sábado, 31 de enero de 2009

La noche más oscura

La noche fue oscura, navegando en la insensatez del pensamiento nublado, cegado. No tener noción del alcance de lo ocurrido generaba una cierta pesadumbre, un inquietante sentimiento de responsabilidad amputada. La soledad del pequeño cuarto era solo interrumpida por los haces de luz que penetraban desde los ventanucos rectangulares que coronaban las vacías paredes. Este vacío original cedió su lugar con el paso del tiempo y de los huéspedes, a voces sin redención que oyendo a los gritos de la rebeldía interna rayaban con lo que tenían a mano la pintura de color apagado que cubría el revoque calcáreo. Fechas, nombres, lugares, conformaban un inventario desordenado de almas trashumantes, culpables de vivir sin permiso, realizando promesas sin intención de cumplirlas.
La pared que interrumpía el uniforme fondo de la habitación ocultaba a duras penas el hueco donde bullía el hedor de los desperdicios naturalmente humanos y servía de segundo capítulo para las peticiones desesperadas, inútiles súplicas sin sentido.
El suelo frío, dudosamente hospitalario, recibió sin inmutarse el calor desamparado de mi cuerpo; me servía de compañía una manta y un colchón amistoso, recibiendo mis desvaríos solitarios, mis sueños caóticos, protegiendo mis ansias de libertad. El silencio agobiante es la peor de las características decorativas y el eco resultante de los errantes pensamientos bailan pesadamente en los mínimos metros cuadrados. El aislamiento es el peor castigo para los seres concebidos en sociedad. La imposibilidad de reconocerme en otro par de ojos me sumió en un estado de distancia intangible, de mutismo indolente, de terror oscuro. A través de la pesada puerta de impenetrable metal se suponía un mundo activo que continuaba girando, naciendo, desarrollando, muriendo. A ese mundo yo quería volver, quería pertenecer con poderoso deseo. Nunca más esta sórdida celda logrará seducirme.

jueves, 29 de enero de 2009

Antes y después del corte

Debería estar prohibido realizar o permitir cortes de luz durante los momentos en que yo estoy en pleno disfrute de mi aire acondicionado y mi televisor con cable.
En unas horas ingresaré a mi despacho y con la ayuda de mi Asesor Legal redactaré una ordenanza castigando duramente a los culpables de estos 45 minutos sin electricidad.
¿Qué se han creído, manga de insensatos?
Primero está el goce (¿?) y luego todo lo demás.
Fírmese y manténgase firme.
Int. Etienne

miércoles, 28 de enero de 2009

Querida salud

Como funcionario estatal, estoy expuesto a numerosas presiones que repercuten en mi salud. Debido a esto, y por consejo de mi Secretario de Salud y Acción Social, fui a hacerme un chequeo médico completo, para eliminar las posibilidades de un espectacular deceso en cadena nacional.
Ya en el nosocomio, fui a recepción y una joven me solicitó los datos personales, documento y con una cámara digital me tomó una foto instantánea de la cual no quedé muy orgulloso. Me dio un número y fui a esperar mi turno.
Fue en este momento en que mi estado general comenzó a deteriorarse. En el televisor de la sala de espera (habría unas 25/30 personas) estaba finalizando el noticiero de la mañana de canal 9 y daba paso a una novela (a las 8 y media de la mañana!!) llamada "Querida Enemiga". Soportamos apenas con dignidad este bodrio. Pero a continuación, comenzó otro de similares características llamado "Dame Chocolate" (¿?) del cual rescato un personaje muy bizarro de una vieja con un loro en un hombro, un conejo blanco en un brazo y como se ve que tiene problemas de audición, un cuernito que acercaba en forma permanente a su oído. Menos mal que me llamaron en ese momento, sino mi cerebro hubiera implotado en un microsegundo.
Voy a ordenar la prohibición de este canal en todos los televisores de la Ciudad, y aunque me acusen de censor, también erradicaré de la grilla a Fashion TV, Canal Gourmet, Utilísima y a cualquier canal en el cual aparezca el lava cerebros de Tinelli.
He dicho.

lunes, 26 de enero de 2009

¿Mi mundo es tu mundo?

