnay reciben por goteo controlado la dosis exacta de humedad para que sus racimos luego meticulosamente combinados generen el mejor varietal.
Pasos trémulos a la entrada de la bodega, vacilantes. El enólogo, embriagado de placer, prepara las botellas que el grupo de selectos ejecutivos catará un poco más tarde; botellas que contienen vino de calidad de exportación serán abiertas y disfrutadas en un almuerzo de negocios. Mientras tanto, en la cocina, el chef realiza el maridaje más exquisito entre los vinos seleccionados y el menú exclusivo sabiendo de la importancia del evento.
Los comensales llegan de a poco de un paseo por el campo en el que han podido ampliar sus conocimientos sobre la materia. Se ubican uno a uno en la mesa frente a las brillantes copas de límpido cristal; unas tablas de quesos y fiambres variados otorgan a la mesa un aroma campestre. 
El vino tinto comienza a llenar las copas, los aromas recurren a recuerdos para buscar similitudes, los sabores se revuelven tumultuosos sobre la lengua y raspan gargantas delicadas. Los taninos, los sedimentos, los brillos y ese inconfundible color bordó tiñen de exóticos sabores los paladares de los comensales.
Finalmente, el color oro brilla dentro de las pequeñas copas. Dulce uno, un poco más ácido el otro, la calidad y el esfuerzo se saborea en finísimos elixires destilados con sabiduría. Las copas se entrechocan y prometen volver a encontrarse en otra oportunidad.
Paseo por el viñedo, hotel boutique, finos vinos y excelente comida: una manera diferente de pasar un fin de semana...

martes, 8 de abril de 2025

Hay días en que

A veces parece que el mundo se desmorona, que pierdo la brújula por completo. Las cosas se desencadenan en un orden inesperado y paso a ser un espectador de mi propia descontrolada vida.
Por momentos se me anuda la garganta impidiéndome que respire, los ojos se me inundan de agua salada, el pecho se me anuda fuerte y parece que no podré volver a respirar.
Hay días en que nada funciona como quisiera, que las cosas toman un rumbo imposible de manejar hasta el extremo de golpearte bien fuerte y dejarte sin aliento.
A veces no puedo contener esta furia que nace desde adentro, que es más parecida a una terrible impotencia que fluye irrefrenable por mis huesos, que hace escala por un momento en mi corazón y que explota en mi boca con palabras que no puedo reproducir en tiempos de cordura.
Hay días en que todo parece desarrollarse guiado por una desalentadora forma de azar que se empeña en desbaratar tus mejores sueños, que está dispuesta a borrar de tu existencia las mejores ilusiones.
Pero en esos días siempre encuentro en vos una isla donde recalar en medio de esas tormentas, una balsa donde subirme y refugiarme.
Es por eso que esas veces no me preocupo demasiado, me limito a aprender y a pensar en vos para que mi rostro recupere su sonrisa perdida.

lunes, 24 de marzo de 2025

Nada

Atrás de mi quedaron las peligrosas penurias, la travesía por el borde del mundo y el filo decadente de incontables peligros y después de tanto tiempo he llegado.

Nada.

Al final de todo, no quedó nada. Lo que existió se consumió en medio de espeluznantes gritos, se transformó en otra cosa que no es sino la muerte en vida o simplemente se hizo recuerdo. La tierra yerma impasible se deja arrastrar por las ráfagas violentas de un viento mortal.

Tanto afán para cumplir los deseos, tanto apuro para llegar al final, solo para encontrarme con un desierto infinitamente vacío. Sopla el viento siniestro, silba entre los ramajes desnudos de algunos flacos árboles que no son sino sombras muertas de un pasado olvidado. Pobre metáfora de un futuro que nunca existió sino en mis sueños; berreta figura de una promesa que nunca se cumplirá.

Nada.

Ni siquiera odio ni rencor; ni frustración ni reproches; ni bronca ni desprecio. Todas las voces que alguna vez se alzaron, mudas. Todos los brazos que alguna vez se sacudieron, estáticos. 


Lo que pudo haberse sentido en algún momento, ahora ya no es más que historia. Dejó lugar, si cabe la expresión, a un vacío etéreo, a una nada potente. Tal vez miedo, aunque no sé ya lo que eso signifique.

