A mi el mundial de fútbol que se jugó hace casi un año en el otro lado del mundo, me cambió la vida. No, no soy argentino que sumó una estrella bordada a la camiseta ni tampoco un francés que no lo pudo hacer. No soy marroquí haciendo historia deportiva ni alemán quedándome afuera en fase de grupos. Es decir, soy uruguayo y efectivamente nuestra selección se quedó en las puertas de la segunda fase pero eso no tuvo nada que ver con lo que viví durante un mes mágico y que voy a tratar de transmitirles, para terminar de creer que fue real pero también para compartir con ustedes la magia del ser humano y su diversidad.
El partido en el que todo comenzó fue Argentina contra Arabia; fue un punto de quiebre por decirlo de alguna manera para nosotros, mi papá y yo, quienes habíamos ido con la expectativa de ver muchos goles albicelestes quedamos algo sorprendidos por el resultado final. Después del pitazo final y dejando a mi viejo en el hotel, agarré rumbo para el fan-fest que era un lugar con música y lleno de pantallas gigantes con el fin de entretener al hincha pero sucedió que no llegué a destino y lo que pasó vino a invertir la brújula del viaje.
Antes, un poco de cómo llegaron dos uruguayos a la mayor cita del deporte rey en las antípodas del globo. Ya venía con ganas de ir desde un par de meses antes pero los compromisos en la agencia, los pendientes financieros y pagos, muchos pagos y reclamos de pasajeros que debía atender. Por algún motivo que no se puede explicar, no resistí el impulso y entré a la plataforma para cotizar los tickets aéreos y pude conseguir una excelente tarifa por lo que reservé, le confirmé a mi viejo y le pedí que hiciera una gestión en su empresa para ver si podía obtener entradas a alguno de los partidos. Él se resistió un poco al principio, nunca en sus más de 25 años de trabajo había pedido un favor o una gestión ajena y no quería que su trayectoria de excelente compañero de trabajo se viera afectada. Para su sorpresa, como respuesta a su mail recibió otro con todas las posibilidades para asistir a los partidos, el link para confirmar habitaciones y reservas entradas e incluso el aval de la gente de recursos humanos para ausentarse esos días.
De camino al fan-fest, perdido en mis pensamientos pero a su vez atento al camino para no perderme escucho una voz amable pero poderosa, un acento árabe escondido bajo los pliegues de las palabras en inglés. Al darme vuelta y poder ver quién me hablaba, me encontré con un qatarí de lógica túnica y expresión amable y cordial que brotaba de sus ojos oscuros. Mi camiseta de la selección de Uruguay dio pie a la mención de varios apellidos ilustres, el conocimiento de la historia futbolística de mi país era inusual y eso me generó confianza y me tranquilizó. Enseguida quiso saber con quién había venido, por cuánto tiempo y de a poco empezamos a crear un lazo entre los dos a través de la curiosidad genuina de saber sobre el otro. Me contó que había estudiado en Londres y en París, que había conocido gran parte del mundo y que se daba cuenta cómo ese mundo los miraba con suspicacia, generalizando un comportamiento de muy pocos. Sobre esto, me preguntó cómo veía el mundo occidental al mundo árabe y mi respuesta sincera no lo escandalizó, sabía lo que le diría y me explicó de qué manera los medios edificaron una imagen violenta de toda una zona cuando es un comportamiento solamente de una parte fundamentalista.
El mundial fue pasando y con él los partidos. Fuimos a algunos invitados por mi nuevo amigo y los pudimos ver instalados en palcos de lujo, con gran variedad de comidas y bebidas, con comodidades incluso mejores que en mi casa. En uno de ellos me pidió que le hiciera de traductor a mi papá (él no habla inglés) ya que era a él, como persona mayor, a quien le quería hacer la invitación de ir a comer a su casa. Ahí conocimos a su padre y sus hermanos, compartimos y aprendimos de sus costumbres, comidas y vínculos familiares. Costumbres que son tan respetables como las nuestras, incluso más ancestrales. En otra ocasión nos acompañaron a que nos confeccionen unas túnicas similares a las que ellos utilizan y pudimos de esa forma ingresar a lugares en los que nos confundimos con los locales, incluso uno de ellos me habló y por supuesto no entendí nada.
El vínculo se terminó de formar cuando me pidieron permiso para que su mamá y su hermana le pudieran enviar un mensaje grabado a mi mamá y mi hermana y con todo el respeto que se puedan imaginar le hicieron en su casa y en su idioma una grabación con sus saludos y que le hicimos llegar al regreso a Uruguay.
Al partido final lo vimos en uno de los palcos laterales, había nervios por el tipo de partido que se estaba jugando, gente alentando y cantando por todos lados. Los hits se escuchaban desde los cuatro costados de la cancha, los videos que andan circulando por las redes dan fe de eso. Nosotros compartimos un momento de esos que sabes que no se repetirán. Hubo confesiones, saludos, abrazos y festejos cuando al final se ejecutó el último penal. Y en la despedida, sentí que dejaba atrás no una persona extraña sino más bien un hermano.
