Entre tanto ruido, un momento de silencio como una pausa al hablar, no viene nada mal. Es una forma de despedida el no decir nada, alargar el silencio y dejar que la distancia, más de deseos que física, se vuelva aún más grande.
Capaz que eso fue, solamente una pausa.
Lo miró de frente con el sol apenas rozándole la frente y aún así la respuesta no cambió. Mordisqueó nerviosa la patilla de sus lentes y bajó la vista, sabiendo que le tenía que mentir.
- No, no estoy con nadie -la respuesta salió dubitativa y poco creíble.
Como un punto final al que no le caben secuelas ni capítulos homenaje, por lo menos por ahora, él entendió que ese silencio por venir sería más que una pausa, un vacío eterno.
Aún en la discordancia de deseos, él amándola más allá de su propio confort y ella también pero con el futuro en otra dirección, estuvieron de acuerdo en que un café siempre los reunirá para contarse las novedades.
Luego el atronador silencio a veces interrumpido por algún espejismo, por alguna simulación y después ahí, como quien no lo espera, llega el final.
La puerta del bar se cerró con suavidad, el brazo neumático amortiguó el golpe. Él esperó a que ella se suba al taxi y allí en plena vereda céntrica, a modo de despedida, derramó una última lágrima.
Cuesta cerrar, cuesta soltar y apagar. A veces se insiste demasiado y lo arruina todo, otras veces no lo suficiente.
Es muy difícil encontrar ese punto exacto. A veces pareciera que no existe.
ResponderEliminarBesos.
Sobre todo porque los humanos somos propensos a los extremos, pareciera que los matices fuesen invisibles.
EliminarNo sé si conoces un juego que se llama siete y medio. Es sencillo, vas pidiendo cartas y tienes que llegar lo más cerca posible de esa cantidad... si eres poco ambicioso pierdes por quedarte lejos, si intentas ganar, te pasas...
ResponderEliminarAsí veo a veces la vida.
Como el BlackJack que hay que llegar a 21, si, lo conozco.
EliminarLa vida tiene mucho de juego, de decisiones, de azar, depende de quien reparte las cartas y quienes se sientan en la mesa, es lógico que le veas similitud.
Oh es un relato exquisito,de despedida, de pérdida a pesar del amor...
ResponderEliminarEs como la confirmación de que "el amor no lo puede todo",
Me encantó Etienne.
Disfruto muchísimo de tus relatos!
Besos
El amor tiene esos aspectos variados, eterno, imposible, platónico, tóxico, no correspondido... Y los personajes hacen de todo para que eso cambie, para que no duela. El amor es poderoso, aunque no omnipotente.
EliminarGracias por tu infinita generosidad en tus observaciones, son combustible para continuar publicando.
Te dejo besos!
Exacto, Luna, el amor NO lo puede todo. Al menos no esa versión del amor.
EliminarExcelente microrrelato.
Saludos,
J.
El mérito del amor no es poder con todo, sino intentarlo siempre; hablando del amor terrenal, del amor humano y lo que genera.
EliminarGracias José por dejar huella!
Hola, Etienne, después de tanto tiempo, paso a visitarte, y a darte las gracias por volver a mi casita.
ResponderEliminarUn relato cargado de realidad, el que relatas. En realidad, los silencios hablan más que las palabras, a veces, y vienen bien, más sobre todo, en las despedidas, que uno no sabe que decir. Y la mirada todo lo expresa. Incluso delata a las palabras, aquellas que pueden mentir.
Me gusta cómo lo has ido narrando, he observado la situación, me daba la sensación como si fuera real.
Te felicito, siempre con ese carisma que tienes al expresar los relatos. Un placer leerte.
Besos enormes y feliz semana.
Hola María! Siempre bienvenida tu lectura y tus palabras!
EliminarSon situaciones, a veces las palabras sirven como válvula de escape a los nervios o para rodear el problema; otras veces el silencio complementa lo que haría daño decir. La mirada es poderosa, muy expresiva y fácil de descifrar. Las palabras, y eso que el idioma es generoso, son propensas a disfrazar y modificar en pos de salir indemne y cuidar el ego o la relación; son poco confiables si no salen directas del corazón.
Gracias a vos por dejar tu marca indeleble en las veredas de la ciudad! Te dejo besos!