¿Cuántos mundos existen en este mundo? ¿Cuál es la realidad que nos afecta y nos influye? ¿Podemos desde nuestro lugar cambiar algo, mejorar algo, influir, ayudar a alguien?
Mi mundo es pequeño, muy reducido y sufre intentos varios de invasión de otros mundos, del universo que lo rodea y del vacío que rodea a todo eso.
No tiene nada definido, ni siquiera su gobierno, menos la economía, la creencia, tampoco tiene idea del nivel de alfabetismo ni el de mortalidad infantil. Está en formación, es una sociedad joven y tiene mucho para aprender. ¿Hasta qué punto se puede aprender de otros mundos sin perder el rumbo del propio aprendizaje?
Si ando por la existencia arrastrando un mundo adolescente, inmaduro, en formación, poco podría ayudar a dar una orientación acertada, un consejo. Mis variables, mi postura, mis condiciones son únicas y si en ellas baso mis acciones, también sobre ellas basaré mi punto de vista y mis opiniones. Por lo tanto, sólo me serán útiles a mí e incomprensibles para el resto de los mundos.
Por supuesto que puedo influir a los que me rodean pero ¿me puedo permitir el derecho de aleccionar como un maestro, como una estrella alrededor de la cual giran esos otros mundos?

sábado, 24 de enero de 2009

Otras ciudades [2]

Apóstoles (MISIONES)

Las vacaciones familiares empezaban sin novedades. El viaje fue tranquilo y más allá de alguna noticia sorprendente (el estallido de una bomba frente a la AMIA nos llegó en un peaje de la ruta 14) todo se desarrollaba con normalidad.
La segunda noche la pasamos en un cámping de esta ciudad del norte de nuestro país. Era un balneario, tal vez un club privado, muy coqueto y bien mantenido. Ya el color ladrillo del barro delataba la presencia de hierro en la tierra.
Lo más sorprendente de todo lo que recuerdo haber visto fueron los hormigueros más grandes y poderosos del mundo. Tenían casi dos metros de altura y una persona de ochenta kilos se podía parar en su parte superior sin problemas. Después supimos que eran las "casas" de una especie de termita.
Descubrir que los elementos naturales podían presentarse modificados de esa manera por unos animalitos tan pequeños fue muy impresionante.
Y encontrarlos en vivo en mi país, también.

martes, 20 de enero de 2009

Crónica de un hallazgo

El que busca, lo encuentra. Pero hay maneras y maneras…

Hubo un día en que decidí que la ociosidad en la cual vivía inmerso no era una buena perspectiva para nadie (aunque podría sentarme a discutirlo) y concreté mi inscripción como ingresante a la carrera de licenciatura en turismo, aunque a los pocos segundos de haber tomado ese rumbo de vida lamenté las horas de sueño y modorra que ya no tendría. A rigor de verdad, lo único que cambié fue la posición, ya que en la universidad hubo algunas clases que competían en efectos soporíferos con el Melatol o el Prozac… Pero no nos desviemos del tema principal, quedémonos con la mente tratando de recrear este momento, un último intento de la lucha del hombre (fracasada por cierto) por detener el paso del tiempo, un individuo ya iniciado en la vida mezclado entre una muchedumbre de jóvenes que apenas abandonaba la adolescencia.

En ese escenario se dio comienzo al curso de ingreso, un dechado de pedagogía tercermundista de tres semanas de duración, con matices varios de bibliografía novedosa y mucho gasto innecesario de dinero. Rápidamente, el instinto de conservación de la raza hizo que los especimenes similares se agruparan, evitando así el peligro que entraña el distinto. A pesar del esfuerzo genuino de los coordinadores al momento de organizar pequeñas actividades lúdicas de presentación, los tímidos seguían siendo tímidos y los más extrovertidos copaban la escena.