Ahora que no hay sino desolación, soledad infinita en la penumbra de un atardecer que lo cubre todo, miro hacia adelante. Atrás no hay nada que me interese. Adelante tampoco, pero no hay opción.

domingo, 16 de marzo de 2025

Un día

Un día, la gente, el ruido, la calle, el sol;
salir de mañana corriendo al trabajo
y olvidarlo todo, no sé que es mejor.
Tener la certeza de estar en camino por la huella mejor.
Saberse contento, saberse vivo, y tener un día para quererte hoy.
Volver a la calle, la gente, los gritos;
que esto, que aquello, y la radio que hoy dice que se quejó la tierra,
que murieron niños, que subieron los precios y que qué se yo.
Llegar a la casa, la paz (que tranquilidad)
húmeda dulzura del olor a peperina del salón.
Saber que está ella, saber que me espera, saber que en un rato, todo ocurrirá.
Hola, que tal, como te fue, bien; y es todo.
Después la comida y la tele muestra más de lo mismo.
Ella a dormir la siesta, yo me quiero quedar, quiero un mate y no hay yerba;
inútil intento, fracaso al buscar.
La tarde se torna soñolienta, y poco a poco los ruidos se apagan.
La tierra me llama al regar las plantas. Desgrano terrones con mis dedos,
en la casa murmullo lejano de bravas peleas entre políticos.
Sonrío, camino y retorno a mi cubil, levanto la mochila con mis cuadernos y me voy.
Camino por las calles, me siento feliz, me cruzo con gente que dice (se queja)
que el sueldo no alcanza, que no hay referí, que este gobierno... (yo sigo sin tomar mate) y me fui.
Timbre y que tal, pasé a saludar, todo bien? mejor no te cuento...
Uy, que tarde, me voy, que corta la visita, yo y vos que nunca venís.
Vuelvo a la calle, la bronca, las bocinas y los semáforos, me meto en la oficina, mando mail, recibo mail;
y más tarde... al fin, de vuelta al hogar.
Ey, como andas... que hay de cenar; vos tendé la mesa que ya está lista la cena.
Más risas entre dos, sobremesa y a la cama, el sueño esperar.
Hojear un libro, reveer el día y planificar el de mañana. Me aferro a su cintura, escondo el rostro entre su pelo.
No importa, mañana otro día será.

martes, 11 de marzo de 2025

Lo que llega a tu puerta

El ser humano tiende a buscar respuestas para todo, explicaciones que tal vez le den un poco de luz a su opaco, finito entendimiento; porque no puede aceptar que no hay un motivo por el cual vivimos. Quiere saber para comprender, indaga para llegar a una conclusión, se pone objetivos a todo plazo y trabaja para cumplirlos.
Cada individuo mira hacia adelante en busca de su felicidad, navegando en un mar inhóspito, aferrado a bloques que como cualquier objeto por allí está sujeto al capricho de las corrientes. A veces van en la dirección deseada, otras nos desesperamos braceando con ahínco sin aceptar que quizás el retroceso sea parte de un aprendizaje.
Ciertos procesos se repiten en forma cíclica, en forma insistente. Esto nos dejan un doble sabor, una mirada bifurcada. En primer lugar nos parece familiar, una sensación de deja vu, un lugar conocido pero no reconocido. También amargo, en definitiva si una cosa se nos vuelve a presentar en la vida es quizás porque la primera vez no fuimos capaces de aprender de ella y es necesario volver a vivirla para realmente crecer como persona.
Caemos y nos levantamos; tropezamos y volvemos a mirar hacia arriba. El convencimiento de que nos merecemos estar de pie nos hace peligrosos, nos hace respetables.
Cuando llega a nuestra orilla algo extraño, algo nuevo, inmediatamente lo apropiamos y queremos saber todo de él, preguntamos e indagamos. Yo estoy seguro que es al revés. Las cosas que hacemos, hablamos, las persona que nos rodean, las dudas y preguntas que nos hacemos es lo que nos dice todo de nosotros mismos.
Aquel bloque que se arrima a nuestra puerta responde a algunas de nuestras preguntas, alguna necesidad que nos está aquejando. Viene en nuestra ayuda, viene a aportar algo de claridad.

miércoles, 5 de marzo de 2025

Fantasía en el gimnasio

Entraba al gimnasio, dejaba su mochila en un locker, sacaba la toalla de mano y se lanzaba ciegamente a cumplir con su rutina: al principio con la planilla en la mano, estudiando los ejercicios, calculando los pesos y dosificando las repeticiones y más tarde, tal vez en el transcurso de la segunda semana, ya más confiado y de memoria, se deslizaba entre las máquinas como si fuera de la casa.

