miércoles, 24 de julio de 2024

La mesa maravillosa

El patio del pub invitaba al ocio. Espacioso, con varios sectores apartados de dudosa oscuridad, era un oasis de aire puro en el páramo del vicio. La atmósfera veraniega, sofocante durante el día, encontraba en los pliegues de la pared de revoque grueso un atemperador del fresco de la madrugada. Había en toda su superficie solamente un mueble, una mesa de jardín, de duro plástico y un agujero en su centro para que pase el palo de la sombrilla. A las cuatro de la mañana de un viernes de un fin de semana que no destaca en el calendario, Lalo, uno de esos personajes asociados a la noche, de pelo largo y peinados rulos se acercó a la mesa, arrimó una silla y con mirada lánguida miró a Cele y Eloísa, invitándolas con discreción.

- Estuve a punto de cometer un error - dijo Lalo con un susurro-. Casi no vengo. Tenía un asado con los preventistas de Lever.

Eloísa sonrió y emitió unos sonidos apagados mientras lo hacía. El vaso lleno de fernet con cola mantenía el equilibrio en su mano derecha mientras que con la izquierda pellizcaba a su amiga. Enseguida vino el Ciego, un noctámbulo que trabaja en la confitería del centro y en sus noches libres frecuenta los bares para mantenerse en forma y se sumó al grupo de la mesa.

- ¿Qué hacen mis bellezas? - casi gritó. -¿Listas para casarse conmigo? - esto fue más como un suspiro mientras se sentaba.

- Eso pasará el día que me crezca la barba - dijo Cele, una rubia preciosa de ojos pardos, con finos cabellos y poco vello en su tersa, suave piel.

- ¡Uy, que maldad! No seas así con el Ciego, rubia - la amonestó Lalo, aunque en su voz se entreveía su satisfacción.

- Recién llego de afuera, vengo de ver al Gurí y me dijo que el lunes es feriado administrativo. ¿Armamos algo para el domingo? - dijo sin más trámite el Ciego, dando muestras de no haber sufrido consecuencias con el rechazo.

- Todavía no animamos la noche, está bastante tranquilo - dijo Eloísa con evidente animosidad.- Estamos esperando que pase algo.

Estas frases salidas de la boca de esa morocha delgada pero de formas generosas, contundentes, fueron un mazazo en el balance de la charla. Se generó un silencio aturdido, alguno se acomodó en la butaca mirando para otro lado.

- Ey chicas, ¿qué hacen con estos jovatos? - terció el Coti, uno de los dueños del pub, del otro lado de la barra - ¿Les traigo algo para tomar?

- Si, dalee! Algo más de lo mismo. Estamos con mucho calor y sed.- dijo Cele mientras hacía un guiño que vio solamente Lalo.

Al fresco de las bebidas, la charla se animó un poco más, dejando de lado las tensiones y rondando temas más livianos. Sin apuro, Lalo sacó un cigarrillo de esos con filtro de cartón y lo encendió cubriendo la llama del viento con su mano izquierda. El Ciego estaba contando una pequeña discusión de clientes en la confitería mientras las chicas lo escuchaban sin interés. De repente, un grupo de chicos salió al patio arrastrando a un amigo que necesitaba un poco de aire fresco. El ánimo de la mesa no se alteró, miraban muy divertidos la escena.

- Las veces que te habrán tenido que sacar así, en ese estado.- comentó divertida Eloísa a su amiga.- De las mías, la verdad que no me acuerdo. -agregó y luego largó una graciosa carcajada que hacía estremecer su generoso pecho, y por consecuencia los globos oculares de los hombres.

- No te hagas la boluda, si el fin de semana pasado terminaste así. - la condenó Cele. - De hecho, podrías hacer un libro, con varios tomos.

-¡Uh, qué bárbaro! Que amiguita que tenés, cómo te mandó al frente.- dijo el Ciego desde atrás de un vaso de cerveza.

- Hay que mantener la dignidad. Y si no se puede, que sea ahogada en alcohol.- Lalo cerró el diálogo con energía.

El patio comenzaba a iluminarse, el ruido era cada vez más lejano. Los ojos cada vez más escondidos tras los párpados. La mesa maravillosa estaba callada, hundidos los pensamientos en el regreso a casa. Otra noche de fin de semana se acababa. 

martes, 16 de julio de 2024

Puente

Abriste con tu mirada

un abismo, una trémula grieta

golpeaste esa puerta

que hasta hoy estaba cerrada.


Creaste con tu abrazo

un puente, valiente salto

quiero pasar por alto

esta prisión, este lazo.


Abriste con tus gestos

un canal, poderoso arroyo

con energía yo corro

con alegría yo acepto.


Creaste con tus ojos negros

un torbellino de sensaciones

recreaste mil emociones

las elevaste hasta el cielo.


Abriste con la expresión de tu alma

un camino, árido sendero

soltaste murmullos sinceros

en un espíritu que pedía tu calma.

domingo, 30 de junio de 2024

Magia exclusiva

Antes que el polvo de la desmemoria
nos cubra y quedemos en el mutuo olvido, 
me gustaría inmortalizar con palabras 
que aunque no resulten memorables, 
serán por quien las reciba, bien merecidas.

Aquel día te reconocí físicamente (te conocí mucho antes), 
nuestras sendas se cruzaron en más de una oportunidad 
pretendí reconocer en el fondo de esos ojos 
de mirada hipnótica, de mirada profunda
esa química que une a las personas, 
esa magia que los sagitarianos (y muy pocos más) 
sabemos cultivar tan bien.

No quiero evocar caminatas, 
ni botones desprendidos, 
ni corbatas por el piso. 
Tampoco quiero recordar cuerpos (no interesa) 
y mucho menos un día perdido, 
tal vez porque esas anécdotas
no me tienen como protagonista, 
tal vez porque no quiero ser egoísta.

No pretendo recordar nada, 
tal vez porque el presente nos una solamente por un instante.
No pretendo asirte contra mi,
tal vez porque prefiera añorar que ser olvidado.

Simplemente pretendo abrir la expectativa, 
abrir una ocasión futura en la cual compartir el cielo, 
conversar de todo y de nada,
y por qué no,
pretender hacer realidad esa química que nosotros los sagitarianos
hacemos tan merecida gala.