lunes, 28 de abril de 2025

Elixir, antídoto, pociones y demás

Amanece en el valle, una mañana muy fría y soleada. Las vides perfectamente alineadas en prolijos surcos soportan impasibles el paso del otoño arrugando sus hojas secas y convirtiendo en pasas las pocas uvas que sobrevivieron a la vendimia estival.
En fila y aferradas a una guía, las plantas de malbec y merlot reciben los primeros rayos de sol a la espera de la poda que pronto los operarios llevarán a cabo; más allá las plantas de chardonnay reciben por goteo controlado la dosis exacta de humedad para que sus racimos luego meticulosamente combinados generen el mejor varietal.
Pasos trémulos a la entrada de la bodega, vacilantes. El enólogo, embriagado de placer, prepara las botellas que el grupo de selectos ejecutivos catará un poco más tarde; botellas que contienen vino de calidad de exportación serán abiertas y disfrutadas en un almuerzo de negocios. Mientras tanto, en la cocina, el chef realiza el maridaje más exquisito entre los vinos seleccionados y el menú exclusivo sabiendo de la importancia del evento.
Los comensales llegan de a poco de un paseo por el campo en el que han podido ampliar sus conocimientos sobre la materia. Se ubican uno a uno en la mesa frente a las brillantes copas de límpido cristal; unas tablas de quesos y fiambres variados otorgan a la mesa un aroma campestre. 
El vino tinto comienza a llenar las copas, los aromas recurren a recuerdos para buscar similitudes, los sabores se revuelven tumultuosos sobre la lengua y raspan gargantas delicadas. Los taninos, los sedimentos, los brillos y ese inconfundible color bordó tiñen de exóticos sabores los paladares de los comensales.
Finalmente, el color oro brilla dentro de las pequeñas copas. Dulce uno, un poco más ácido el otro, la calidad y el esfuerzo se saborea en finísimos elixires destilados con sabiduría. Las copas se entrechocan y prometen volver a encontrarse en otra oportunidad.
Paseo por el viñedo, hotel boutique, finos vinos y excelente comida: una manera diferente de pasar un fin de semana...

martes, 8 de abril de 2025

Hay días en que

A veces parece que el mundo se desmorona, que pierdo la brújula por completo. Las cosas se desencadenan en un orden inesperado y paso a ser un espectador de mi propia descontrolada vida.
Por momentos se me anuda la garganta impidiéndome que respire, los ojos se me inundan de agua salada, el pecho se me anuda fuerte y parece que no podré volver a respirar.
Hay días en que nada funciona como quisiera, que las cosas toman un rumbo imposible de manejar hasta el extremo de golpearte bien fuerte y dejarte sin aliento.
A veces no puedo contener esta furia que nace desde adentro, que es más parecida a una terrible impotencia que fluye irrefrenable por mis huesos, que hace escala por un momento en mi corazón y que explota en mi boca con palabras que no puedo reproducir en tiempos de cordura.
Hay días en que todo parece desarrollarse guiado por una desalentadora forma de azar que se empeña en desbaratar tus mejores sueños, que está dispuesta a borrar de tu existencia las mejores ilusiones.
Pero en esos días siempre encuentro en vos una isla donde recalar en medio de esas tormentas, una balsa donde subirme y refugiarme.
Es por eso que esas veces no me preocupo demasiado, me limito a aprender y a pensar en vos para que mi rostro recupere su sonrisa perdida.