A los hombres de vida sencilla, de acontecer cotidiano, de costumbres locales y de alma pequeña e irresoluta les está vedado el mundo de vida social mundana, globalizada.
A los hombres de vida sencilla se les niega el acceso como a un night-club súper exclusivo esa vida de avatares varios y ajetreos llamados comunes.
A los hombres de vida sencilla no se los acepta por ser considerados ignorantes de la verdadera vida, no conocedores de algún vulgar secreto social, político, vivencial.
Sin embargo, ¿alguien le preguntó a los hombres de vida sencilla si deseaban entrar a esa vida más compleja?
Se ven rostros preocupados por cómo luce la foto de perfil, por cómo la cantidad de aprobaciones a través de un me gusta va en declive. Se ven almas errantes soñando que viven mil vidas, que son reconocidos por todos y que impulsan con sus actos cambios relevantes en el mundo.
Desde mi perspectiva de hombre sencillo y una sola vida real, le cuento a quien quiera escuchar que podemos parecer ignorantes, toscos e incluso algo idiotas, pero les aseguro que no estamos disgustados con nuestra simple y llana vida, escasa en complicaciones, vencimientos, culpas o tarjetas sin fondos. Es más, hasta podría decir que nos alegra no poseer nada más que esas pequeñeces, nos satisface tener pocos amigos, pero reales de carne y hueso.
A pesar de todo tenemos un buen talante dispuesto a albergar sollozos y penas de quien quiera confiar en estas almas vagabundas, simples pero a su manera, complejas.