Había llovido un poco y por eso la gramilla estaba más verde y reluciente que de costumbre, además de guardar en los pliegues de las hojas pequeñas gotas de rocío lo que hacía que mis zapatillas se humedezcan con cada paso. Hacía frío, el invierno en la pampa es intenso y la humedad cala los huesos.
Muchos pasos que me fueron acercando a la puerta que así cerrada parecía una barrera infranqueable, un obstáculo que esperaba ser traspasado pero a la vez una protectora del tesoro que tras su sombra se escondía para ser descubierto.
En el piso ahora las espinas secas de los pinos, testigos de años que
pasaron, formaban un colchón marrón y suave que amortiguó mi caminar y
silenció cualquier duda adolescente que pudiera tener. No había espacio ahora para retroceder, las palabras que se dijeron no dejaban espacio para ser malinterpretadas y no actuar en esa dirección traería consecuencias que mi aún endeble personalidad no podría superar.
Golpeé con el puño encrespado y la nuca húmeda, las ideas que en mi cabeza giraban y se entremezclaban con los temores, no hicieron más que envalentonarme, quería estar allí y verla y por qué no, tocarla por primera vez.
Había estado pensando en que no era momento, en que no me interesaba, en que había otras cosas que ocupaban más mi mente, y sin embargo ahí estaba, había caminado de la punta del pueblo a la otra solo para enfrentar una situación que a lo mejor me haría sentir incómodo, pero también satisfecho.
Al abrir la puerta unos ojos oscuros pero profundamente luminosos me recibieron, una sonrisa nerviosa, casi tanto como mi torpeza, me dieron la bienvenida, tal vez una palabra como saludo que he olvidado y di otro paso más en dirección a su cintura.
Ritos de pasajes suele llamársele a este tipo de actos...
ResponderEliminarSaludos,
J.
Pd. Primero escribí "tiros de pasaje", después me di cuenta de mi ¿error?
Me gusta esa expresión, "ritos de pasaje", cuando se aplica a estos momentos de crecimiento, de escalón subido en la cuesta de la vida. Tiros, giros, ritos, gritos, mitos, fritos, lo que vale es darse cuenta.
EliminarAbrazo J.
Me encantan tus relatos, creo que vas evolucionando cada vez más, dejan una sensación como de desolación, de clima no resuelto que los hace especiales y maravillosos.
ResponderEliminarUn beso grande.
Voy avanzando, a veces mejora y otras veces ni hablar. Lo que me gusta es lo que se le genera al que lee, a vos te produce esto y a otro, otra cosa. También es importante que llegue al final, la vuelta de tuerca suele estar en el punto final.
ResponderEliminarInfinito agradecimiento por leer y por aportar para que mis textos "evolucionen".
Besos miles Luna!
Creemos que son los grandes momentos los que nos cambian la vida, los accidentes, los éxitos gloriososo.. pero no, son los pequeños instantes, el paso que nos cruza de un umbral a otro, lo que nos define realmente.
ResponderEliminarEstas pequeñas escenas, estas perlitas de cotidianeidad son las que con más cariño recordamos. Yo arriesgo que nos van componiendo, como una bolita que metemos en un frasco vacío hasta llenarlo. Los grandes momentos quedan para las fotos.
Eliminarme gusta esa metáfora... al final la vida parece que son una sucesión de accidentes, con suerte afortunados...
EliminarEs que si te pones a analizar, cuánto de todo lo que nos sucede en la vida está bajo nuestro control? Y lo que decidimos hacer, termina ocurriendo tal como lo pensamos o sale para cualquier lado?
EliminarSoy de las rama de los posibilistas, hago lo que puedo con las cartas que me han tocado y no me pregunto de donde han salido. Si de ver comprendiésemos que toda vida es puro azar nos volveríamos locos, ¿no te parece? Por eso nos gusta creer que tenemos el control de nuestros actos.
EliminarLa mirada, siempre esas miradas inesperadas y sorpresivas que nos abren una puerta, pero ¿hacia dónde? Hay puertas que se abren al campo amplio, otras abocadas a callejones sin salida.
ResponderEliminarLas miradas te encandilan, eso me pasa mí por lo menos, pero lo voy a dejar para otro posteo.
EliminarMientras que las puertas son un desafío, hay que armarse de coraje y optimismo y trasponer el umbral.