viernes, 27 de junio de 2025

Taxiii...!!

Soy una persona que gusta de caminar bastante, que no utiliza con frecuencia los medios motorizados de transporte, excepto que los trayectos sean extensos; hago caminando la ida al trabajo, los trámites, las visitas a los amigos y las compras en el mercado y para eso me calzo una mochila con lo necesario y salgo a la vereda.
Sin embargo, este último tiempo, por cuestiones netamente laborales, tuve la oportunidad de conocer a fondo a diferentes individuos de esta fauna particular que son los taxistas.
Me tocó uno que se creía nacido en Italia: decía que los padres habían ido por trabajo y que al momento de regresar, la madre de siete meses, rompió bolsa antes de abordar el avión. Por supuesto, dice tener ciudadanía de la Unión, cosa que no sé porqué no aprovecha.
Otro había tenido la mala suerte de haber sido asaltado y golpeado, hacía no más de una hora. Luego de ese trance, y de regreso a la base, el jefe le dijo que le importaba muy poco si tenía fractura craneal o lesiones en la materia gris, que se dedicara a devolverle el dinero desaparecido.
Dos o tres me tocaron que me preguntaban a mi, por dónde ir: Señor -me dijeron- vamos por Avenida ... o por Autopista?. ¿Y qué sé yo? Yo soy el pasajero y usted el chofer, manéjese.
Hubo uno que me explicó por qué se pelean los remiseros con los taxistas y ahora con los choferes de las aplicaciones, otro que tenía la solución para salir de la eterna crisis y otro que no me dirigió la palabra, pero aturdió a todo el mundo con la bocina e hizo del idioma español, un único rosario de insultos y malas palabras.
A veces, la culpa del comienzo de la perorata la tuve yo. Como el silencio es molesto para mí, suelo iniciar la conversación con preguntas como: ¿Hasta qué hora trabaja?, ¿Realizan los choferes de taxis algún deporte? o una simple e inocente ¿Usted es el titular de la unidad?, generando cataratas de respuestas.
En general el tono es prepotente, poco cordial, aunque son de entrar rápidamente en confianza y uno no termina de saber con certeza si todo lo que dijeron es verdad o es puro cuento.
Así pasé cierto tiempo subido a diversos modelos de autos, cada uno mimetizado con su conductor en cuestiones de higiene, gustos musicales y modos de andar.
Lo que los identificó a todos es el tremendo apuro que les da cada viaje, ninguno se tomó el trayecto con tranquilidad y así, no hubo vez que me baje relajado del auto.
Así las cosas, tal vez deba mantener la boca cerrada y mirar por la ventanilla.

4 comentarios:

  1. Me han ocurrido cosas parecidas a las que comentas. Al final he llegado a la conclusión que lo mejor es no hablar con el taxista y aún es mejor que se calle él.
    Saludos

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    1. Hola Francesc, a sabia conclusión has llegado aunque puedo entrever que también ha sido un proceso doloroso.
      Te entiendo, te entiendo...
      Abrazo!

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  2. Mmmm yo creo que es mejor callar... sobre todo en una ciudad como Buenos Aires (supongo que estás allí) con la situación, la vorágine, la crisis.
    Tremendo, a pesar de darle un toque ligeramente humorístico, es una profunda reflexión de como están las cosas de crispadas.
    Un beso!
    Me encantó,como siempre.

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    1. Hola Ale, estos señores son como fusibles de la realidad, una especie de transistor o filtro que capta todo lo que ocurre y luego lo devuelve en ráfagas, en rápidas andanadas de palabras. Podemos estar o no de acuerdo con ellos, lo malo es que siempre somos sus victimas.
      Otro beso para vos!

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