En cuanto al curso en sí, había cuatro comisiones en distintos horarios y lugares, cada uno con su grupo de docentes con la responsabilidad de enmendar todas las falencias educativas de doce años de sistema educativo en nueve encuentros de tres horas. Desde una guía de lectura que tenía una lista interminable de preguntas hasta un capítulo de Cortázar (¿ubican a los Cronopios y a los Famas?) fueron desafíos incuestionables; desde una charla con los futuros profesores hasta la redacción de un artículo fueron escollos a superar. En medio de todo eso estaban Carlos y Patricia, dos voluntariosos con alma de remeros; es que nuestra comisión era bastante lamentable y los chicos le ponían mucha pila. Hasta un poema de Lugones nos leyeron para aclarar una frase…

La cuestión se encamina un día en que, luego del repetitivo “Soy Fulano, tengo X años y soy de Tal lado” y el fin de los juegos, cruzo mi trayecto de vuelta a casa con Carlos, quien también regresaba caminando al centro de la ciudad. Desde la facultad de turismo hasta la salida de la universidad son aproximadamente cuatrocientos metros en los cuales al mediodía de un verano cualquiera se te abrasan los sesos en cuestión de segundos ya que la sombra brilla por su ausencia. En ese recorrido resumí mi desde ya breve historia y al cabo de eso, él me pidió si no le enviaba una reseña de mis vastas habilidades y experiencias. Cómo no, fue mi respuesta, apurando el paso hacia el ciber.

Resultado de eso, pasadas tres semanas, fueron dos llamados para sendas entrevistas. Y de allí un nuevo llamado para concretar mi flamante incorporación al staff de una agencia mayorista del rubro que me compete, aunque debo reconocer mi más absoluto desconocimiento del ámbito de las reservas, tal vez me sea conocida la teoría pero eso son dos mangos aparte. Cabe resaltar que las personas consultadas para obtener mayor información sobre mi persona han sabido mentir convenientemente aumentando mi nivel a primo segundo del hijo de dios, haciendo imposible la tarea de no contratarme.

Esto recién empieza y yo soy un tipo honrado: si alguien reclama, soy capaz de devolverle lo que encontré y dedicarme a hacer trencitas hawaianas en la plazoleta de El Bolsón. Este hallazgo no hizo más que confirmar una frase que escuché varias miles de veces desde que dije que me venía “para el sur”, aunque el resultado se me demoró bastante. Si alguien decide venirse, no haga nada de lo que yo hice. No es buena idea. Mejor quédese donde está, para qué molestarse. Además, todos los puestos ya están ocupados y no hay nadie a punto de jubilarse (aunque no puedo asegurar que no estén planeando liquidar a algún otro docente).

Ah, otra cosa. Además de honrado soy agradecido. Flor de botella se va a ligar Carlitos. Se la merece.

viernes, 16 de enero de 2009

Graffittis en la ciudad

"...Es su amor de un día toda mi fortuna..."
Ciudad Autónoma de Buenos Aires

"¿Simplemente existimos o realmente vivimos?"
Ciudad de Neuquén

"El verde no dice nada..."
Ciudad de Bahía Blanca

"No necesitas ir demasiado lejos para sentirte un extranjero"
Ciudad Visible


Si conocen algún otro graffitti de sus ciudades, sientanse libres de pintar por aquí...

jueves, 15 de enero de 2009

El celular de la locura

Gente, un consejo práctico para esta entrada, digamos un servicio a la comunidad.
Si van a trabajar con el celular en el bolsillo, ponganlo en vibrador o silencioso (salvo que quieran lograr lo propuesto acá).
Luego, recuerden volver a ponerlo con sonido o en su defecto, mantenerse cerca del aparato, sobre todo si están esperando una llamada del tipo vital, de esas que no se pueden dejar pasar (despejemos ya las dudas, era una llamada de una propuesta laboral).
Como final a este desahogo, la ley de Murphy aplicada a la telefonía celular: esa llamada que estás esperando ocurrirá cuando tengas las manos embadurnadas de manteca o con el taparrollos de la persiana a medio colocar, o los pantalones en los tobillos.
La vida sin el celular era sencilla, ahora con la excusa de facilitarnos la vida nos la han complicado. Antes de tener celular era un tipo feliz; ahora puedo mandar un mensaje por centavos para anunciar lo mal del estómago que estoy, ¡y a muchos contactos!