El objetivo que lo había llevado a ese antro de salud física y músculos febriles era al comienzo claro y definido: una lesión jugando al tenis y una rehabilitación sencilla que le llevaría no más de seis meses.
El profesor lo guiaba, le indicaba la técnica de los ejercicios más exigentes y complicados y lo dejaba solo cuando veía que le había tomado la mano y no corría riesgo de provocarse otra lesión. El profesor era al único al que le dirigía la palabra. No podía mirar a esos desconocidos, todos transpirados y sedientos, le parecían seres trastornados, como si estuvieran enchufados a una máquina de producir energía por movimiento. Si algún aparato estaba ocupado, esperaba sin apuro; si alguien le preguntaba si podía alternar, se alejaba abandonando su lugar.
Hasta que pisó la banquina. Perdió el control de sí mismo.
Ella iba siempre al gimnasio, simpática y sencilla. Morena, de pelo y calzas negras, cuarentona con todo en su lugar, excepto un leve color morado en los labios, que podría considerarse excesivo en ese lugar. Un culo rotundo que era un monumento, exacto en sus proporciones y acentuado por la justeza del lycra cuya costura se hacía invisible al sumergirse y desaparecer entre sus firmes glúteos. El top, inventado para generar tortícolis masivas y humedecer sueños nocturnos, apenas levantaba sus pechos turgentes, dejaba adivinar tensos pezones y permitía ver cómo se iba humedeciendo su seno a medida que la actividad física se intensificaba. Y él sucumbió a su embrujo.
Encerrado en su mutismo, simuló estar desconcertado con sus ejercicios y con una impostada cara de extrañeza se acercó hacia ella. Quiso hacerle una pregunta. En su imaginación, confiado, se dirigía a ella con aplomo y hombría y ella respondía a sus preguntas primero y a sus galanteos después con firmeza e interés. Pero se miraba al espejo y ella seguía indiferente, concentrada en su rutina.
Empezó a ir todos los días y se quedaba rondando al lado de las máquinas, boquiabierto, mirándola. Estaba para enmarcarla cuando hacía los tríceps con la rodilla apoyada en el banco y su perfecto culo mirando al sur; su escote en suspenso aprisionado por el corpiño era una deliciosa silueta curvilínea cuando trepada al elíptico transpiraba delicadamente. Y en su imaginación, ya perdido todo recato, se acercaba a ella, le aferraba la muñeca haciéndole caer la mancuerna le sacaba la ropa lentamente dejando al desnudo el más perfecto cuerpo femenino y, ante la mirada extrañada del profesor, hacían el amor sobre la colchoneta de los abdominales.

miércoles, 26 de febrero de 2025

Destino final

Yo siempre supe que iba a morir de cáncer, son esas cosas que uno intuye temprano en la vida cuando algunas señales se van acumulando, esas indirectas como contactos que comparten historias de gente con la enfermedad, propaganda de medicamentos y tratamientos paliativos, compañeros de trabajo que se van antes porque deben cuidar a un familiar o enterrarlo. Disculpen si resulta ofensiva la declaración, léanla como mi última voluntad y así será un poco más tolerable. 

Al principio, me enojé. Es decir, nadie quiere saber cómo termina aunque lo digan. Decidí que esos mensajes no eran para mí y que no me iba a afectar, que los ignoraría. Con el tiempo uno tras otro se me presentaban sin objeciones, sin pausa y me iban torciendo la voluntad. El márketing de la enfermedad es malo y negativo, tiene muy mala prensa pero la repetición es intensa y se te termina metiendo en el cuerpo y lo terminás creyendo. 

Si te duele la cabeza, va por ahí. Si cuando llueve, los huesos te duelen como si tuvieran terminaciones nerviosas, la conclusión es clara. Además, la comida superprocesada actual es propicia para pensar que los males estomacales en general, la mala digestión, esos ruidos que uno escucha por la noche (que no vienen del departamento de al lado) es el estómago sucumbiendo a los ataques infernales. Ni hablar del cigarrillo, el demonio en persona con halo de humo tabacal y boquillas delicatessen que te trae a tu propia casa la versión respiratoria con perspectiva de mochila y rapidez para el trámite. Y hoy sumamos al vapeo, que parecía ser la solución y en realidad te enferma más rápido y en peores condiciones.

Participar de campañas para recaudar fondos para luchar contra este flagelo fueron oasis en un desierto lleno de dolor y angustia. Ver caras reconcentradas, existencias enteras sumidas en la tarea de alargar el hilo de esperanza, en tratar de encontrar un destello de luz en un horizonte tremendamente negro y poder alivianar un poco la carga de los demás fue liberador y desde un punto de vista egoísta, redentor para mis vertiginosos pensamientos.