Pensé que esta sería una entrada del fútbol ya estaba dispuesto a no leerla pero qué bueno que me animé, qué entrada tan buena hizo, sobre lo que hay detrás de su viaje, lo de su viejo que al final sí pudo ir haha, lo de su nuevo amigo del otro lado del mundo y de hecho tiene toda la razón en cómo los vemos, siendo yo mexicano lo entiendo a él al 100% en cuanto a otras personas estereotipándonos a todos por una minoría que sale en las televisiones gringas y que ABSOLUTAMENTE nada tienen que ver con la realidad de mi jodido país.
ResponderEliminarJaja, me imagino la lucha interna entre leer o no leer! El título no decía nada de fútbol pero si querés podemos hacer una reseña 😉!
EliminarEs lo más fácil, meter a todo un pueblo en la misma bolsa y generalizar, más todavía cuando el juicio es negativo. Hay que viajar en lo posible, hablar y compartir. Ser abierto a aprender y ser respetuoso en la diversidad.
Abrazo Conejo!
El fútbol alberga muchas miserias y demasiadas veces saca lo peor de las personas. Pero hay otras ocasiones, como la que has contado, en que representa la mejor forma de conectar con otro ser humano :)
ResponderEliminarYo trato de quedarme siempre con la parte positiva, la parte luminosa, la parte relativa al juego (si hablamos de futbol) y la parte humana (si hablamos de todo lo demás). Por ejemplo, acá, en la blogósfera, me quedo con el vínculo virtual, con el contacto honesto de quienes comienzan siendo un comentario y tal vez (me ha pasado) terminemos compartiendo un café o una cerveza...
EliminarEl problema es que la primera cornada que nos dan en la vida, nos volvemos más precavidos, más ariscos. No queremos que nos vuelvan a hacer daño y nos acabamos encerrando dentro de nuestros pequeños cerebros... De vez en cuando conviene recuperar la fe en la humanidad, ¿verdad?
EliminarYo soy de confiar mucho en la gente y eso me ha traido algunos problemas. Pero como dicen por ahí, la primera es culpa tuya, la segunda es culpa mia y veremos si hay tercera... Yo no pierdo la fe en la humanidad, aunque a veces pienso que no me ayuda mucho, jeje!
Eliminar¡Qué afortunado! suele pasar lo contario.. fíjate, creí que eres argentino, no sé por qué.. así que fuiste a Qatar !!! estamos llenos de prejuicios y encontra del salvajismo y edad media en la que se les supone viven, habrá de todo, como en todas partes y además por lo que cuentas, de una hospitalidad memorable.. me alegro de tu buena experiencia .. hay que ver mundo, para comprenderlo mejor.. Abrazo fuerte y gracias!
ResponderEliminarHola María! El relato corresponde a algo que le pasó a alguien más, que me lo contó y yo lo reproduje en primera persona, lo adapté para hacer un relato y poder contar cosas que ocurren más seguido de lo que pensamos. Si, soy argentino y no, no tuve la suerte de ir a Qatar! Coincido con que no se puede juzgar el mundo sin conocerlo, por lo tanto, a viajar!
EliminarAy, ya cuando leía pensé... qué metida de pata la mía,yo pensando que era argentino y resulta que es Uruguayo...ajajjj ya veo que es una recreación de un hecho que no te pasó a vos. Me encantó el relato, sin duda tenés el don de narrar y mantener la atención plena del lector, cuentes lo que cuentes,siempre lo hacés creíble e inteligente.
ResponderEliminarUn beso admirado!
Hola Luna! Hay un autor que llevó adelante un taller literario que se llamó "anécdotas mejoradas" en la que a partir de un hecho real, se hace un cuento o relato corto. Me suelo basar en esa onda para tratar de hacer leible algo cotidiano. Te súper agradezco la persistencia de tu lectura y la grandeza de tus elogios. Te envío besos gigantes!
EliminarLo que relatas, fue un viaje, y una experiencia inolvidables. Estos viajes tan buenos, y tan afortunados, son los que dejan una huella positiva en las personas. Me ha alegrado muchísimo leer tu aventura, buenísima experiencia de viaje, y el relato de amistades generadas allá. Muchas gracias por compartir esta experiencia tan positiva.
ResponderEliminarHola JS, bienvenido a la Ciudad! Si bien es un relato y está acomodado como para que su lectura sea interesante, está basado en un viaje real. Todas las experiencias de viaje son enriquecedoras, formadoras, incorporan aspectos culturales diversos y ponen en perspectiva lo que consideramos nuestra realidad. Lo que yo resumo con la expresión "viajar te abre la cabeza"!!
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