¿No odian acaso ese mensaje que dice "recargá $XX y te regalamos XX mensajes gratis y una visera de tenis"? Cada vez que lo recibo pienso que es un amigo o alguien invitándome a un asado pero no, es ese mensaje pedorro...

En fin, cualquier cosita me mandan un mensaje.

martes, 13 de enero de 2009

Acritud

En tanto que la ciudad se empeñe en repetir
en modalidad de cinta sinfín
todos esos oscuros, pérfidos defectos
que hacen a su maltrecha naturaleza;
en tanto que ella me ignore con voluntariosa actitud
y no deje ni un mínimo espacio a mi expresión
de nada en general y de todo mi particular;
en tanto que aquellos que habitamos esta ciudad
no volemos los prejuicios, no dinamitemos los miedos,
no erradiquemos al virus del menosprecio,
en tanto nos sigamos manejando con hipocresía
a la hora de llenar el sobre con nuestra opinión,
en tanto sigamos siendo prisioneros,
seguiremos pagando deudas que no disfrutamos,
comprando comestibles que no alimentan
y votando representantes políticos que no nos representan,
que no trabajan para el pueblo.

lunes, 12 de enero de 2009

Pregunto... hay respuesta?

¿Qué es más arduo, más intrincado? Una existencia llena de recuerdos imborrables, traiciones acosando tras las puertas, mentiras que nos persiguen, amores que nos torturan...
Ningún detalle, conocimiento, anécdota, rostro, nombre, fecha, gesto, regalo es olvidado.
Ningún lugar, abrazo, derrota, baile, encuentro, asado es ignorado. Eso, más toda visita, palabra hiriente, mueca, canción es parte de nuestra memoria.

¿O una existencia en blanco?
Sin rencores, sin dolores.
Sin amores, sin sabores.
Sin ardores, sin sudores.

Una pista: es menos doloroso sucumbir al recuerdo de tu traición que imaginar lo que podríamos haber compartido. No pretendo vivir todas las vidas, hubiera querido disfrutar esa que me negaste.

viernes, 9 de enero de 2009

Fin de semana y una teoría

El domingo es un día muy extraño. Yo sé que está destinado a mi descanso, a que libere mis ideas de hacer reventar este mundo desde ya condenado, a que mi cuerpo recupere esas energías encapsuladas en las moléculas de ATP que son tan necesarias para que haga bien mi trabajo, a que comparta tiempo de calidad con mi familia y todo eso que la sociedad hace los días domingos.
El fin de semana es un par de días muy extraño. Aunque debería ser cobijo de los días más relajados, informales, tranquilos, en lugar de eso lo encuentro rutinario, repetitivo. Siempre lo mismo, no hay variación y eso no hace más que agotarme, hace que prefiera estar en otra parte, en otro momento.
Un domingo cualquiera decidí que no caería en el círculo vicioso de siempre, me levanté temprano, inflé las cubiertas de la bicicleta y salí rumbo a ningún lado. Guardaba la esperanza de que algo fuera de lo normal ocurriera. A las dos cuadras la goma delantera dejó su vida útil con un estallido seco y definitivo. Volví a casa, dejé los restos ciclistas tirados en el patio y pensé en buscar un cómplice. El teléfono sonó en siete casas diferentes y las respuestas que obtuve (tres que se dignaron levantar el tubo) fueron horripilantemente similares.
Extraño día el domingo. Hace como dos años, un día de esos (un domingo, claro) se nos ocurrió hacer un mini paseo a la laguna, hacer un bife al disco y descansar con un grupo de amigos. El proyecto, obvio, no pasó de una idea. El carnicero no nos pudo cortar dos miserables kilos de bife de paleta y el motor de la lancha se sumó al clima de descanso dominguero y no arrancó. Terminamos cediendo a la monotonía de lo de siempre, dormir la siesta y sumarse al circuito del parque al centro y vuelta otra vez al parque.
En un momento se me había ocurrido que tal vez estábamos encerrados como Truman en Sea Heaven, pero días como un lunes o un jueves nos permiten viajar hasta Espartillar o Buenos Aires. Pareciera que el campo de fuerza influye sólo esos días, es más una limitación de actitud que física.
Ni siquiera se podía trabajar, para hacer algo fuera de agenda. Sabido es que cuando se empieza cualquier tarea, siempre falta algo y los negocios que lo venden, los domingos cierran todo el día.
Los demás días de la semana no tienen nada de particular. Cada día se diferencia de los demás días comunes por lo que generan en la gente: lunes, cansancio, desprecio; martes, rabia, fatiga; miércoles, esperanza; jueves, agotamiento, ilusión; viernes, alegría, alivio. Adquieren características distintivas cuando se los relaciona con algún evento, nacimientos y cumpleaños, obtención de algún logro académico y cosas similares pero que seguro sucedieron en otro día. Yo nací un viernes y festejo mi cumpleaños cada vez que puedo (aunque nunca lo hice un domingo)
En el fin de semana ocurren cosas inesperadas. Ese domingo me encontré con un viejo, tendría más de setenta años (y se le notaba); me preguntó una tontería para entablar conversación y luego, sin transición, se despachó con un monólogo sobre lo pésima que era la vida, lo mal que le había ido, que lo habían traicionado, maltratado, etcétera. Al otro día, pobre abuelo, se enteró que se había sacado la lotería, se embarcó en un crucero al caribe, se pasó de caipirinhas y lo terminaron enterrando en Bombinhas (todo ocurrió en sucesivos domingos).
También un domingo te conocí y un domingo confirmamos que éramos el uno para el otro, aunque yo insisto en que fue sábado, nada más que para salir del molde, para no encerrarme en este irritante esquema que no es mío.
Hoy es viernes y por eso puedo pensar estas ideas. Si hubiera sido fin de semana, creo que la computadora habría explotado, no encendido o yo no habría escrito más que pelotudeces. ¿Hoy es viernes?