Llegué a pensar en algún momento que el pronóstico oncológico no se cumpliría. Chocar tu vehículo de frente a poco más de sesenta kilómetros por hora no es algo que mucha gente termina contando. Esa película en cámara lenta que se produce, ese cliché que es verdad de ver toda tu vida completa como en diapositivas de repente no terminó y ahí me di cuenta que no escaparía de los designios que en profundidad estaban tallados para mi.

Recostado, miro por la ventana. Mis ojos acuosos, nublados por la morfina están fijos en la nada. Sería más fácil decir lo que no me duele, más corto por lo menos pero ni siquiera esa lista les daría una miserable idea de lo terriblemente dañina que puede ser esta enfermedad. Es la personificación de un estratega militar, de un boxeador que tras un golpe efectivo a la mandíbula huele próximo el knockout y así pensaba, la iba a esperar hasta el último día. 

Miré hacia arriba como buscando una respuesta y así pude ver cómo una placa cementicia del techo cayó sobre mi cabeza aplastándome a mi y a mi destino final.

viernes, 14 de febrero de 2025

De ti amo

 De ti amo esa dulzura
con que tus ojos me miran,
esa ternura que me brindas
en cada abrazo, en cada beso,
la paz que siento cuando
los dos estamos juntos
y somos un solo cuerpo enamorado.

De ti amo esa impaciencia
que te llena el corazón
cuando no estamos juntos
la sorpresa que implica
descubrir cosas de a dos
que nunca antes valoraba
un amanecer, un beso apasionado,
una tarde sentados, una cena íntima.

De ti amo esos ojos moros
que cuando se posan en mi
producen una cosquilla maravillosa
tus manos que son fuego
cuando me tocan
y convierten mi piel
en una tela suave y ardiente,
tu cabello lleno de vida
fiel reflejo de tu energía.

De ti amo tu cuerpo
sencillo y sin rodeos
llano y básico
pero capaz de complacer
mis más ocultas pasiones.

Pero más aun amo tu alma blanca
tus palabras a veces amables
a veces celosas
tus besos sinceros
tus miradas de amor.

Te amo toda entera
sin excepciones
sin vergüenzas.

jueves, 23 de enero de 2025

Delirando de calor, pensamientos aleatorios

Todo lo que hacemos y lo que decimos, incluso aquello que sentimos tiene una profunda implicancia en aquellas personas que nos rodean, que a diario nos acompañan. 

A todos nos gustaría lograr en ellos un entendimiento completo, un acompañamiento total de nuestras acciones sin considerar la posibilidad de un tropiezo doloroso. Y de golpe nos encontramos con que nadie dejará de opinar en contra, nadie dejará pasar la oportunidad de sembrar esa duda maligna, ese malestar incómodo.

El fracaso en la comunicación existe, es un fantasma que vigila, que nos ronda expectante esperando su oportunidad para apresarnos, para hacernos sus víctimas; no discrimina, no hace diferencia y no le importa que comamos a horario, que recemos antes de ir a dormir, que cumplamos con la ley.

Todo aquello que nos forma como personas se transforma en substancia única, irrepetible, absolutamente intransferible.
La tolerancia ásperamente tácita, irónicamente explícita y cualquiera de sus variantes, siempre se constituirán en el previsible regalo traslúcido en los ojos de quienes nos ven, esforzados en el imposible consenso, deseando con silenciosa desesperación esas ariscas palabras de solícita comprensión.

Pero tiene un defecto incorregible en su esencia y es que siempre hay otra posibilidad, una segunda vez en la cual salir airoso, porque la vida siempre da revancha, dependiendo solamente de uno mismo dejar que el desaliento nos gane otra vez.

Lo bueno de la vida es que no termina en una derrota, en una caída; siempre hay otra oportunidad para reivindicarse, para seguir adelante.

