Aunque era de noche, las luces de las marquesinas bien podían competir con el fulgor del sol. La miró de frente, sin vergüenza ni disimulo. Esperaba que, aunque sea frente a ese descaro, ella tuviera alguna reacción, alguna mueca. Sostuvo firme la mirada, incluso pretendió ser, con un gesto de galantería, un poco menos invisible. Como todas las otras veces, fue tan interesante para ella como un poste. A medio camino quedó su brazo, con un amago de saludo, patética estatua de la indiferencia.
Por más que siempre le pasara lo mismo, nunca se terminaría de acostumbrar a su carácter de traslúcido. Los fantasmas también tienen sentimientos, sería una máxima que bien podría enarbolar. Herido en su orgullo, flotó hacia la esquina y de ahí hasta la plaza que estaba cruzando la avenida. Allí podría asustar a un par de desconcertados enamorados que siempre se aprovechaban de las sombras para expresarse su amor en ruidosos húmedos besos.Sigilosamente, se ubicó sobre el banco y de repente sacudió las ramas del abeto que se estremeció como golpeado por un rayo. Nada pasó, los tórtolos estaban absortos cada uno en la boca del otro y ni se dieron cuenta de nada.
Abrió con desesperación los invisibles brazos que hicieron flamear la invisible ropa que lo cubría. Ni siquiera estando desnudo podría haber generado alguna reacción. Su indignación creció aún más cuando un vendedor callejero de comidas lo atravesó con su carrito y le dejó impregnado en la nariz un olor insoportable a grasa recalentada.
Frustrado, se refugió en el zaguán de la juguetería a intentar recomponer el orgullo. La existencia de los espíritus no es simple, qué se le va a hacer.
Frustrado, se refugió en el zaguán de la juguetería a intentar recomponer el orgullo. La existencia de los espíritus no es simple, qué se le va a hacer.
Jeje... En estos tiempos, para espantar, hay que ser político o economista, o mejor ambos. Los fantasmas, en cambio, cuentan con mejor prensa jaja. Un abrazo
ResponderEliminarJaja suscribo al comentario de Mónica que es genial. Además, me gusaría decirle a tu fantasmita que "la práctica hace al monje" así que, que siga practicando nomás. Abrazos
EliminarHola Etienne!
ResponderEliminarComo en una pelicula, donde el protagonista muere e intenta advertir su fantasmal existencia, donde se muestra inexperto a la hora de asustar a sus victimas. Tal vez otro espiritu lo ayude a desarrollar sus trucos a la hora de asustar a quien tanto lo fatidiaron en vida.
Es genial tu relato, creo con la misma tematica de Invisible tu texto anterior.
Besos para vos.
Muy indicado para esta época del año. Un abrazo fuerte.
ResponderEliminarPobre espíritu incomprendido e invisible! Y es que ser un fantasma para toda la eternidad no ha de ser tarea fácil! Un saludo!
ResponderEliminarLa vida es peligrosa y por eso aboca a la muerte, pero veo que muertos tampoco nos lo ponen sencillo aunque nos tomemos ambas con humor.
ResponderEliminarTe doy las gracias por sumarte a mí convocatoria y nos vemos en breve, Etienne.
Un beso 😚
Exacto, no parece sencilla la vida de los espíritus...
ResponderEliminarMuy interesante aportación a esta convocatoria, Étienne.
Un besazo juevero
eStas fechas son la unica ocasion, o esta convocatoria en concreto, en que este texto es textual, y no nos induce a pensar en una segunda lectura, o en que sea metafora de algo o alguien.
ResponderEliminarsaludoss
cada dia la indiferencia del mundo a sus raices y creencias se agudiza, quiza estamos a punto de pasar a otro estado...
ResponderEliminarLa indiferencia acabara con la humanidad. Es un desastre.
Son cosas de los fantasmas que son ignorados. Yo cuando sea fantasma procuraré ir de incognito...
ResponderEliminarUn saludo
Muy buena la perspectiva de quienes están al otro lado aun conviviendo con los vivos.
ResponderEliminarSi una de las pocas cosas que mitigan el temor a la muerte es la tan venerada e inexorable paz que vendrá, esto que relatas, si fuese así (quién sabe…), determinaría que ni en el más allá, uno la encuentra.
Al menos que no nos falte el sentido del humor, y la bendita imaginación…
Un placer leerte, Etienne.
Abrazo, y feliz noche.
Me da pena por el fantasma, no me extraña que su orgullo este un poco bajo mínimo, si nadie se da cuenta de él, aún menos cuando intenta dar miedo. Mejor que vaya entrenando para el próximo día de los Santos. Un placer leerte. Besos.
ResponderEliminarHola, Etienne:
ResponderEliminarY es que, tal y como musicó la banda “The Police”, es duro ser un espíritu en un mundo material.
He saboreado tu relato cual comida deliciosa de un vendedor callejero.
Un abrazo.
Es un relato adorable, me ha enternecido. Un placer Etienne
ResponderEliminarUn abrazo
Un aplauso muy bueno besitos
ResponderEliminarTe felicito un aplauso
ResponderEliminarQue frustración el no poder ser percibido.
ResponderEliminarY por lo tanto, no cuasar temor.
Algo peor que su colega de Canterville.
Saludos.
Es que hasta de fantasma se lo pasa mal. Por eso siempre vigente Ruben Darío con aquello de "dichoso el árbol que es apenas sensitivo, y más la piedra dura porque esa ya no siente". Abrazos!
ResponderEliminarGracias a todos por los comentarios, por dejar su huella indeleble en este espacio de desvarío sin control.
ResponderEliminarGracias por leer hasta el final, por dejar en los comentarios pedacitos del propio ser.
Los saludo a todos!!