miércoles, 7 de enero de 2009

Rally, go away!

Finalmente, luego de mucho ruido de motores, los vehículos han abandonado la ciudad.
Fue un día y medio de mucho movimiento, muchas previsiones, muchísimo trabajo de coordinación entre todas las instituciones que intervinieron (defensa civil, bomberos, policía, ambulancias, seguridad, entre otras) y por supuesto, el público. La gente animó el espectáculo con su aliento y su colorido y acompañó masivamente a los corredores. [político mode on]

La ciudad, en breve, retomó su ritmo normal. Tampoco vamos a creer que porque pasen tres cochecitos y dos camiones ya nos salvamos para todo el viaje. ¿O pensaron que este español Coma nos iba a traer de comer? ¿Acaso el señor Atiya nos tiró unas acciones de sus pozos petroleros? ¿O Despres, acaso, estuvo distribuyendo fotos de la Bruni en cueros para la gilada? No, mis amigos, eso no ocurrió. [voz decepcionada de la gilada]

Más allá de los planteos estúpidos que se han hecho debido al paso del Rally, pienso que es importante que se produzcan estos espectáculos para entretener al pueblo, porque cuando se acaba el opio del fútbol (por lo menos, hasta que empiece el torneo de verano) hay que buscar la marihuana del automovilismo y así, nosotros, los políticos nos ocupamos de lo verdaderamente importante: el choreo a guante blanco. [voz guarra de la conciencia del político]

Desde mi balcón número 22 y con muchas flores, les saludo como el gran general!
Abrazos mis sufragantes! Sigan trabajando, que necesito ir a Aspen una temporadita con mi elixir de la juventud a esquiar y tomar whisky de doce años on the rocks!
Nos vemos para la apertura de las sesiones ordinarias.
Abrazos!

martes, 6 de enero de 2009

Otras ciudades [1]

Cachi (SALTA)

