Extiendo la mano y empujo la tapa que parece ser de cartón o madera, cede apenas y suena con un chirrido que perturba el silencio del vacío desván. La caja de la que emerjo no tiene más que unos veinticinco centímetros de lado, sin embargo de ahí sale mi cuerpo de casi 2 metros y caigo de rodillas sobre las maderas polvorientas. Atrás dejo una guerra interestelar entre la Magowi y los Kgrlogmni, dos razas de pura energía que combaten por la ocupación de un ínfimo rincón del universo, que me tuvieron primero como mediador y luego como prisionero.
Miro hacia abajo y veo por la ventana un perro lanudo jugando con una especie de cubo con letras apenas visibles en sus caras. Bajo cauteloso la escalera que conecta el altillo con el resto de la casa a través de un pasillo lleno de cuadros; llego a la planta principal, abro la puerta de entrada de la casa, hago unos tres o cuatro pasos en dirección al perro y, sin que lo pueda anticipar, una luz enceguecedora primero me envuelve y después me desintegra. Cierro y abro los ojos y veo ante mi la enorme cara babosa del líder de los N’gonzi que me amenaza con finalizarme si no le devuelvo la caja mágica. Así le llama al dispositivo que utilizo para mis viajes interestelares, temporales, galácticos y que alguna vez le gané en una épica jornada de póker en su propia casa.
Y así también huyo, con un movimiento circular del brazo, saco la caja del morral y en un veloz arco desaparezco para llegar en un pestañeo al Planeta Miller, donde como se sabe, el tiempo pasa bastante diferente que en otros lugares del espacio. Me apuro y me sumerjo en la caja antes de que la ola enorme me atrape y me haga perder otros cincuenta años terrestres.
Después de un par de escalas por mundos extraños, llego justo para tu cumpleaños número 550, te abrazo y te prometo que voy a dejar este trabajo, que la paga no justifica las ausencias y me quedo pegado a tu cintura, disfrutando del pastel de merengue y dulce de leche.
Esa es una motivación importante, la que se menciona en el final, para dejar un trabajo mal pago aunque se trate de emocionantes aventuras por el tiempo espacio.
ResponderEliminarGracias por sumare.
Saludos.
Cuanto movimiento hay por el exterior y no muy smistoso. no sé si conviene que los ovnis, o como se llamen ahora, aterricen.
ResponderEliminarPero al final todo se reduce a lo mismo, trabajo mal pagado y el refugio del hogar.
Abrazooo