A la luz de la luna suceden los hechos. El satélite es testigo tanto de las más románticas escenas como de las más atroces faenas que la imaginación pueda recrear.
Saltar los escombros sin pensar qué habrá en la superficie de aterrizaje. Sin medir las consecuencias, sin pensar que el filo realmente nos hará daño en la piel. Solamente saltar, ir hacia adelante, avanzar y dejar que la oscuridad nocturna cobije lo que queda detrás.
Se siente como si una nube se estacionara sobre tu entendimiento, como si una niebla húmeda y pegajosa se instalara entre tus deseos y tu motricidad, dejándote sin norte, sin guía. Y entonces tu instinto se hace cargo, las pulsiones gobiernan por sobre la cordura y el sentido común es espectador de las barbaridades que solo los salvajes harían por garantizar su supervivencia.
Cerrar la puerta y mirar de cerca con la nariz pegada a la madera todo aquello que dejamos fuera; humedecer el barniz con nuestro aliento seguros de sentirnos a salvo aunque sea hasta el amanecer. Refugiarnos tras una taza de café ardiente, con los auriculares sobre nuestros oídos, aislar la realidad lo más posible a una mínima fantasía con límites cercanos, separar la miseria de la noche humana de lo ideal y rescatar la memoria del foso inmundo en el que había caído.
Corremos entonces las cortinas, dejamos fuera los gritos con un tenue hilo musical y oscurecemos aún mas el alma con el reóstato de la nostalgia.
Afuera, los fantasmas muerden insistentemente el tallo de las begonias; saben que alguien saldrá a mirar y entonces si...
La realidad nos impone levantar muros, reales o imaginarios, para lograr escapar de su ruido, de su furia... la realidad nos espera fuera con los colmillos afilados, pero cada minuto que logramos ignorarla es una pequeña victoria.
ResponderEliminarTremendo retrato urbano, de realismo intenso y tremenda cotidianeidad.
ResponderEliminarEl refugio en el hogar, donde entre sus paredes nos sentimos seguros y es la única forma de salvarse de esa locura.
Qué buen texto!
Un beso grande!!
Hola Beau!
ResponderEliminarA pesar de ser seres sociables, vemos que el entorno está cada vez más agresivo e inhóspito y nos va llevando a recluirnos en la comodidad del hogar. Tal vez salir y gritar a voz en cuello antes de ser devorados por esa realidad sea la última revolución posible...
Bienvenido a esta Ciudad!
Abrazos!!
Hola Luna!
Es que no queda otra que salir con la guardia alta, estamos muy susceptibles y eso no ayuda al intercambio y florecimiento de relaciones fuertes. Y es en el confort del hogar en donde nos mostramos más abiertos y sinceros, protegidos por la simbología de las cosas y lo que nos compone.
Gracias por tus palabras, siempre precisas y amables!
Te dejo besos!
Muy inspirador tu retrato nocturno. Un abrazo y feliz día.
ResponderEliminarPero además está la buena fiesta nocturna y que si viene con una una buena bailada comunal se hace entonces mágica. A mí que me gusta mover el bote. (Se diría por estas tierras)
ResponderEliminarAbrazos, Etienne!
Hola Rocío!!
ResponderEliminarEl texto fue inspirado por cierta paranoia, y creo que la inspira también a quién lo lee, tal vez.
Gracias por pasar y dejar huella!
Besos!
Hola Felipe!!
Sos joven aún, jaja, y además naciste más cerca del ecuador por lo que los ritmos se fermentan en tu humanidad, es lógico que te guste el bailongo. Podría ir a alguna fiesta nada más que para recrear los oídos, la garganta y tal vez los ojos si me dejan.
Abrazo amigo!