martes, 10 de diciembre de 2024

Sin plan ni intención

Estoy acostado en mi cama, los luminosos rayos del sol entran pidiendo permiso por entre las cortinas de mi ventana, inexistentes nubes de un cielo celeste con ganas, las sábanas tiradas a un costado, la almohada toda desordenada en el piso junto a los zapatos.
Pienso en todos los sentimientos que mi corazón ha sentido, en todos los rostros pasajeros que mis manos han acariciado, mi memoria toda se recrea de gráciles recuerdos, imborrables palabras, ásperos abrazos traicioneros, agradables momentos vividos.
Recordar es un lindo ejercicio que desempolva en la memoria los hermosos ratos que nunca debemos olvidar; recordar mantiene joven el espíritu al mismo tiempo que nos facilita la aceptación de que al cuerpo le cuesta más hacerlo. Las experiencias vividas y el conocimiento adquirido no son gratis.

Estoy sentado en una silla mirando por la ventana mientras la música invade mis oídos en suaves arrebatos de ritmo muy controlado. El hilo musical vagabundea entre estilos y años, pero todas las piezas remiten a un momento, una persona, un hecho significativo, un abrazo tras un llanto, un cigarrillo luego de hacer el amor.
Pienso en todas las personas que a lo largo de mi existencia han respirado el mismo aire que yo, han caminado sobre las mismas huellas y han corrido junto a mi tras una meta en común sin más recompensa que la satisfacción personal.
Recordar a veces exalta el ánimo proponiéndonos continuar y desafiándonos a sumar más momentos al equipaje de nuestra historia. A veces aún no hemos vivido todavía el mejor recuerdo de nuestras vidas.

Estoy parado con las manos en los bolsillos, el suave viento meciendo mi cuerpo, observando como el sol de verano aprieta cada vez más con sus rayos la desprotegida tierra.
Pienso en todos los momentos en que pudimos hacer algo, sumar un granito de arena, hacer la diferencia como dicen por ahí, decir alguna palabra que aporte tranquilidad o un atisbo de solución al problema sin pensar en más que el bienestar del otro.
Recordar a veces no es más que un ejercicio de humanidad.

5 comentarios:

  1. Qué belleza y qué cierto..
    Un viaje por la mente y la evolución de los humanos, donde al final, tenemos esa mirada más amplia, y donde vemos en lo que se ha convertido el mundo,mirando más allá de nuestro propio ombligo.
    Precioso relato Etienne, me encantó!
    Besos

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    1. No quiero parecer más avejentado de lo que soy pero no veo a la nueva generación un gran poder de introspección o de autoanálisis, miran cómo luce el ombligo sin preguntarse nada más.
      Parece tan fácil la solución y sin embargo cuesta...
      Beso Luna!

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  2. Carajo qué bonito, ¿Qué nos pasa esta semana que andamos todos nostálgicos? el maestro Juan también con sus músicas del recuerdo ¿pues qué pasa puesn? quiero recordar un pasado con la dentista sexy, ufffff algo que no me deje dormir bien por semanas, los olores, los sabores, los todos y los nadas AUUUU, bueno eso, ya no digo más porque contamino con mi vulgaridad tan bonita entrada. Enigüey, tengo hambre y odio al mundo así pues me dispongo a ir a comer feliz esta maldita semana tan buena que hasta corrieron a Beñat del Atlas del Guadalajara, todo está bien en mi mundo. Viva la vida, viva el Atlas.

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    1. Te voy a ser sincero, leí la publicación de Juan un rato antes de redecorar un párrafo con la música, pura inspiración cruzada. Yo no tengo recuerdos malos, ya te lo dije en tu post que también tiene aires de nostalgia. No tenían chances contra el Tijuana, eso estaba claro, no?

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