lunes, 13 de enero de 2025

El silencio de la ciudad

Ahora que las vacaciones están transcurriendo y el año nuevo se va desgajando de a poco, sobre la ciudad pesa un extraño silencio. A veces, un murmullo de brisa se cuela por entre las ramas de las acacias y los plátanos refrescando la vereda recién regada. Otras, un remolino de viento cálido arrastra los papelitos que dormían al reparo del cordón cuneta. El calor agobia y es tal vez un elemento que apaga las voces, las acalla y modera y los raros paseantes que pisan las veredas cubiertos por sombreros y anteojos de sol avanzan en esforzado silencio.
Una calle en la que tradicionalmente es imposible encontrar un sitio para estacionar, ahora ofrece múltiples opciones; pero tampoco hay autos que quieran ocupar esos espacios vacíos. Si uno se instala en medio de esa calle y mira hacia el frente se pueden apreciar sin barreras ni peligro de sufrir un atropello los árboles que delatan el arbolado parque a algunas cuadras de distancia.
Sentado en un cantero donde reverdece un paraíso se puede disfrutar del silencio, tachonado en forma esporádica por algún taxi perdido o una moto que reparte pedidos de aplicación. Se echan de menos (o por lo menos se nota su ausencia) los golpes rítmicos de un bombo protestón, las frenadas desafinadas de los internos de la línea 18B y los graves de la música electrónica brotando de un exagerado auto modificado.
El calor aplastante, el sol que amenaza con sus rayos y el asfalto recalentado hasta lo imposible el aire, tanto que se vuelve irrespirable, silencian durante la siesta los cantos de las aves y hasta el perro que le ladra a las bicicletas de la bicisenda yace con la lengua afuera en la vereda.
El silencio se esparce, se derrama por la ciudad, rebota en las vidrieras cubiertas de lonas, descansa en la sombrita de un zaguán y se esconde en el fondo de un baldío.

viernes, 3 de enero de 2025

Primer carta del año

Ya se pasó el fin de año y empezó, aunque no se note, uno nuevo; algunos empezaron antes con los asuetos y jornadas no laborales y todos están pensando en las vacaciones y en no cumplir horarios.

El año viejo se nos fue en un balance desparejo, con más prepotencia que hechos, con más palabras y discursos que acciones para entender al otro, con vaivenes propios de una sociedad que sufre como ninguna la rebeldía de la adolescencia, que no se da cuenta que tiene la mejor mano para ganar sin siquiera recurrir a la mentira y que sin embargo lo hace para pretender demostrarse corajuda. Se pretende adulta pero se comporta como púber intentando impresionar a alguna niña esquiva.  Lo que importa no es en este caso el pasado, sino lo que viene y si no podemos enfrentarlo con renovado espíritu entonces estamos sonados. .

Pero este fin de año es diferente: no puedo ver en la gente la energía que se suele renovar en esta etapa, ese pensamiento positivo de renovar las cuentas, renovar la vida. Al contrario, los escucho algo abatidos, nerviosos y no quisiera decir desesperanzados. El tono de voz refleja que la realidad en la que se ven inmersos ya ocurrió y que se está por repetir irremisiblemente. Veo desazón, veo inquietud, veo infinita resignación. Pero también brilla en sus ojos la certeza de que no bajarán los brazos.

Sigo pensando (lo escribí ya alguna que otra vez y lo reafirmo) que el espacio virtual da vida a muchísimas cosas que se cristalizan en la vida real (o al revés, lo importante es que coexistan y no se aniquilen entre sí) y que me han dado un apoyo que no sabía que necesitaba. Esto es difícil de explicar, aún más cuando la intensidad de los contactos disminuyó en estos últimos tiempos; esta ausencia se resiente más debido a esto. Agradezco la persistencia, la lealtad, la presencia en mi ausencia, realmente la valoro y aprecio mucho.  

 ¿Deseos para el año que viene? Deseo que todos ustedes sean felices.

Cada vez que pasa una estrella, en mi cumpleaños, cuando pasa un coche con los recién casados, todas esas ocasiones para pedir deseos, yo no pido nada. ¿Qué puedo pedir si ya tengo lo que quiero?. Entonces pido eso, que sean felices. O mejor, pido lo que ustedes quieran pedir. Y como dice en la parte de atrás de muchos camiones, te deseo el doble de lo que vos me deseás a mi.

La felicidad viene de la mano de cosas que hoy están devaluadas y no tanto por las posesiones materiales, así que está en uno poder descubrir ese tesoro que todos tenemos a mano.

Brindis, amigos, fotos viejas, tarjetas. Campamentos, lluvias, arena de mar, agua de lago. Cenas con velas, asados, llantos, abrazos, un buen libro. Una piedrita, un pedazo de papel, un moño de regalo, un colgante, una agenda de hace muchos años. Cada uno encontrará en esas pequeñas cosas el valor de la vida y sabrá que no hay otra cosa que la reemplace, que el recuerdo podrá ser el último refugio frente a la necedad.

Una de las tantas cosas que no podemos evitar es el paso del tiempo; entonces el futuro vendrá y se colará como una realidad en nuestras vidas. Deseo (realmente lo quiero) que no importa lo que contenga, lo que tenga para depararnos, lo que nos haga vivir, que sea de lo mejor que nos haya ocurrido en la vida.