Profundo y sostenido, desde el alma, con el alma, fue el alarido que el gaucho profirió en medio de la noche oscura.
Había en esta vida muchas cosas que desconocía y por esas no se preocupaba, no era ésa la razón de su pesadilla.
Había en este mundo muchas injusticias, incluso él mismo sufría alguna que otra aunque no lo incomodaba en demasía.
Había
también cosas que no entendía y eran estas incomprensiones las que lo
desvelaban en las noches calcinadas de la pampa estival.
Escapaban a
su entendimiento, por más empeño que le pusiera, por más tiempo que le
dedicara a examinar la cuestión, llegaba en cada oportunidad al mismo
callejón sin salida de su campera reflexión.
No era limitante su
escasa instrucción, sustituida por un agudo sentido de la realidad; no
era obstáculo la soledad del horizonte acentuada por la huida de su
compañera, siempre encontró predisposición en su perro para auditorio de
sus meditaciones.
Nunca se imaginó que la idea se le hiciera carne y
al momento siguiente a su alarido infernal que cortó con filo
inapelable el silencio sacro de la noche infinita comprendió su
condición de célula, de pequeño ser en la grandeza de un mundo que lo
excluía con firmeza y se perdió en el camino que remontaba la loma del
sur rumbo al corazón del monte huraño, quizás para siempre, quizás
sumido en sus cavilaciones.
miércoles, 7 de mayo de 2025
El gaucho
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Ese gaucho comprendió en ese instante del grito primal, la verdadera esencia de la vida. Sentirse conectado con el todo, o como dice aquí, descubrir que pertenece como célula a algo que es mucho más grande .
ResponderEliminarPrecioso este relato Etienne!
me encantó!
besos!
Hola Luna! Si, es una idea que me rondó siempre, el ser parte pequeña de algo mayor, un engranaje de un sistema importante pero no imprescindible. Pasa que a veces es algo difícil de aceptar, algunos egos no lo soportan.
ResponderEliminarBesotes!!
Ese grito ante nuestra pequeñez debió ser el primer sonido que emitió la raza humana....
ResponderEliminarDebería haber sido el primero, sin embargo estoy casi seguro que hasta que dejamos de creer en que éramos el ombligo del universo pasó bastante tiempo...
ResponderEliminar