El sol barría con sus rayos el suelo árido. Unos pocos árboles sobreviven al duro clima del noroeste argentino, alternando entre las veredas con algún perro soñoliento. La iglesia, con su fachada de un blanco calcáreo refulge inmutable en la tranquila mañana.
Enseguida un vehículo irrumpe con esa tranquilidad. El Renault 12 lleva con orgullo una familia a la plaza. Se bajan tres niños ruidosos, sus padres y una tía voluntariosa. Los púberes ignoran la abundante historia que los rodea, los muros callados, los postigos ciegos y van corriendo a los juegos. Mientras la familia camina por entre las casas estilo colonial y estira las piernas, se escucha un llanto. Es el varón del medio que se tiró del tobogán y con tanta mala suerte que aterrizó con la cola en el piso.
- Ahora es medio pelotudo, de grande va a ser pelotudo del todo, dijo proféticamente el padre.
- Buaaaahhh!!, continuaba el niño.
- Veni, que te doy un pedazo de sánguche de milanesa, dijo la madre.
- Sniiiiffff!!, seguía con sus gritos el marrano.

Espero que esa plaza siga estando ahí. En mis recuerdos está intacta.

domingo, 4 de enero de 2009

¿Me devuelven mi ciudad?

En el centro de la ciudad hay mucho espacio para caminar. Ramblas con algo de sombra, bancos para sentarse a descansar y muchas vidrieras para tentar al consumismo. También hay calles, que utilizan con total normalidad los autos, colectivos, camiones, bicicletas, motos. También hay veredas por las cuales pasear de la mano de la criatura amada (o de la correa). Sé que suena muy redundante, porque para qué son las calles y las veredas sino es para darles su uso correcto...
Y es que a veces ya no sé.
Si todos los días a la tardecita los puestos de gente que dicen ser artesanos ocupan las ramblas; si todas las mañanas las veredas están congestionadas de manifestantes y piqueteros; si todos los fines de semana tengo las calles cortadas porque a una feria de intercambio (trueque) se le antoja instalarse en pleno asfalto. Entonces, ¿cuál es el verdadero uso? ¿Hasta dónde la sociedad permite que unos pocos matones, patoteros, personajes que deforman con su discurso los verdaderos derechos de los ciudadanos, hagan lo que quieran en sus propios espacios?
¿Por qué tengo que tolerar que mis monumentos estén saqueados, mis paredes estén pintarrajeadas, mis calles llenas de basura, mis veredas ocupadas?
Yo como intendente, voy a reconstruir los monumentos, pintar las paredes, limpiar las calles, acondicionar las veredas. Y quiero creer que los van cuidar.

viernes, 2 de enero de 2009

¿Estamos todos locos...?

Recién iniciado el año nuevo, salí por las calles a hacer personalmente el control del servicio de transporte público. Pude comprobar que el horario, los recorridos, las frecuencias eran normales para un día festivo. Además, las máquinas cobradoras funcionaban correctamente (es un sistema con tarjeta magnética).
Pero me pareció que el comportamiento de algunos pasajeros no lo era tanto. Una de ellas se puso a conversar con el chofer, cuando dice expresamente que no está permitido. Le mostraba no sé que cosa en una carpeta y el muy suicida (y masacrador, el bus estaba lleno) se daba vuelta para apreciarla. (puff!)
Luego pasamos por un lugar donde se había festejado la venida del nuevo año, con música, tragos y todo eso que corresponde. Suben varios personajes vestidos como en una película de ficción cuyo guardarropa fue ideado por un modista sin gusto, comentando a voz en cuello lo buenísima que estuvo la noche y bla, bla, bl... (me sumergí en la contemplación del estado del cordón cuneta, que era mucho más interesante).
Pero para superar mi punto de tolerancia a la imbecilidad, tuvo que ocurrir esto: un adolescente (no más de 16 años) sube al micro y le habla al oído al chofer, señal de que algo lo avergonzaba. Luego mira al pasaje y dice:
- ¿Alguien tiene un pasaje para venderme?
Pibe, si vas a comprar algo, deberías tener algo con qué pagarlo, ¿ok? Y además, me enervé pensando que este pibe sale de joda, se divierte y después hay que pagarle el regreso a casa, mientras que uno se rompe las asentaderas llevando el puré de papas a casa. No hay justicia.Me bajé pensando alguna ordenanza potable para impedir que estos personajes transiten libremente por la calle. Algo se me va a ocurrir.